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Recomiendan no llevar a niños menores de tres años a los malls

"En esta etapa el cerebro se está formando y, por lo tanto, aunque la experiencia y estimulación son muy importantes, no hay que someterlos a excesos porque es en este período cuando específicamente se producen y pulen las conexiones sinápticas formando circuitos neuronales que, de usarse, permanecerán de por vida", sostiene Eugenia Moneta, investigadora de la U. de Chile.


Una investigación realizada por la neurobióloga y académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, doctora María Eugenia Moneta, sugiere que los niños menores de tres años no sean llevados a los malls porque en estos lugares reciben una estimulación visual y auditiva exagerada que los agota e intranquiliza.

Lo mismo ocurre, señala, con los supermercados y la televisión: "En esta etapa el cerebro se está formando y, por lo tanto, aunque la experiencia y estimulación son muy importantes, no hay que someterlos a excesos porque es en este período cuando específicamente se producen y pulen las conexiones sinápticas formando circuitos neuronales que, de usarse, permanecerán de por vida", sostiene.

La doctora Moneta, académica del Programa de Genética Humana del Instituto de Ciencias Biomédicas de la U de Chile, dirige el curso "Apego y experiencia temprana: el descubrimiento de los primeros años" que realizará la Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina entre el 26 de agosto y el 28 de octubre.

La actividad de postítulo, dirigida a pediatras, neonatólogos, fonoaudiólogos, enfermeras, psicólogos, educadores y profesionales de la salud, tendrá como expositores a los doctores Mónica Kimelman, psiquiatra infantil; Carlos Valenzuela, genetista; Ximena Carrasco, neuropediatra y a la doctora Moneta., neurofisióloga clínica.

Según explica, en este curso se profundizará en la importancia del apego seguro que debiera extenderse, al menos, durante los 10 primeros años de vida. "El apego no empieza en la sala de parto ni termina en el puerperio, es un proceso largo que está directamente relacionado con el desarrollo y organización del cerebro", explica la doctora Moneta.

Para el apego es fundamental que el menor tenga al menos un referente, es decir, un cuidador o una persona con gran disponibilidad, sensibilidad y que esté pendiente de las señales que emite. "Los niños necesitan al otro para desarrollar la intersubjetividad, de hecho los bebés reconocen sus estados emocionales en la cara del cuidador, de ahí que sea tan grave la depresión posparto", comenta.

Regulación emocional



Moneta señala que la persona que cuida a un bebé no sólo debe preocuparse de que esté limpio, aseado y bien alimentado, es primordial que interactúe verbal y emocionalmente con él para calmarlo o estimularlo.

"A veces uno observa ciertas madres, por ejemplo en los supermercados, que no son capaces de regular el comportamiento de sus hijos, lo que va a incidir, posteriormente, en la relación que ellos tendrán con sus pares, en el colegio y, más adelante, en sus trabajos", plantea.

A su juicio la regulación emocional se produce desde el comienzo del vínculo. Para ello es necesario que la persona esté disponible, se mantenga tranquila, coloque límites, sea confiable y posea un canal de comunicación abierto con el menor.

"Cuando los niños no han gozado de un apego seguro tienen dificultades para desarrollar lazos afectivos satisfactorios, suelen ser violentos, presentan una mala relación con las figuras de autoridad, no se ajustan a las normas y se llevan mal con sus pares. Más tarde, cuando son adultos, muchas veces terminan siendo despóticos y corren riesgo de caer en la delincuencia y drogadicción", apunta.

De hecho, los estudios señalan que las personas que han tenido relaciones de afecto y seguridad con sus progenitores o con quienes los han cuidado, poseen una mejor salud mental en la vida adulta.

Asimismo, la doctora Moneta resalta que la conducta de los niños es consecuencia de la interacción del genotipo con el ambiente, siendo el entorno familiar particularmente muy importante. Ello significa que si bien el apego está lejos de ser una característica genética, existen factores que indican la transmisión de estilos de crianza de una generación a otra.

"Es razonable concluir que el comportamiento emocional no está predeterminado por los genes, aún cuando el temperamento es lo más hereditario que tenemos, ya que la expresión genética de la emocionalidad puede ser moldeada y alterada por las experiencias vividas. En otras palabras, un buen apego ayudaría a evitar la expresión de aquellos genes vinculados con la vulnerabilidad del individuo", recalca.

Finalmente, la doctora Moneta plantea que es posible intervenir en los casos de apego inseguro. Aún más, a veces son los propios niños los que buscan sostén en otras personas, por ejemplo, profesores, instructores, maestros o cualquiera que sepa escucharlos, aconsejarlos o enseñarles la importancia de los límites.

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