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La distante relación de Soledad Barría con el Colegio Médico

Aunque al iniciar su gestión las expectativas de la colectividad apuntaban a trabajar codo a codo con el Minsal, el “encapsulamiento” de la ministra jugó en contra de ese objetivo. Hoy la frustración que genera la falta de diálogo, se traduce en un aislamiento de la titular de Salud con el gremio. A lo que se suma la distancia que el mundo político ha marcado con ella y donde la alternativa de que presente su renuncia antes de que se concrete una acusación constitucional en su contra por el caso del Sida en Iquique cobra cada vez más fuerza.


El 27 de enero del 2006 el Colegio Médico se vestía de fiesta: por segunda vez un colega se pondría la banda presidencial. La elegida era la electa Presidenta Michelle Bachelet, que fue homenajeada ese día por más de 200 facultativos en el Auditorio Salvador Allende del edificio de Esmeralda 678.

Las expectativas eran altas. Sobre todo porque prometía un gobierno ciudadano y participativo, donde el llamado que hizo en su discurso de ese miércoles incluía al gremio en esa fórmula, recalcando que tenían “mucho que aportar”.

También participó en el evento la doctora María Soledad Barría, que unos días después fue anunciada como la nueva encargada de la cartera del sector. Lo que también creó altas expectativas, ya que, así como con Bachelet, existía con ella gran afinidad por el común rechazo a la reforma del sistema plasmada en el Plan Auge. Así, con dos miembros de la orden médica a la cabeza del Estado el escenario se preveía muy auspicioso.

De hecho, en la editorial del primer número de ese año de la revista institucional, el entonces Presidente Juan Luis Castro auguraba una nueva fórmula de trabajo, donde los distintos actores tendrían relevancia. “Ambas han dado muestras de creer en la participación y en el diálogo”, escribía el médico.

La apuesta del gremio apuntaba a doblarle la mano a la antagónica relación con las autoridades del sector marcada a fuego por los tiempos en que empezó a gestarse la reforma a la salud, “con un equipo que la manejaba incluso al margen de la propia ministra de la época (Michelle Bachelet)”, recuerdan fuentes del sector. “Sabíamos que habían proyectos en desarrollo, solicitábamos información al Minsal y nos decían que no había nada, y al final nos enterábamos cuando eran presentados en el Congreso”, explican las mismas fuentes.

Y la forma de terminar con esta exclusión era lograr una alianza con el Minsal y otros actores para poder trabajar en conjunto y alineados a la hora de “pelear” por recursos para la salud pública frente al Ministerio de Hacienda, o lograr imponer iniciativas en el Parlamento.

Círculo impenetrable

Pero las cosas no fueron como se esperaba. No hubo reuniones periódicas ni un trato distinto con el gremio. Según los galenos, lo que definió las relaciones fue el “estilo” de la ministra, que tiene un círculo de colaboradores “bastante cerrado e impenetrable”.

Fórmula que, según grafican en la colectividad, no corresponde sólo a la ministra sino que se extiende a las subsecretarías -de Jeanette Vega y Ricardo Fábrega-, y también a los funcionarios en general.

Pero cuando se terminó de delinear cómo se venía la mano realmente, fue tras la convención anual del Colegio Médico en abril de 2007. Al evento fue invitada Barría y allí le plantearon una serie de propuestas sobre las que se abrió una mesa de negociaciones que terminó con el acuerdo de octubre de ese año.

“Pero nos costó mucho avanzar. Nosotros insistíamos en que los médicos éramos objeto de una serie de discriminaciones y por parte de la autoridad hubo mucha frialdad, por lo que nos obligó a movilizarnos y desplegar una campaña nacional. Allí se produce el distanciamiento”, recuerda el presidente del gremio, Pablo Rodríguez.

Incluso, fuentes de la cartera de Salud plantean que producto de esas negociaciones se generaron heridas que no pudieron cerrarse.

“Cuando asumió teníamos muchas expectativas de poder trabajar con ella,  que siempre había estado vinculada al sector público. Entonces había cierta sintonía. Pero eso después no se concretó”, explica Rodríguez, que fue compañero de la universidad y es amigo de Barría. Lo que ha creado gran frustración al interior del grupo de profesionales.

Cambio de directiva, mismo estilo

La distante relación entre los médicos y la cartera de Salud no cambió luego de que Rodríguez sucediera a Juan Luis Castro en el cargo en junio pasado. Lo que quedó más que claro tras una reunión formal con Barría luego de que asumiera la nueva mesa, donde presentaron planteamientos relacionados con el déficit de camas del sector, la necesidad de contratación de especialistas y otros puntos. Luego de eso no hubo nuevas conversaciones. Y mucho menos se ha iniciado un trabajo en conjunto.

Que las cosas no andan bien entre el gremio y la Secretaria de Estado quedó claro el miércoles, cuando Rodríguez afirmó que la “responsabilidad política” del caso del Sida en Iquique debía ser asumida por Barría.

“La visión del Minsal es que la responsabilidad de dirigir y gobernar es de ellos y que sólo ellos manejan los temas. Es cierto que participamos en reuniones de fortalecimiento de la salud pública pero no se ha concretado en acciones que permitan enfrentar los problemas complejos en que estamos enfrascados”, explica Rodríguez, aludiendo a casos como la renuncia del director del Hospital de Talca por reducción de presupuesto, el colapso de los servicios de urgencia.

A estas alturas se asume que todo corresponde a un estilo que se ha impuesto en el sector, donde impera la poca participación y “las cosas se dan por consumadas”.

“Uno se entera cuando todo ya está hecho, sin posibilidad de actuar. Tenemos roles distintos, pero podemos trabajar en conjunto y potenciarnos. Nosotros tenemos mucha información que nos dan los médicos de las cosas que les ocurren día a día en los hospitales, lo que hubiéramos querido dialogar y compartir”, concluye el líder del gremio.

 

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