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José Rodríguez Elizondo: «Bolivia está viviendo una crisis muy aguda»

Especialista en política exterior -y, en particular, de la relación de Chile con las naciones aledañas- cree que »todos los países vecinos deben respetar la autodeterminación de los bolivianos» y recomienda poner las »barbas en remojo». Añade, por otra parte, que »decir, entre comillas, que Bolivia está al borde del abismo, prácticamente refleja una situación de normalidad».


Para el especialista internacional José Rodríguez Elizondo el tema vecinal "sigue siendo complicado", aunque reconoce que con Argentina y Perú se ha avanzado. Respecto al autonomismo que quieren implementar importantes sectores en Bolivia, dice que lo mejor es mantener la cautela y respetar las decisiones de ese país. También recomienda que nuestro país mantenga la agenda sin exclusiones con la nación boliviana.



En relación a Argentina, Rodríguez Elizondo opina que "hemos comenzado a desgasificar la relación, lo cual es positivo. Hay muchas otras cosas que pueden contribuir a consolidar la buena relación estratégica, que es imprescindible para un país con la posición geopolítica de Chile".



A su juicio, "los mejores síntomas se han visto en las relaciones a nivel de las Fuerzas Armadas y el punto mayor está siendo la conformación de fuerzas conjuntas para ponerse a disposición de Naciones Unidas. En este marco y como pelos de la cola, quedan ciertas declaraciones que obedecen tal vez a falta de profesionalismo por parte del gobierno argnetino. Entre éstas destaca la última crítica de la ministra de Defensa Nilda Garré respecto a las Fuerzas Armadas chilenas".

En este último punto, el analista explica que "la culpa no es sólo de ella, pues todo el mundo ha visto un fenómeno notable y de difícil asimilación: el homenaje que rindieron las Fuerzas Armadas chilenas a un ex comandante en jefe del Ejército que estaba siendo procesado y con notorios indicios de culpabilidad en por lo menos 400 querellas, muchas de las cuales afectaban directa y concretamente a los valores máximos de la profesión militar, entre ellos el honor, el coraje, etc.".



-¿Esas declaraciones no alcanzan a empañar las buenas relaciones con Argentina?
-No debieran empañar relaciones que están en un nivel de mucho mayor altura estratégica y política, pero molestan. Son ruidos que aparecen magnificados por los medios de comunicación. Sin embargo, en este caso son expresión de una sorpresa que no sólo afectó al gobierno argentino, sino también a muchos otros gobiernos y que tiene como fuente la radical complejidad que ha tenido el factor Pinochet en la política chilena.



El mérito de Alán García



-¿Qué pasa con Perú, donde hay un nuevo Presidente?
-Con Perú hemos tenido un muy notable mejoramiento de relaciones y aquí el mérito hay que adjudicarlo al gobierno peruano de Alán García. Nosotros hemos tenido una actitud tradicionalmente reactiva frente a las relaciones con Perú y esta disposición había terminado en una crisis exasperante en el gobierno de Lagos, debido a su mala coexistencia con el presidente Alejandro Toledo. Allí tuvimos una serie de crisis concatenadas que dejaron las relaciones en muy mal pie. Sin embargo, al asumir la Presidencia García se vio un cambio instantáneo, que parte por su obvia contradicción con la política de su predecesor.



-¿Por qué esa contradicción?br>
-El gobierno peruano vio con mucha sagacidad que estaba experimentando el tipo de aislamiento geopolítico que siempre ha temido Chile. Recuerde que durante la campaña presidencial hubo un serio pugilato oratorio entre el presidente de Venezuela y el candidato Alan García que culminó con epitetos de la peor especie. Si a esto agregamos que Bolivia aparecía al lado de Hugo Chávez y que Ecuador ha sido un rival geopolítico tradicional del Perú, el gobernante Alán García, con mucha sagacidad, vio que era el momento de recomponer por lo menos las relaciones con Chile.



-¿Usted cree que es posible que mantengamos en el tiempo estas buenas relaciones con Perú?
-En la parte doctrinaria hay que entender que Alán García es aprista y que tiene una doctrina latinoamericana integracionista. El fundador del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre, fue calificado como chilenófilo en su época, porque no tenía complejos para valorar la amistad con nuestro país. Por lo tanto, esta iniciativa del gobierno peruano y el carácter doctrinario aprista e integracionista de Alán García, abren una posibilidad muy grande para que Chile en estos momentos tenga iniciativas de tipo cooperativista con Perú, que sirvan para mejorar cualitativamente su relación.



Barbas en remojo



-Según el diario La Nación de Buenos Aires, Bolivia estaría a un paso del abismo por el autonomismo que quieren llevar a cabo varias provincias, con Santa Cruz, como una de las principales. ¿Qué opina al respecto?
-En mi último libro «Las crisis vecinales del gobierno de Lagos», me asomé al problema que se podía plantear si se exacerbaba el autonomismo boliviano. Entonces el gobierno de Bolivia se transformaría en un nuevo problema, ya no por su pretensión marítima, como ha sido tradicionalmente, sino por la necesidad interna de mantener la unidad política, geográfica y geopolítica en su propio país. Eso significaría y no sólo para Chile, un problema de mucho cuidado, pues el autonomismo puede derivar, según muchos analistas, en separatismo. Cuando un país tiene ese tipo de problemas, los países vecinos deben poner siempre sus barbas en remojo y mostrar una actitud cautelosa, respetuosa y cooperadora, para no tener la menor tentación o posibilidad de ser acusados de interferencia.



-¿Chile debe mantenerse al margen entonces?
-Todos los países vecinos deben respetar la autodeterminación de los bolivianos. Chile, además, debe mantener el diálogo de gobierno a gobierno con una agenda sin exclusiones, porque eso ya marca un punto superior en la siempre conflictiva relación con Bolivia. Esto ha sido una conquista que se debió al mérito de la mejor representatividad democrática comparativa de Evo Morales. También ha implicado un cierto escarmiento para los políticos bolivianos que, entusiasmados con el aventurerismo de Carlos Mesa, pensaban que podían ejercer una seudodiplomacia extorsiva, bajo el lema "gas por mar".

-¿Incluye el tema marítimo en las conversaciones?

-La madurez de las relaciones estriba en asumir que debemos ser consecuentes con nuestra posición hacia Bolivia: tenemos que dialogar con sus líderes sobre la aspiración marítima porque, hasta el momento, habíamos dicho que se trataba de un tema bilateral y no de un tema excluido. Así, si decimos que Bolivia no debe plantearlo en ningún foro multilateral, cuando llega el momento de conversar no podemos limitarla sólo al tema del cumplimiento de los tratados. Eso encerró la relación en una espiral viciosa, que sólo podía traer los malos ratos que trajo.



-¿Bolivia está al borde del abismo, como señala el diario trasandino?

-Me niego a repetir ese título, porque se viene repitiendo desde hace muchos gobiernos. Decir, entre comillas, que Bolivia está al borde del abismo, prácticamente refleja una situación de normalidad. Lo que sí es cierto es que se está viviendo una crisis muy aguda y del máximo nivel de política interna.



-¿Qué pasa con las importaciones de gas de Bolivia a Argentina?
-En América del Sur tenemos una crisis energética con altos y bajos. El problema de fondo es que hay países que necesitan energía y otros que la tienen, como Bolivia, pero que están con graves problemas internos para comercializarla. De esto se deduce que tanto Argentina como Chile deben contribuir a la estabilidad de Bolivia, sin interferencias y que la normalización de relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia puede ser decisiva para que nosotros podamos tener acceso al gas boliviano, sin caer en ese chantaje de "gas por mar". Por lo demás, si Argentina nos puede vender gas a nosotros es porque se abastece en Bolivia, para completar su consumo interno. Por tanto, una crisis de aprovisionamiento desde Bolivia va a repercutir en nosotros.



-¿Las relaciones diplomáticas Santiago-La Paz avanzarán en este gobierno?
-Todo depende, en parte importante, del buen manejo político del gobierno boliviano. Nada puede avanzarse si el gobierno de Morales no se maneja bien con la Constituyente, es decir, si no promueve una Constitución que represente democráticamente a los bolivianos. Eso, más la alta representatividad democrática de origen que tiene Morales, son la base necesaria para las buenas relaciones, pero ello no depende de Chile.




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