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Cómo operan las redes de poder de Arturo Martínez

Felipe Saleh
Por : Felipe Saleh Periodista El Mostrador
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Si gana las elecciones de hoy, serán cuatro años más de un estilo que tiene de todo: desde una condena judicial por prácticas antisindicales hasta organizaciones »infladas» especialmente para los comicios. Mimado por su partido, el PS, donde ha tejido poderosas redes, y también por los Gobiernos concertacionistas, que le han entregado grandes sumas de dinero, el presidente de la multisindical está enquistado en el poder mientras la organización que representa se parece cada vez más a una seño


El 8 de marzo de este año, Arturo Amador Martínez Molina cumplió 65 años. Si fuera un trabajador como cualquier otro, estaría preparando las maletas para jubilar. Pero al contrario, en la elección que se decide hoy el imprentero compite por su cuarto período al mando de la organización sindical más grande de Chile. Para los que han seguido el proceso está claro que «la lista de Martínez ya ganó, aunque se puede llevar una sorpresa», dice un integrante de la lista que representa al Partido Comunista (PC), denominada «Mas Lucha, Más Unidad», la que más posibilidades tiene de ganar al «oficialismo» dentro de la organización. Existen dudas eso sí de los métodos que se usan para obtener la mayoría.

El sistema para elegir a la directiva de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) no es mediante sufragio universal. La elección es indirecta: cada organización tiene una ponderación distinta a partir del número de asociados. Según el padrón oficial al que tuvo acceso El Mostrador.cl, hay un total de 6.779 votantes, a lo largo de las 48 mesas distribuidas en todo Chile, que representan a los 485.189 afiliados a la Central con derecho a voto, es decir los que están con las cuotas al día.

Los sindicatos fantasma

Jorge Pavez, dirigente del Colegio de Profesores es uno de los rivales más enconados de Martínez y dice que todavía falta que se conozca un 10% del total de votantes registrados, pese a que las reglas del Colegio Electoral, formado con motivo de los comicios, establecen que el padrón completo debió ser público hace un mes. Se espera que la lista «Convergencia Sindical», que agrupa a otros «disidentes», obtenga una votación marginal.

«Es una situación que se repite en todas las elecciones: aparecen sindicatos brujos que se ponen al día con las cuotas a última hora y después desaparecen. Son cosas muy turbias».

Un ejemplo. En el listado nacional de organizaciones sindicales elaborado para la elección pasada (2004), la Federación Nacional de Trabajadores Clotario Blest de empleados de la V Región aparece con 1.489 asociados. En el padrón de agosto de este año en cambio figuran 7.046, casi siete veces más. Si este no es un sindicato «inflado» como lo asegura un antiguo dirigente de la central, al menos habla de la enorme capacidad de la directiva actual para multiplicar a los socios. Es el caso también de la Confederación Nacional de Trabajadores Gráficos (CONAGRA) que superaba por poco los dos mil afiliados y ahora registra 3.126 integrantes.

La billetera gorda

«Con un millón de pesos se pueden conseguir varios miles de votos» agrega un ex secretario general de la organización, dando a entender que la administración de Martínez tiene como pocos el poder de manejar recursos sin un control estricto como en la mayoría de las organizaciones. Y en teoría puede aportar para dejar con las cuotas «al día» a sindicatos que el resto del tiempo.

Si no es así, el fuerte vínculo de la CUT con el gobierno queda de manifiesto en la cantidad de fondos que la multisindical ha recibido por distintos canales. En los últimos dos años, desde la Subsecretaría de Trabajo y gracias a la ley 19.862, que permite donaciones sin exigir prestaciones de vuelta, la central ha recibido un total de $137 millones.

Fondos que han ido a la Fundación Instituto de Estudios Laborales (FIEL), una corporación de derecho privado, integrada por personas de la misma directiva y a través de la cual se reciben los fondos. Entre otras organizaciones, la CUT recibe apoyo de la Fundación Frederich Ebert, ligada a la socialdemocracia alemana y que ayudó decisivamente a las organizaciones contra la dictadura. La entidad continúa elaborando políticas de apoyo en materia de formación sindical. No fue posible eso sí precisar la naturaleza de esta ayuda, ya que los representantes locales se encuentran fuera del país.

De cualquier manera la multisindical está lejos de financiarse únicamente con los cien pesos mensuales que paga cada uno de los afiliados. En el gobierno de Ricardo Lagos, a través de la Subsecretaría de Interior, la CUT recibió $298 millones provenientes del fondo social y otros $72 millones llegaron desde el fondo sindical que maneja la Subsecretaría del Trabajo.

Pero Martínez siempre ha logrado aquietar a la disidencia. En agosto de 2006 Jorge Pavez lo criticó por la poca transparencia en el destino de US$2,6 millones recibidos a cambio de los bienes confiscados durante el gobierno de Pinochet. Cuatro días después ambos dirigentes convocaron a una conferencia conjunta, declarando que habían «limado asperezas», sin que hasta ahora se sepa en qué se gastaron esos recursos.

Descrito como «muy desconfiado» por quienes lo conocen, no le ha temblado la mano para cortar de raíz con cualquier oposición interna. En 2003 se peleó con Diego Olivares militante DC, amigo suyo y presidente de la CUT a la muerte de Manuel Bustos. Ni una distendida reunión entre los dos y el ministro de la época Yerko Lubjetic en el Hotel Carrera salvó la relación. Olivares se fue y hoy es presidente de la UNT (Unión Nacional de Trabajadores).

El poder sin sombra

En 2005 Martínez se fijó en la militante socialista y dirigente de la ANEF Ana Bell y le encargó el departamento de Relaciones Internacionales de la Multisinidical. Exiliada en Bégica, Bell habla francés e inglés. En pocos meses consiguió fondos para levantar un Observatorio Laboral, que permitiera monitorear las actividades de las empresas multinacionales en Chile.

Los fondos vinieron de la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB en alemán), los alemanes exigían que los fondos no fuesen directamente a la CUT sino a una cuenta paralela. «Pero la cuenta siempre estuvo a nombre de Arturo Martínez, él y una persona de su confianza eran los únicos con acceso al dinero», cuenta Bell. Pronto, las posiciones se hicieron irreconciliables.

Otras versiones dicen que a Martínez no le gustó el exceso de protagonismo que su vicepresidenta estaba obteniendo. Lo cierto es que Ana Bell salió de la Central en medio de fuertes críticas lanzadas por Martínez, quien la acusó de hacer manejos oscuros con el dinero. Los alemanes viajaron a supervisar los avances del proyecto y decidieron no renovar los fondos. Hoy la página en el portal de la CUT está en mantención y la sindicalista se presenta en la lista «Convergencia Sindical». Como otros que han dejado de tener el beneplácito de Arturo Martínez prefiere no ahondar en sus críticas «por el amor que le tengo al movimiento sindical», dice. Aunque también influye el poder que tiene el histórico dirigente más allá de las murallas de Alameda 1346. «No solo está contento con ganar sino con que los que compiten pierdan en todo sentido», dice un ex dirigente.

Las cosas se manejan a su manera. Cuando Mario Bascuñán presidente del sindicato de la CUT lo demandó en 2006 por despedirlo de manera ilegal, ya que tenía fuero, él contestó la demanda diciendo que el sindicato de la CUT no existía por cuanto era una sola persona, mostrando como prueba las cartas de renuncia del resto de los afiliados. El Quinto Juzgado Laboral de Santiago consideró insuficientes estas pruebas y falló en contra de la Central representada por Martínez, el 3 de julio de este año.

Matrimonio por conveniencia

En un sistema que algunos califican como «un binominal de hecho», Martínez logró en las elecciones pasadas negociar con los comunistas los votos que le permitieron ser presidente y así mantener tranquila a la posible disidencia. «Si el Partido Comunista está a cargo de la tesorería por donde pasan los pagos, y la Secretaría, donde se confeccionan los padrones está a cargo de la gente de confianza de Martínez, las cosas siempre van a seguir igual» dice Miguel Soto, presidente de la Confederación de Trabajadores Metalúrgicos (CONTRAMET), quien además presentó un reclamo a la organización por irregularidades en el proceso eleccionario que culmina hoy.

Rodolfo Seguel, quién presidió el Comando Nacional de Trabajadores, antecedente de la CUT refundada en 1988, trabajó con Martínez, quien fue Secretario General del organismo y dice que es su amigo «pero no me gusta el sindicalismo que hace con padrones inflados y sin sufragio universal. Así el sindicalismo puede vivir muchos años pero no tiene ningún peso. Me llama la atención que todavía siga», asegurando, en todo caso, que volverá a ganar.

El estatus de un preso

¿Cómo llegó un militante de base a convertirse en el sindicalista más poderoso de Chile? Precisamente desde la Conagra, una de las organizaciones que parece tener sindicatos «inflados» para esta elección, proviene Arturo Martínez. En la época de la Unidad Popular era un dirigente de base asociado a los cordones industriales. Trabajaba en Alumsa, una empresa de perfiles de aluminio. «Arturo tiene una familia grande, de seis hermanos, todos participaban en política», cuenta Jorge Arrate, socialista, ex Ministro del Trabajo en el gobierno de Eduardo Frei y uno de sus amigos más antiguos «más allá de que hayamos pasado por distintas posiciones políticas», asegura.

Martínez es socialista desde fines de los ’70 y cuando se integró al gremio de los obreros gráficos era del MAPU. Desde entonces conserva su amistad con algunas de las figuras de ese movimiento, como el secretario general de la OEA José Miguel Insulza y el ex ministro Enrique Correa. Después, como otros MAPU, se inscribe en el PS en el período de la renovación socialista. Un antiguo militante de ese partido recuerda un episodio clave en su legitimación como dirigente de base. «En 1981 Martínez se fue preso junto a otros dirigentes por firmar un pliego de peticiones. Eso le dio un cierto status, nacional e internacional. Luego Manuel Bustos lo infló y se convirtió en Secretario General», asegura.

El buzón de la solidaridad internacional

En esos años, los trabajadores se agrupaban en la Coordinadora Nacional Sindical que luego formó parte del Comando Nacional de Trabajadores (CNT). Distintas versiones aseguran que Martínez y Manuel Bustos representaban la alianza de sus respectivos partidos (PS y DC) mediante la cual se articulaban los dineros que llegaban de la solidaridad europea, a los partidos que querían derrocar a Pinochet y que luego formarían la Concertación. «Manuel Bustos y Martínez, eran de los que manejaban esos envíos. Desde ahí establecen una profunda alianza de conveniencia, más que de ideas. Los dos usaban los partidos desde esa época», dice un dirigente que participó en el proceso. Algunos de los militantes socialistas aseguran que la posición inmejorable que tiene en el PS se la ganó gracias a su trabajo como «buzón» de los recursos que venían de afuera.

Seguel, asegura que el movimiento sindical recibía dinero desde Europa, «pero nunca esa plata fue a los partidos» indica, aunque reafirma que «Martinez fue armando una red de apoyos políticos y sindicales bastante interesante, siempre ha tenido el respaldo de su partido».

Un millón de amigos

En efecto, Arturo Martínez ha tenido el talento de ubicarse en prácticamente todas las facciones de su partido, sin que se note. En los ’80 fue parte de la «Megatendencia» junto a Marcelo Schilling y Jaime Gazmuri entre otros. En épocas más recientes estuvo cerca de la mesa que encabezó Gonzalo Martner y ahora tiene una excelente relación con la Nueva Izquierda que encabeza Camilo Escalona. Según publicó La Nación Domingo hace dos semanas, Escalona lo habría llamado para ofrecerle el cupo en la Cámara de Diputados que quedó vacante después de la muerte de Juan Bustos. Contradiciendo los deseos que ha expresado en privado, Martínez se negó, tal como lo ha hecho en público cuando se le pregunta sobre una posible candidatura al Parlamento.

Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas. Precisamente fue Escalona el que en 1995 suspendió su militancia por aceptar el apoyo de sectores de la UDI en su fallida candidatura de ese año a la presidencia de la CUT. «En el momento en que se perfilaba como el Presidente, dentro de sus filas hubo deserciones hacia la Democracia Cristiana y él se vio obligado a recurrir a votos fuera de la Concertación, fue un error forzado», dice Jorge Arrate, quién era embajador en Argentina cuando Martinez fue elegido a la cabeza de la Central en 2000. «Lo llamé para felicitarlo porque se lo merecía después de tanta amargura», cuenta Arrate, recordando que Arturo Martínez estuvo muchas veces preso y relegado en Chañaral. Ahora los que pueden temer la «proscripción» son todos los que estén en su contra.

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