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Taekuondista cubano sancionado de por vida por lanzar patada a un árbitro

La indignación del cubano ante un cobro, considerado por él como injusto, lo llevó a lanzarle una patada que rozó el rostro del árbitro de la contienda.


El cubano Angel Valodia Matos, campeón olímpico en Sydney en Taekuondo, manchó este sábado su carrera deportiva, ya que se tendrá que alejar de por vida de los tatamis internacionales.



Matos pateó en la cabeza al árbitro de su combate por el bronce en la categoría de +80 kilos con el kazajo Arman Chilmanov después de que decretara el fin del combate en el segundo asalto y la derrota del cubano.



Matos y su entrenador, Leudis González, protestaron enérgicamente la decisión del árbitro, el sueco Chekir Chelbat, y en la refriega dieron un doble golpe al juez y a su credibilidad como deportistas. La patada de la vergüenza les costó caro.



El fin del combate se produjo porque Matos superó el minuto de tiempo para ser atendido de una lesión en los dedos de un pie. Justo en el momento en que finalizó el minuto, Matos se estaba reincorporando.



Cuando comenzó la atención médica, Matos ganaba el combate en el segundo asalto por 3-2.



Mientras Chimanov corría por el tatami alborozado por el inesperado bronce, Matos y González exigían al árbitro que rectificara. Chelbat se mantuvo firme con la cara de Matos muy cerca.



De pronto, el taekwondista olvidó la deportividad y lanzó una patada en la cabeza al árbitro, sin mucha contundencia, por que si la hubiera tenido Chelbat hubiera caído redondo al suelo. Mientras, González gritaba que el árbitro había sido comprado.



Matos, de 31 años, también zarandeó a un juez auxiliar que intentó apaciguarlo.



Para rematar la faena, Leudis González acusó al equipo de Kazajistán de «comprar» el combate.



González dijo a los periodistas que esperaban su salida y la de Matos en la zona mixta del gimnasio de la USTB de la capital china: «los kazakos compraron a los jueces. A mí me ofrecieron dinero».



«El árbitro, lógicamente, está comprado», añadió González, mientras Matos se marchaba sin querer hacer declaraciones.



La Federación Internacional de Taekwondo intervino inmediatamente y en poco tiempo su secretario general, el estadounidense Jin Suk Yang, anunció el veredicto: Matos y González sancionados a perpetuidad, excluidos para siempre de los torneos internacionales por violar el espíritu del Taekwondo.



Antes del incidente, la Federación había logrado solventar un papelón que se presentó cuando los británicos protestaron el resultado del combate entre su deportista Sarah Stevenson y la china Zhong Chen.



Los británicos sostuvieron que los árbitros calificaron injustamente a Stevenson. La protesta prosperó y la Federación decidió, por primera vez en la historia olímpica del Taekwondo, darle la vuelta al resultado.



Antes, por si acaso se gestaba un incidente casi diplomático, hablaron con la delegación china para comunicarles lo que iba a pasar.



«Ellos consintieron que la Federación tomara una decisión sin gran presión», dijo el secretario general de dicho organismo, Suk Jin Yang.



Yang puso el comportamiento chino como un ejemplo de deportividad. Lástima que luego llegara la patada de la vergüenza.



EFE

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