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«Hacer crónicas es como fabricar armas»

Uno de los periodistas chilenos más conocidos en Latinoamérica reúne lo mejor de su blog publicado en el diario Clarín, donde se dedica hace tres años a desmenuzar los mitos argentinos, pero sobre todo a dejar que los lectores se expresen. Militante del periodismo digital, es un freelance a la vena, no tiene oficina y fundó el «periodismo portátil», del que ya dicta talleres donde la sala puede ser cualquier lugar donde quepa un notebook y haya conexión a la red.


Rubén Blades, el cantante, actor y político panameño, decía que cuando las discusiones se ponían álgidas, él sacaba su Master en Derecho de Harvard, que era como poner «una Colt.45 sobre la mesa». Juan Pablo Meneses, tal vez el periodista chileno joven más famoso fuera de Chile, con humildad hace algo similar cuando confesamos lo que él ya sabe: fuera del «exclusivo» mundo periodístico  no lo conoce prácticamente nadie.

«Soy columnista de Clarín, de la revista SOHO de Colombia, de la revista Emeequis de México y tengo un blog de periodismo en Etiqueta Negra. Soy corresponsal en Buenos Aires del sitio español Soitu, tengo un blog en el sitio español Clubcultura, y además colaboro en diferentes medios. He publicado en medios de más de 15 países y me han traducido a 5 idiomas», aclara Meneses. Son las revistas donde a muchos periodistas de habla hispana le gustaría colaborar. Pero Meneses cultiva el bajo perfil y a cambio de aprovechar los laureles de una carrera que podría tenerlo en un puesto ejecutivo de alguna gran cadena, se lanzó al vacío del freelance. Algo más arriesgado todavía en tiempos de la crisis económica y la de los medios de papel que viene desde mucho antes.

«Cada tanto me preguntan si me fui de Chile porque no me pescaron, y siempre digo que no. En pocos años logré hacer las cosas que quería: viajar donde había una buena historia y publicar en medios importantes y masivos, que son los medios ideales para publicar. El problema vino cuando tuve que elegir entre ingresar a tiempo completo a una redacción o seguir de freelance. Nunca me interesó entrevistar al Presidente o sacarme una foto con la última banda que iba a Chile a tocar, quería algo más simple, no tan importante como el ‘periodismo serio’: quería salir, viajar, escribir historias de otros lados, conocer gente de otros países, buscar historias en países raros… y sobrevivir de eso. Vivir de eso. Entonces, me tenía que ir. Hacer crónicas es como fabricar armas, y en un país sin guerras, el que fabrica  armas tiene que salir a venderlas afuera», dice.

Eterno freelance

Lo de Meneses es al menos atípico, en un país donde los periodistas parecen conformarse con cualquier trabajo de contrato indefinido. Él  prefiere boletear a tener contrato y encima escoge la crónica, que es como ese pariente «loco lindo» en la familia de los géneros periodísticos: a todos los editores les cae bien, pero ninguno lo toma realmente en serio, tal vez por la creencia torpe de que significa poco reporteo, mucha opinión y falta de objetividad.

«La gente que publica temas de Chile en revistas internacionales,  lo hace por hobby o por sumarse una medalla, no viven de eso, son periodistas de planta que se transforman en freelance los fines de semana. Eso es porque en Chile no hay muchos medios que compren. No sé cómo lo hacen los freelance de jornada completa para sobrevivir vendiendo historias sólo en Chile», admite Meneses.

Con «Crónicas Argentinas», Meneses completa cinco libros de periodismo, uno de ellos Sexo&Poder (2003) mostró los decorados de Santiago que adornaron el caso Spinniak: la Plaza de Armas, los café con piernas, los tribunales de justicia. Ese fue la mejor prueba que el oficio de Meneses  no está en Chile. Algunas reseñas lo criticaron porque no era un buen libro de investigación.

«¡Y no era un libro de investigación! Era darle una nueva mirada a todos los escenarios donde había transcurrido el escándalo de la era Spiniak. Repasar los sitios por donde los periodistas serios pasaban rápido, esperando agarrar una cuña. En todos esos lugares había algo, que intentaba explicar una situación mayor más allá de la contingencia. Mostrar pequeños mundos, para armar una trama más amplia y general, que permitiera pensar todo lo que sucedía de otra manera. ¿Sabes cuál es la gracia de eso? superar la contingencia. La literatura ayuda al periodismo a limpiar los fenómenos de contingencias, contextualizarlos, darles universalidad y atemporalidad. Todas cosas que, entiendo, pueden sonarle a chino a un periodista de dato duro», dice.

El extranjero

Desde 2003 Juan Pablo Meneses escribe para Clarín la serie «Crónicas Argentinas» donde se da el lujo de analizar hasta hoy  en estilo de cronista y no de sociólogo barato, los grandes mitos argentinos, desde el mate y la carne hasta Eva Perón, Maradona y el Che, donde uno de los más comentados fue el que se refería al «El Che de los gays», Víctor Hugo Robles. La serie tiene el único fin de hacer hablar a los argentinos. «Yo no estoy ahí para sacar conclusiones, ni dictar cátedra. La gracia del blog es que lo armé en base a preguntas, preguntas lanzadas al aire y que los comentaristas fueron respondiendo. Yo digo que Crónicas Argentinas es un gran diván, abierto las 24 horas los siete días de la semana, donde los argentinos entran a analizarse, a hacer una terapia contando sus experiencias personales de sus mitos de siempre», afirma.

Con esta serie Juan Pablo Meneses se convirtió en militante del periodismo digital, una rareza hace tres años, que comprensiblemente no fue entendida por Emol cuando el periodista les ofreció hacer un blog con las crónicas de un chileno que vive afuera. No las quisieron no más. «No estoy ahí para sacar conclusiones, ni dictar cátedra. La gracia del blog es que lo armé en base a preguntas, preguntas lanzadas al aire y que los comentaristas fueron respondiendo. Yo digo que Crónicas Argentinas es un gran diván, abierto las 24 horas los siete días de la semana, donde los argentinos entran a analizarse, a hacer una terapia contando sus experiencias personales de sus mitos de siempre. Con sentimientos, con insultos, con ataques, con buenas intenciones».

No hay que leer entre líneas para darse cuenta que Juan Pablo Meneses es un estandarte del periodismo digital. De hecho, puede decirse que inventó un género, el «periodismo portátil», a través de su sitio juanpablomeneses.com se puede optar a talleres disponibles por Internet para periodistas  de toda Iberoamérica. El único requisito es escribir desde cualquier parte, tal cual él escribió el libro «Equipaje de Mano» desde distintos cibercafés.

 Meneses defiende con furiosos argumentos a las nuevas posibilidades que da Internet. En el libro incluye algunos de los posteos e incluso el relato de cómo se junta con algunas de las personas que opinan.

-¿Qué piensas de los comentaristas de Internet? Aquí tenemos una larga discusión sobre el valor real de los posteos.

Los comentaristas anónimos cambiaron la forma de escribir una sociedad. En estos momentos, mientras todos hablamos de crisis económica o de crisis del papel, se está desarrollando una terrible y secreta y oscura guerra. Una guerra mayor que la de Irak y que la narcoguerra mexicana. Es la guerra entre los comentaristas conocidos y los comentaristas de Internet. Entre los líderes de opinión y los opinadores de blogs. Y esa guerra, para desgracia de los líderes de opinión, la está ganando por goleada el comentarista anónimo. Por eso, los comentaristas conocidos los acusan públicamente de fachos, de xenófobos, de idiotas.., como si eso fuera algo inventado por Internet. Basta ver la transmisión de un partido por las eliminatorias, para entender que todas esas características negativas el comentarista las recibe y aprende y absorbe de los opinadores oficiales. El triunfo del comentarista anónimo es el gran fracaso y la gran crisis terminal del opinador público ¿Quién informó y formó a los comentaristas mediocres, malos, agresivos, ignorantes? ¡Los medios!

«Crónicas Argentinas» es editado por Norma, ya está a la venta  y llegará con pocos ejemplares a Chile, por eso el autor recomienda «encargarlo a los que vengan a Buenos Aires para Semana Santa».

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