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El hospital de Copiapó, primer destino de los 33 mineros

Serán sometidos a exámenes exhaustivos tras el rescate, para medir las secuelas del encierro. Temen por la salud psicológica o las enfermedades a largo plazo y los efectos del ascenso en la cápsula Fénix.


El hospital de Copiapó está en alerta porque, en cuestión de horas, comenzará a recibir a los 33 mineros. Los esperan con las camas tendidas y las ventanas bloqueadas para que no los moleste el sol.

Será el primer destino al que serán transportados los hombres, una vez que sean rescatados de las entrañas de la tierra, más de dos meses después del derrumbe de un yacimiento de cobre en pleno desierto de Atacama.

Copiapó ha visto alterada su rutina, con los preparativos para la salida de los mineros. En el centro médico ya se han reforzado los turnos de enfermeras, especialistas y médicos clínicos o «internistas».

La fachada del edificio luce impecable, recién pintada, con un cartel de color blanco que parece apenas estrenado, con el nombre destacado: «Hospital Regional San José del Carmen».

«Pudimos arreglarlo», dice a BBC Mundo el portavoz del centro, Abel Olmos Sarria. Eso, pese a que en dos años el centro de salud se mudará a un edificio aledaño. El actual, remozado para ser el escenario médico de la gran operación de rescate, será demolido sin más.

Por la puerta principal, entran los lugareños a hacer fila en la sala de urgencias. Otros descansan y conversan en las sillas de afuera, entre perros sin dueño y vendedores de flores y empanadas.

En pocas horas, la escena pueblerina se transformará radicalmente con la llegada de cientos de curiosos y periodistas. Para ordenarlos, se han instalado vallados en la calle y se ha establecido que el ingreso de los mineros se hará por una entrada trasera, en una ruta de ambulancias alejada de la vista de todos.

Salas VIP

Los mineros llegarán hasta aquí tras un viaje en helicóptero, de entre 9 y 12 minutos, seguido de otro trayecto en ambulancia. En el simulacro organizado por el gobierno, el operativo demoró 23 minutos, con una aceitada ejecución por parte de los guardias hospitalarios y la escolta de una decena de motos policiales.

Así se hará si lo permite la neblina, advierten las autoridades: la «camanchaca» típica de este paraje podría dificultar los traslados aéreos y obligar a cubrir por tierra los 45 kilómetros que separan al hospital de la mina.

Los ingresarán en camilla, silla de ruedas o –de cumplirse los pronósticos de los supervisores médicos- muchos de ellos lo harán caminando. Los últimos reportes de salud, tras los exámenes practicados en el refugio subterráneo, señalan que los 33 están en buen estado.

Por corredores de paredes moradas y azules, con carteles de bienvenida colgados en su homenaje, los pacientes llegarán a alojarse en los pisos superiores. El segundo y el tercero, con «régimen hospitalario y tratamiento VIP», según cuenta a BBC Mundo una médica, que ya sabe que entrará a la guardia tan pronto el rescate esté en marcha.

«Estarán distribuidos entre las ocho habitaciones del segundo piso, que tienen dos camas cada una, y la Unidad de Cuidados Especiales de la tercera planta, que tenía originalmente 10 camas y se la ha reacondicionado para poner 17, en semicírculo alrededor de la estación de enfermería», detalla Olmos Sarria.

Allí recibirán visitas de médicos especialistas y familiares, en dosis más generosas que los pacientes comunes.

Pulmones, piel y ojos

Radiografías, evaluaciones dentales, pruebas dermatológicas, exámenes de laboratorio. Con una batería de tests, los médicos intentarán medir las secuelas del encierro en las anatomías de los mineros.

En particular, los cuadros respiratorios y los problemas de piel se anticipan como los más frecuentes. Muchos deberán someterse a un régimen de ejercicio para recuperar la pérdida de masa muscular, estimada en hasta un 10%, y los tratamientos odontológicos estarán a la orden del día.

«Algunos de ellos tienen enfermedades crónicas que pueden descompensarse durante este último período de rescate y por estas condiciones me refiero fundamentalmente a diabetes, hipertensión arterial tenemos un paciente con fibrosis pulmonar y restricción pulmonar crónica que nos ha dado mucho trabajo», dijo el ministro de Salud, Jaime Mañalich, en entrevista exclusiva con BBC Mundo.

Y agregó: «Hay algunos que han presentado enfermedades nuevas desde que están en la mina, específicamente infecciones bastante importantes por hongos, dada la humedad que hay en la mina».

Viaje de riesgo

También preocupa a los expertos las posibles consecuencias del ascenso en la cápsula Fénix, la maniobra principal del salvataje, por el estrecho túnel de 630 metros de largo. Anticipan que varios podrían sufrir hipertensión por la velocidad del viaje, así como trombosis pulmonar o venosa.

Para contrarrestarlo, les están administrando dosis de aspirinas desde el sábado, según informó el ministro.

Por otra parte, la cobertura de los vidrios del hospital con una malla negra está pensada para compensar otro de los problemas asociados a la prolongada estadía subterránea: la sensibilidad a la luz y los daños oculares.

«Pueden presentar irritación ocular, pero en mi opinión es poco probable que tengan daños severos o irreversibles», desestimó el jefe de Oftalmología del hospital, Luis Salinas.

Permanecerán, en total, unas 48 horas en observación, incluso aquellos mineros que muestren mejor estado. Para cuando salgan, el gobierno les ha ofrecido un mínimo de seis meses de apoyo psicológico.

Y se irán seguramente con una recomendación: estar atentos a cualquier síntoma de enfermedades que podrían desarrollarse en el largo plazo, desde la tuberculosis pulmonar al estrés post-traumático, después de la pesadilla que les ha tocado vivir bajo tierra.

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