Aunque no se sabe aún si el ministro de Defensa se atreverá a arriesgarse en una aventura presidencial, o cuándo lo definirá, su actuación está siendo sometida a permanente análisis desde su sector. Lo que está claro es que ha acumulado un capital político que debe mantener a toda costa hasta que el tema se decida en la derecha, por lo que es bien visto en RN que su reposicionamiento vaya acompañado de la generación de redes transversales en el sector.
Mientras en la derecha toma fuerza la disputa entre quienes se niegan a adelantar la carrera presidencial y los que estiman que hay que dar señales claras acerca de quiénes son las reales cartas del sector, el ministro de Defensa, Andrés Allamand, se está moviendo discretamente. Ha dado todas las señales de querer evitar subirse, de una, al carro de los precandidatos. Pero en RN sostienen que debe ser imposible para él sustraerse de la efervescencia que ha generado, en el partido, el crecimiento de su popularidad en un lapso de tiempo insospechado y la buena evaluación pública que alcanzó tras la tragedia de Juan Fernández. Aunque entre los adeptos del secretario de Estado insisten en que no puede sacarle permanentemente partido a este tema, porque eso a la larga podría convertirse en una carga. Lo que sí esta claro, para los que están siguiendo con atención su reposicionamiento político, es que ahora “está haciendo las cosas bien” porque en el camino recorrido, tras su inolvidable travesía por el desierto, se ha generado redes transversales al interior de la Alianza.
Y ese alcance no es menor. Porque en RN están conscientes –sobre todo luego del triunfo de Sebastián Piñera- que si un aspirante de la tienda a La Moneda no tiene el respaldo de sus socios, “es muy difícil, si no imposible, llegar a ganar”. En eso, Allamand le saca una amplia ventaja a cualquiera de sus correligionarios que se han mencionado como eventuales candidatos del partido, como Rodrigo Hinzpeter o Felipe Bulnes. Pero también se requiere un partido cohesionado, sin divisiones internas, algo que ha caracterizado históricamente la corta vida de Renovación Nacional. Sobre todo en la etapa previa a la nominación del presidenciable, porque después –como dice un antiguo militante- “es normal que la candidatura aglutine y fortalezca” a la colectividad.
[cita]Porque en RN están consientes –sobre todo luego del triunfo de Sebastián Piñera- que si un aspirante de la tienda a La Moneda no tiene el respaldo de sus socios, “es muy difícil, si no imposible, llegar a ganar”. En eso, Allamand le saca una amplia ventaja a cualquiera de sus correligionarios que se han mencionado como eventuales candidatos del partido.[/cita]
Hay quienes a eso atribuyen el hecho de que el ministro no se haya querido involucrar, abiertamente al menos, en la disputa que enfrenta al presidente del partido, Carlos Larraín, con los fundadores históricos de la tienda. Aunque a algunos militantes les hubiera gustado que Allamand le diera “más peso” a este grupo que decidió cruzarse en el camino del timonel que, hasta ahora, ha conducido los destinos de RN sin contrapesos reales. Para un analista del sector, en cambio, es razonable que el titular de Defensa haya optado por el silencio en esta materia. Estima que “no puede enemistarse con nadie si quiere llegar a ser candidato presidencial”. En su tiempo, recuerda aludiendo a la época en que encabezaba la tienda a principio de los ’90, “se ponía mal con todos, porque sus posturas eran demasiado avanzadas para la derecha de ese momento. Eso fue lo que terminó por llevarlo al desierto”.
En cambio, el analista político del Instituto Libertad –ligado a RN-, Patricio Gajardo, plantea un matiz con esa postura. Dice que el ex senador debe tener claro que “no puede meterse en las disputas políticas del partido, porque a diferencia de otros líderes políticos que intentan aparecer a parte de los partidos, él les otorga un rol muy relevante”. El experto fundamenta su análisis en lo expuesto, por el ministro, en el libro “El Desalojo”, en el que “se concluye la importancia que tienen para Allamand las instituciones y entre ellas los partidos”. Por lo mismo, agrega, que fue tan crítico con la conformación del primer gabinete de Piñera, porque ese diseño “no fortalecía a los partidos, sino por el contrario”. Incluso añade que, manteniendo las distancias, en su fuerte inclinación hacia las instituciones tiene un cierto parecido al ex Presidente Ricardo Lagos.
En lo que coincide la mayoría de sus partidarios es que si decide lanzarse a una aventura presidencial, “para llegar al gobierno, Allamand va a necesitar el apoyo de las colectividades” del sector. Y, adicionalmente, para Gajardo “está siendo muy coherente consigo mismo, porque su actuación demuestra que no está dispuesto a tranzar en el tema de la importancia de las instituciones”. Lo cierto es, dice otro correligionario del ministro, que para ser candidato “hay que tener muchos amigos. Más que detractores. Y Larraín es un enemigo poderoso, por eso es mejor que Andrés no se meta en el proceso que está atravesando RN”.
También está el hecho de que Andrés Allamand, el enemigo número uno de la UDI en los ’90, tras su regreso a Chile ha ido generando fuertes lazos con el gremialismo. Por lo pronto, lejos de lo que esperaban sus compañeros de partido, en la primera etapa de las presidenciales 2005 apoyó decididamente a Joaquín Lavín, al punto de defender su candidatura en el Consejo General en que su partido proclamó a Piñera. Su posición fue muy bien recibida por el gremialismo. De ahí en adelante ha mantenido y acrecentado las redes dentro de la tienda aliada. Según un parlamentario de este partido, ha hecho también ha contribuido su relación con la ex diputada Marcela Cubillos, lo que es descartado de plano en RN. Aún cuando admiten que puede haber influido en algo, sostienen que la relación del ex senador con la UDI se estrechó “cuando apoyó lealmente a Lavín, pese a que su compañero de años en política iba a ser candidato”.
Como sea, en la tienda de calle Suecia admiten que Allamand es más que un representante de RN y que hay una buena relación con él. Aunque también reconocen que tiene más cercanía con algunos personeros del partido que con otros, como con su par, el vocero de Gobierno, Andrés Chadwick. Pero en general, dicen, “ya no es para la UDI el demonio que algunos del partido veían en él”. También creen que el ex senador comprendió, tras la experiencia de Piñera, que “nadie de nuestro sector puede aspirar a llegar a La Moneda sin nuestro apoyo, porque, le guste o no a Renovación, somos el partido más grande de la Alianza”. Lo que no quiere decir, ni por lejos, que en el gremialismo estén pensando en tirar la toalla respecto de la posibilidad de que el próximo aspirante a La Moneda salga de sus filas.