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Nobleza obliga

Jorge Cuevas es el arribista chileno por excelencia. Con la diferencia que de pobre pasó a convertirse en el mecenas de Salvador Dalí y en el santiaguino mejor conectado en la Europa del siglo pasado. Con un »baile de máscaras» al estilo veneciano, este 4 de octubre se recuerda la fiesta que el impostado aristocráta organizó para celebrar el centenario de la República.


El año pasado resultó, pero no como esperaban porque "el espacio era muy grande y se veía un poco vacío. Este año pretendemos que sea más intimo", dice Marcela Espinoza, de la productora "FactoríaCultural", que organiza la segunda versión del "Baile de Máscaras" el evento inspirado en la fiesta organizada en el Palacio Concha Cazzote, una mansión en el Barrio Brasil, en octubre de 1912. De esa fiesta, inspirada en el carnaval de máscaras veneciano, se habló durante diez años en la socialité santiaguina . La versión programada para el 4 de octubre forma parte del proyecto "Santiago 1900" y cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y el Servicio Nacional de Turismo. "Obviamente tenemos fines de lucro, pero también queremos rescatar la cultura de Santiago durante los últimos cien años", cuenta Espinoza.



El amigo de Edwards Bello



El evento no se queda atrás en ambición. La primera puesta en escena estará a cargo de un grupo en vivo que interpretará la música que amenizaba las tertulias de principios de siglo. Luego habrá un recorrido por la música de los años 40′ hasta los 80′. Pero lejos la extravagancia más notoria serán los carruajes antiguos que esperarán en la falda del Cerro Santa Lucía para conducir a los invitados, vestidos a la usanza del siglo XVIII, hasta el Castillo Hidalgo. Los trajes se consiguen en El Baúl de la Abuela.



El anfitrión será un actor que personificará al Marqués de Cuevas, un personaje prácticamente olvidado y sobre todo resistido por la elite local. Pero que inspiró al productor y abogado PPD Norberto Salinas, responsable de destrabar el uso del Estadio Nacional para el concierto de The Police en diciembre del año pasado. Aparte de una lección de historia, el rescate de la figura de Cuevas representa de manera muy ilustrativa el arribismo nacional y la crueldad de nuestra clase alta, que jamás lo aceptó a pesar de que fue el chileno mejor posicionado entre la aristocracia europea.



Jorge Cuevas Bartholin era el último de 33 hermanos. Nació en 1885. Pertenecía a una familia "venida a menos" que vivió en un altillo de la calle Brasil. Amigo del escritor Joaquín Edwards Bello, Cuevas siempre sintió que pertenecía a esa aristocracia que Edwards a través de sus novelas demostró que despreciaba. Las crónicas que han tratado de rescatar a Cuevas del olvido dicen que en su necesidad imperiosa de arribar, frecuentaba sin dinero en los bolsillos el Club de la Unión y la Confitería Torres, epicentros de la gente "bien" a principios del siglo pasado, donde sus amigos de alcurnia pagaban los tragos.



El Rockefeller Chileno



Mientras estuvo en Chile nunca dejó de ser "Cuevitas", quien a pesar del desprecio solapado de la elite, logró entusiasmar a las señoras de la clase alta con su carisma construido a base de la fascinación que sentía por la pintura, el ballet, y la alta costura, intereses alejados de la órbita masculina en esa época y que ayudaron a cimentar su fama de homosexual.



De cualquier forma, Jorge Cuevas intentó casarse con Blanca Vergara, hija de José Francisco Vergara, ex ministro durante la Guerra del Pacífico y rico hacendado viñamarino, dueño de la Quinta Vergara. Pero fue rechazado. Al menos se han escrito tres libros que en distintos capítulos cuentan cómo Jorge Cuevas después de este hecho viajó a París. En "El Marqués de Cuevas y su tiempo (o Feópolis)" de Joaquín Edwards Bello, "Los Siete Pescados Capitales", de Fernando Villegas y "Siútico", el libro del periodista Oscar Contardo, editado hace algunas semanas.



En la "ciudad luz" empieza su historia fantástica. Conoció al príncipe ruso Felix Yusupov, involucrado en el asesinato de Rasputín. Instalaron la bouthique Irfe, donde Cuevas conoció a Margaret Strong Rockefeller, heredera de la acaudalada familia estadounidense. Jorge Cuevas viaja a Estados Unidos, funda un ballet para niños pobres y se convierte en el mecenas de Salvador Dalí. Luego de unos años vuelve a Europa con una billetera llena de petrodólares, se compra el título nobiliario de Marqués de Peñablanca (aunque popularmente será siempre "El Marqués de Cuevas"). Funda una compañía de ballet donde participan desde Rudolf Nureyev hasta Marcia Haydee, que luego sería coreógrafa del Ballet de Santiago. Cuevas murió en Cannes en 1961 prácticamente ignorado en Chile. Ocho años antes, en 1953 organizó una fiesta en Biarritz, a la que asistieron dos mil personas y que el Vaticano llegó a criticar por el despilfarro en L’Observatore Romano. Habrá que ver si la versión 2008 se le acerca un poco. Para comprobarlo puede conseguir sus entradas en www.puntoticket.cl

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