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La maldición que ronda a la presidencia DC

El sillón presidencial de la Democracia Cristiana guarda emblemáticos recuerdos ingratos para quienes lo ocuparon alguna vez. El más reciente fue la renuncia de cuatro páginas de la senadora, Soledad Alvear. Para la mayoría ha sido un trago más amargo que dulce y muchos coinciden que es una máquina de moler carne, no recomendada para quienes aspiran a competir por La Moneda. Aquí un recuento de algunos casos.


En la Democracia Cristiana cuentan que el Ministro de Relaciones Exteriores, Alejandro Foxley y el expulsado senador y presidente de la Cámara Alta, Adolfo Zaldívar, habían bautizado la presidencia del partido como el “Sarcófago de Oro”. La denominación respondía a que, si bien la conducción de un conglomerado político era un puesto al que cualquier militante aspiraba, sus costos siempre eran más altos. Una máquina de moler carne, como informalmente le llaman algunos. Un viejo militante lo resume así: “Le dicen así porque realmente es estar muerto, lujosamente, pero muerto al fin y al cabo”.

Quienes logran llegar a ese puesto tienen algunos beneficios, como estar en la cima de las definiciones políticas, no sólo al interior de una tienda sino que también del gobierno. Los presidentes de partido, entre otras cosas, participan activamente de las reuniones de Comité Político del mandato de turno y tienen línea directa con el Presidente (a) de la República. Según reglas internas, pueden escoger el distrito por el que quieren competir para llegar al Parlamento y tienen más poder que un ministro de Estado. El cálculo es fácil: existen 22 ministros (as) en el gobierno versus cuatro presidentes de partido. El poder de decisión es un factor que se debe calcular sobre todo cuando se trata de partidos ordenados, donde sus militantes acatan sea cuál sea la decisión.

La renuncia de la senadora Soledad Alvear a la conducción del partido y a sus aspiraciones presidenciales, hicieron recordar a algunos militantes los episodios donde la mayoría de quienes han ocupado el principal cargo han terminado en incómodas posiciones.

Con la excepción del ex mandatario, Eduardo Frei, quien dejó de ser el timonel DC para ocupar la primera magistratura, las historias del resto de los timoneles falangistas cuentan con muchos sinsabores. 

Por eso, muchos fueron quienes le sugirieron a Alvear que dejara de ser presidenta para centrarse en su candidatura presidencial. Pero la ex ministra se negó y pensó que sería mejor seguir al mando. De hecho, en algún minuto en su círculo se determinaron vocerías para despejarle su agenda. Esta idea había tomado fuerza justamente por la historias que algunos presidentes de a falange arrastraban consigo.

El Jahuelazo de Alejandro Foxley

Encabezó el Partido Demócrata Cristiano a mediados de los ‘90. Su caso es uno de los menos recordados por la opinión pública, pero que al interior de la DC aún está latente. Sobre todo porque tuvo de protagonista al colorín Adolfo Zaldívar, uno de los ex militantes que hoy se encuentra en calidad de archienemigo de la falange. En ese tiempo el Canciller se había perfilado como presidenciable. Foxley es uno de los pocos políticos de la Concertación que siempre ha contado con un notable reconocimiento y aprobación de la ciudadanía.

El Jahuelazo fue una Junta Nacional Ampliada realizado en las Termas de Jahuel, donde Foxley recibió uno de los peores golpes en su carrera política. Adolfo Zaldívar junto al ex senador Rafael Moreno y al ex ministro Enrique Krauss, hicieron un “autoconvocado” para llamar a dicha cita porque contaban con las firmas para hacerlo, y desató la rebeldía al interior de la DC. El episodio terminó con la renuncia del ex ministro de Hacienda, absolutamente debilitado por la operación. Inmediatamente, sus aspiraciones presidenciales se hundieron.

Enrique Krauss y su retiro voluntario

Para llegar a ser presidente de la DC, el ex ministro Enrique Krauss tuvo que ir a una peleada elección con el dirigente y esposo de Soledad Alvear, Gutemberg Martínez.

Lo más difícil para Krauss, en una elección que estuvo marcada por polémicas, fue conducir las primarias entre el ex senador Andrés Zaldívar y el ex mandatario Ricardo Lagos en 1999. Uno de los episodios más recordados de este enfrentamiento fueron las imágenes donde se mostraba el cajón de madera que había ocupado Zaldívar, por su corta estatura, en el debate con Lagos,  y la fotografía donde éste le levanta la mano quedando en una posición muy inferior debido a su tamaño.

Luego de perder esas primarias Krauss renunció a la presidencia del partido con pocos recuerdos satisfactorios, según un cercano. La derrota hacía insostenible que se mantuviera en el cargo: con una campaña sin contenido ni propuestas, Zaldívar recibió un knock out de 28,6 por ciento contra un aplastante 71,35 por ciento de Lagos.

“León el breve” y el Gute

Cuando Krauss dejó la presidencia la DC quedó sin una directiva formal. Por eso debió asumir el actual diputado Roberto León, a quien apodaron “León el breve”, por lo corto de su periodo. Cuando llega el momento de iniciar la campaña presidencial de Lagos, la DC convocó a una Junta Nacional para elegir directiva. En la cita fue nominado Gutemberg Martínez, quien tuvo la responsabilidad de llevar adelante en nombre del partido la campaña del ex presidente. Función que se vio eclipsada por el rol que tuvo su esposa en la segunda vuelta como jefa de campaña.

El problema vino después, cuando Lagos ya ganador tenía que formar los equipos que trabajarían en su gobierno. Según un miembro de la directiva encabezada por Martínez, se habían hecho ternas y quinas justas para representar a todos los lotes del partido. Pero Lagos, a pesar de las listas enviadas por el “Gute”, escogió sólo nombres del mundo “guatón” de la DC lo que provocó la irá de muchos, entre ellos, la del diputado Pablo Lorenzini que lo subió y lo bajó por la prensa.

La pugna terminó con la renuncia del Gute, pues argumentó que los cuestionamientos hacia su persona habían llegado al plano personal y familiar. Algunos DC recuerdan que lo que menos le dijeron es que había llevado hasta a “su perro” al gobierno de Lagos.

El patinazo de Ricardo Hormazábal

De todos los casos, probablemente el de mayor repercusión pública fue el de Ricardo Hormazábal, quien se hundió políticamente luego del “vergonzoso error” en la inscripción de la lista de candidatos al parlamento. Lo que implicó salir a suplicar un acuerdo político instantáneo para aprobar una ley especial.  La UDI ayudó a arreglar el entuerto. Luego de todo lo que significó el tristemente célebre episodio, en algunas editoriales de ese tiempo se hablaba de “un hombre muerto caminando”. El dato objetivo es que luego del “error” Hormazábal nunca más volvería a la primera líneas de la política. “Fue penoso porque él se había convertido en un gran líder para la DC”, recuerda un cercano.

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