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Piñera hace llamado a la unidad frente a polémica por el aumento de la pobreza

Además de instar a todos los sectores a no enfrascarse «en divisiones o peleas pequeñas», anunció que dará celeridad a medidas como el ingreso ético familiar y la creación del Ministerio de Desarrollo Social. Y culminó su discurso de sólo siete minutos con una frase que utiliza de manera recurrente: «Arriba los corazones, porque vienen tiempos mejores».


«Arriba los corazones, porque vienen tiempos mejores». Con esa frase terminó el Presidente Sebastián Piñera un mensaje por cadena voluntaria de radio y televisión emitido la noche de este miércoles y en el cual ratificó el compromiso de su administración de «derrotar la pobreza extrema».

En sólo siete minutos, el mandatario se refirió a los resultados de la encuesta de Caracterización Socio Económica (Casen) para el período 2006-2009 , explicando que durante ese período «355 mil compatriotas entraron al doloroso mundo de la pobreza», ante lo cual la cifra de personas en tal condición supera los 2,5 millones.

Piñera aseguró que ante tal dato, está la opción de «romper el termómetro que mide la fiebre y enfrascarnos en divisiones o peleas pequeñas; o bien unirnos en generosidad y con grandeza para enfrentar las verdaderas causas de la pobreza».

Y agregó que «a pesar de este doloroso retroceso, como Presidente de Chile quiero ratificar nuestra mas firme convicción y compromiso de que vamos a derrotar la pobreza extrema durante nuestro gobierno y vamos a sentar las bases para que antes de que termine esta década hayamos superado la pobreza y devuelto la alegría de vivir a todos nuestros compatriotas», expresó.

De esta forma, el jefe de Estado anunció que tomará forma la iniciativa para establecer el Ingreso ético Familiar y que durante este año va a cumplirse con la creación del Ministerio de Desarrollo Social, para garantizar una administración eficiente de los recursos del área.

La siguiente es la transcripción completa del mensaje del jefe de Estado:


Chilenas y chilenos:

El 11 de marzo, en mi primer mensaje como Presidente, me comprometí a gobernar para todos los chilenos, pero con un cariño y una preocupación muy especial por los más pobres y la clase media. Y, por sobre todo, hablarles siempre con la verdad, por dura que ella sea.

Ayer compartí con ustedes una verdad triste y dolorosa. La pobreza en Chile, que venía cayendo desde el año 90, se incrementó, y muy significativamente en el período 2006-2009.

Durante estos 3 años, 355 mil compatriotas entraron al doloroso mundo de la pobreza. Y como resultado de este triste retroceso, hoy la pobreza afecta a más de 2 y medio millones de chilenos.

Detrás de estas cifras, que para algunos pueden parecer frías e incluso distantes, están vidas humanas, los rostros desconsolados, las esperanzas frustradas de millones de hombres y mujeres, niños y adultos.

En mis permanentes recorridos por Chile, he visto con mis propios ojos el dolor y sufrimiento que la pobreza significa. Pero he visto también, el coraje y la esperanza de quienes luchan todos los días por salir adelante junto a sus familias.

Además, estas cifras esconden otra dura realidad: la de millones de chilenos de clase media que viven con el temor de perder su trabajo, de enfermarse o de llegar a la vejez, porque saben que ello les puede significar caer también en la pobreza.

Esa, queridos compatriotas, es nuestra realidad. Algunos querrán evadirla, otros explicarla, pero nadie puede ignorarla ni dejar de enfrentarla.

Frente a ella tenemos dos opciones: romper el termómetro que mide la fiebre y enfrascarnos en divisiones o peleas pequeñas, o bien, unirnos con generosidad y con grandeza, para enfrentar las verdaderas causas de la pobreza.
Nuestro Gobierno ha optado firmemente por el segundo camino, porque de otro modo, la batalla contra la pobreza la seguiremos perdiendo, sin siquiera haberla peleado.

Por eso, hoy quiero compartir con todos ustedes un mensaje de fe y de esperanza. A pesar de este doloroso retroceso, como Presidente de Chile quiero ratificar nuestra más firme convicción y compromiso de que vamos a derrotar la pobreza extrema durante nuestro Gobierno y vamos a sentar las bases para que, antes que termine esta década, hayamos superado la pobreza y devuelto la dignidad y la alegría de vivir a todos nuestros compatriotas.

Ésta es una causa que merece la unidad. Éste es un desafío que juntos podemos conquistar. Éste es un imperativo ético y moral, de nuestra generación, la generación del Bicentenario, del cual nada ni nadie nos desviará.

Más allá del ciclo económico, todos conocemos, y desde hace mucho tiempo, las verdaderas causas de la pobreza y la excesiva desigualdad. La falta de buenas oportunidades de empleo, el estancamiento de la calidad de la educación y el debilitamiento de la familia, son esas causas.

Por eso quiero ratificar hoy día, el compromiso solemne de nuestro Gobierno de luchar y ganar cada una de estas batallas. Y a poco más de 120 días de haber asumido como Presidente, tengo la alegría y la satisfacción de anunciar que vamos por buen camino.

En materia de trabajo, durante la campaña nos comprometimos a crear un millón de nuevos empleos. Es decir, 200 mil por año. Hoy tengo la más plena convicción de que no sólo vamos a cumplir esa meta, sino que la vamos a superar, creando 250 mil nuevos y buenos empleos este año 2010. Además, este año volveremos a crecer a cifras cercanas al 5%. Y el próximo lo haremos con aún más fuerza.

En materia de educación, que es la madre de todas las batallas, quiero reiterar nuestra firme voluntad de invertir mucho más y enfrentar todos los obstáculos que sean necesarios para darle a nuestros hijos una educación de calidad, como se merecen y necesitan. Pero a cambio de este esfuerzo, vamos a exigir y vamos a obtener, de nuestros estudiantes, profesores, padres y escuelas, y de nuestros pedagógicos, mayores compromisos y mejores resultados.

También vamos a fortalecer la familia, que es sin duda el lugar sagrado, donde recibimos amor, comprensión y formación, y que es también el instrumento más poderoso para luchar contra la delincuencia, contra la droga y contra el alcoholismo.

Con los programas Vida Sana, Vida Nueva y Chile Protege, avanzaremos con mucha fuerza hacia una familia cada vez más fuerte, más unida y más feliz.

Sin duda, estas acciones toman su tiempo en generar resultados fecundos. Y tiempo es lo que no tenemos. Porque como muy bien dijo el Papa en su visita a Chile: “los pobres no pueden esperar”. Y todos sabemos que ya han esperado demasiado.

Por eso tenemos que mejorar, y ahora, la eficiencia y focalización del gasto social, para que no se quede atrapado en la burocracia ni se desvíe de su justo destino y llegue, ahora y con eficacia, a los más pobres, a la clase media, a los que más lo necesitan. Para lograr este objetivo, crearemos este año el Ministerio de Desarrollo Social.

También, el próximo año comenzaremos a implementar el Ingreso Ético Familiar, que va a permitir suplementar los ingresos para que todas las familias puedan superar su condición de pobreza o evitar caer en ella.

Y a cambio, las familias beneficiadas deberán cumplir con requisitos básicos, pero fundamentales, como que todos los niños asistan a la escuela y tengan sus controles de salud al día, y que los que estén en edad de trabajar, trabajen, busquen trabajo o se capaciten, de forma de no desincentivar el esfuerzo que cada familia puede y tiene que hacer para salir adelante.

Adicionalmente, y a partir del próximo año, tendremos una nueva ficha de protección social, que no castigue a las familias vulnerables por el solo hecho de esforzarse, ni tampoco margine a las familias de clase media que sin duda también necesitan la ayuda solidaria del Estado.

Finalmente, y aplicando la sabiduría de una buena madre, que cuando tiene un hijo enfermo le toma la temperatura varias veces al día, vamos a aumentar la frecuencia con que se mide la pobreza en nuestro país, para no tener que esperar años para corregir los errores o enmendar el rumbo.

Chilenas y chilenos:

Es tiempo de unidad y no de división. Es tiempo de confianza y no de frustración. Es tiempo de optimismo en el futuro y no de anclarnos en el pasado.

Son más de dos millones y medio los compatriotas que tienen puestos sus ojos, sus sueños y sus esperanzas en nosotros. No los podemos defraudar. No los vamos a defraudar.

Por eso, a ellos y a Chile entero les digo: arriba los corazones, porque vienen tiempos mejores, que nos van a permitir a todos tener una vida más plena y más feliz, junto a nuestras familias.

Muchas gracias y que Dios los bendiga a todos.

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