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El karma de Ricardo Claro

Desde que lo puso al aire en 1990, el empresario quiso que fuera el canal referente de la elite. Casi dos décadas después la estación está consolidada como la más vista del año, pero gracias a los sectores populares, que rayaron con Mekano y se ríen con Kike Morandé. Del noticiero pretendidamente influyente sólo queda un informativo que no logra despegar del cuarto lugar.


Nadie puede quitarle a Mega el puesto de canal más visto del año. Las cifras de rating lo avalan. Y aunque pudiera esperarse que su línea editorial fuera conservadora, propiamente tal, a imagen y semejanza de su controlador, el abogado y empresario Ricardo Claro, «en realidad el criterio es puramente economicista, la mayor parte de las decisiones se toman pensando en la plata», dice un antiguo productor de la estación televisiva.

Un buen ejemplo es el cambio programático que hicieron en julio del año pasado, acortando el espacio de farándula Mira Quien Habla en media hora, para poner justo en el horario de mayor sintonía La Nanny, una sitcom de baja audiencia en momentos que el éxito de Casado con Hijos tenía en la cumbre al formato.

La prensa creyó que era una decisión editorial, pero según un testigo del ajuste «quisieron vender además de papas fritas, carne y bebidas», aprovechando una franja que demostraba ser rentable. Pero el cambio duró poco y Mega se puso la tenida de guerra para igualar a su rival más directo: Chilevisión. Igualó el horario de su matinal Mucho Gusto con el de Gente como Tú, del canal de Piñera, y dejó que Mira Quien Habla compitiera a la misma hora con SQP. En farándula la batalla de las dos estaciones es feroz y no es extraño que los dos móviles se encuentren y alguno ofrezca dinero al entrevistado para tenerlo en directo.

La pantalla de oro

Los hechos demuestran que con una parrilla programática mucho más barata que la de la competencia, Megavisión se queda con la franja de la tarde, entre las 14:00 y las 19:00, donde han llegado a marcar 24 puntos, gracias a Veredicto y Caso Cerrado, respectivamente. Ambas, versiones de contiendas seudo judiciales, televisadas.

El resto de la franja no es más que un buen reciclaje, que incluye El Chavo del 8, teleseries mexicanas y «Cine Familiar», películas que en algunos días lograron igualar y todavía ganar a «Viuda Alegre», la fallida apuesta dramática de TVN durante el primer semestre. Entre medio, la estación estrenó hace dos semanas Next, adaptación local del dating show de MTV, que compite con Yingo, la versión 2008 de Metano, el espacio sobre el que Mega cimentó su condición de canal revelación en 2004. El año pasado Mega tuvo utilidades por $3.031 millones y en el primer semestre de este año llegan ya a los $2 mil millones, y con 9,4 puntos de sintonía promedio superan a TVN, Canal 13 y Chilevisión.

Las instrucciones de Hendaya

Este escenario tan alentador puede que deje más tranquilo a Ricardo Claro, acostumbrado a financiar -junto a sus socios minoritarios, por supuesto- las ingentes perdidas del canal hasta 2004.

Pero está lejos de concretarse la intención con la que Mega salió al aire el 23 de octubre de 1990: ser un canal influyente en la elite, una estación ABC1. Resultó todo lo contrario: el único segmento donde el canal se ha consolidado es en el de más bajos ingresos: C3 y D.

Eso sí, existe un reducto donde el dueño del canal se desvela día a día por revertir esa condición: el departamento de Prensa. Quienes trabajan ahí se enteran rápidamente «cuando algo en Hendaya gusta o no», cuenta un periodista de la repartición, refiriéndose al edificio de Hendaya 60, en Las Condes, donde Ricardo Claro tiene su cuartel general.

A Ricardo Claro le basta subir o bajar el pulgar para decidir el destino sus empleados en el canal. Lo bajó cuando Mauricio Israel dejó de ser la estrella del bloque matinal y el rostro favorito de los programas deportivos, querido incluso por María Luisa Vial, la señora de Claro, por culpa de un escándalo con el Servicio de Impuestos Internos, según confidencia alguien muy cercano al empresario.

Ahora el preferido es Guillermo Turner, desde marzo de 2006 gerente de desarrollo editorial del grupo Claro, que además del canal incluye el Diario Financiero y la revista Capital. Turner es uno de los pocos que en vez de decirle «el señor», como los demás, se refiere con cariño a él como «Don Richi». Turner tiene un cargo con plenos poderes, pero Claro sigue tomando decisiones en todo ámbito, incluso en los detalles. «La escenografía del noticiario estuvo meses parada porque a él (Claro) no le gustó», cuenta un periodista de la estación.

Los favoritismos de Claro pueden cambiar de un momento a otro pero siempre preferirá empleados con apellidos que le suenen familiares. «Por eso se trajo a la Catalina Edwards y por eso todo lo que hace Kike Morandé le cae en gracia, además de que le hace ganar plata», dice un director que ya dejó la estación.

Ahora, si el director ejecutivo del canal, José Miguel Sánchez, padre de la producción a bajo costo y la externalización, en lo que llevan la delantera, y el gerente de programación, Francisco Henríquez, son la clave del éxito en el área entretención, no ocurre lo mismo en Prensa, donde ni los guiños al «Journal Nacional» de O’Globo que tenía en 2006, ni la incorporación en abril de este año de Bernardo de la Maza, como conductor del informativo central, han logrado sacar a Meganoticias del cuarto lugar en sintonía.

Cuestión que no impide, según funcionarios en «servicio activo», que haya una cierta atmósfera de secretismo, donde no todo lo que se dice es confiable. «Los periodistas de Mega tenemos dos momentos felices, cuando llegamos y cuando nos vamos, el resto del tiempo siempre estamos buscando pega», cuenta un reportero.

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