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‘La muerte de Pinochet no va a significar un reencuentro entre los chilenos’

Parlamentario por la III Región y ex presidente del PS subrayó que el fallecimiento del ex dictador seguramente no contribuirá a la unidad nacional, sino que, por el contrario, las heridas puedan ahondarse mucho más. Además, recuerda que en el proceso de la transición democrática hubo momentos difíciles que el general en retiro, desde la Comandancia en Jefe del Ejército, acrecentó aún más.


El senador socialista, Ricardo Núñez, es uno de los dirigentes de la Concertación que luchó por lograr la transición demócratica que instala finalmente en el gobierno a Patricio Aylwin en 1990. Desde esa condición explica que la muerte de Augusto Pinochet, en lo personal, no le genera ningún tipo de sentimiento encontrado porque «él nunca contribuyó a la unidad sino que muy por el contrario fue un violentista y no creyó en la democracia».



Núñez agrega que los Tribunales de Justicia, por otra parte, quedaron con una deuda pendiente porque no tuvieron la capacidad para condenar a Pinochet por los numerosos casos de violaciones a los derechos humanos, que se cometieron durante su régimen. Además, el parlamentario por la Tercera Región señala que fue acertada la decisión de la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, de no rendirle honores en su calidad de ex mandatario porque «no correspondía».



-¿Después de la muerte de Pinochet, en Chile se puede iniciar el paso a la reconciliación?
-Lamentablemente, la muerte de Pinochet, tan esperada por un amplio sector del país, particularmente de aquellos que murieron por el rigor de su dictadura, no va significar un reentendimiento entre los chilenos y en definitiva no acelerará la reconciliación nacional. Es posible, incluso, que la falta de entendimiento que se manifiesta a propósito de una serie de temas políticos que han cruzado la vida nacional se acrecienten y se agudicen mucho más.



Las amenazas de la derecha van a agudizarse, particularmente porque van a tomar como excusa el hecho de que el gobierno haya decidido no rendirle honores en su calidad de ex Presidente de la República, y eso enrarecerá mucho más el ambiente político.



-¿Entonces usted cree que pasarán muchos años más para que Chile finalmente se reconcilie?
-Lamentablemente en la historia de Chile estos traumas no dejan de estar presentes en la vida nacional, sino muy por el contrario. La guerra civil de 1981 marcó al país por lo menos 50 años e incluso la derecha estuvo dividida por ese hecho; lo del 73 ha permanecido hasta los días de hoy por las violaciones a los derechos humanos. Entonces, hablar de entendimiento o reconciliación, aunque esta última palabra no me gusta mucho a mí, va a demorar bastante más.



-¿En términos judiciales, los tribunales quedaron en deuda?
-Uno de los hechos que marca la vida nacional es que el Poder Judicial no fue capaz de condenar a Pinochet a pesar de toda la cantidad enorme de juicios en su contra y de las veces que fue desaforado, y eso es lamentable. Si este personaje hubiese sido condenado, eso le hubiese dado una cierta presencia y prestigio ético a los tribunales.



-¿Los tribunales quedaron en deudas con las víctimas de la dictadura?
-Aún cuando sigan los juicios y aún cuando se esclarezcan los que están pendientes, el hecho de que Pinochet haya muerto sin ser condenado creo que no prestigia ni mucho menos al Poder Judicial, sino que por el contrario esto va a perseguir a ese poder del Estado por muchos años.



«Él era un violentista por sobre todas las cosas»



-¿Usted fue uno de los dirigentes que luchó por la transición democrática y estuvo en importantes acuerdos para construir la Concertación, ¿cuál es el sentimiento que lo embarga después de la muerte de Pinochet, considerando que al oficialismo le costó llegar sangre, sudor y lágrimas al gobierno después de 17 años de dictadura?
-Yo tengo la enorme tranquilidad de haberle facilitado a este país, desde los distintos cargos que tuve como dirigente, una transición política pacífica y una salida a la dictadura. Si eso no hubiese ocurrido, Chile hubiese permanecido bajo la dictadura por muchos años más y lo más seguro es que hubiesen muerto muchos más chilenos, es decir, la transición que al final logramos, con todos los defectos que ésta tuvo, las dificultades y los desencuentros de la misma izquierda, le ahorró a nuestro país muchos más dolores todavía.



No tengo ningún sentimiento encontrado con la muerte de Pinochet, sino que por el contrario una gran satisfacción de haber ayudado, de alguna manera, con muchos otros dirigentes políticos de la época, a lograr la transición democrática.



-Pero no fue fácil para la Concertación, en especial para el gobierno de Patricio Aylwin, la permanencia de Pinochet en el centro de la actividad política nacional.
-Por cierto, Pinochet nunca se convenció de la necesidad de ayudar a un proceso de modernización creciente en nuestro país; por el contrario, estoy absolutamente convencido de que los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos fueron una derrota para él.



Él nunca sintió la democracia como algo propio, fue un hombre que tenía una concepción muy distinta y muy lejana a la convivencia pacífica entre los chilenos. Él era un violentista por sobre todas las cosas, más allá de su condición de militar. En su estructura mental era un hombre que creía solo en la violencia como una manera de generar entendimiento a favor de sus ideas.



-¿Y el hecho de que Pinochet no haya pedido nunca perdón, eso tampoco contribuyó a la unidad nacional?
-A Pinochet no había que pedirle que hiciera gestos porque era un hombre que estaba convencido de su obra e incluso llegó a creer que fue el salvador de la patria. Y no entendió nunca que él encabezó el periodo más oscuro de la historia de Chile y la mayor crisis de identidad que tuvo nuestra sociedad.



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