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«La familia determina la pertenencia a una clase social y reproduce la desigualdad»

En una entrevista publicada por la revista Paula, la historiadora estadounidense entrega algunos detalles de una investigación que llevó a cabo motivada por la curiosidad que le causó enterarse que Chile fue el último país de la región en terminar con la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos. De paso, descubrió que el clasismo está arraigado en esta sociedad, no como una tradición arcaica, sino que como un tipo de modernidad.


El polémico instructivo del condominio Las Brisas de Chicureo que obligaba a las asesoras del hogar a usar siempre el uniforme que las identificaba como tales, que les prohibía llegar caminando a sus lugares de trabajo y que les impedía usar las piscinas del recinto, es para la historiadora estadounidense Nara Milanich una muestra de un clasismo presente en la sociedad chilena en los últimos siglos.

La investigadora es la autora de “Hijos del azar”, libro que lanzó hace algunos meses y que se gestó por la curiosidad que le causó constatar que Chile fue en el año 2005 el último país de la región en terminar con la distinción entre hijos legítimos e ilegítimos, garantizándose así la igualdad ante la ley.

Fue durante la realización de ese trabajo que pudo constatar el clasismo y trato discriminatorio que está arraigado a la sociedad chilena, y que ha venido repitiéndose en el tiempo, no como una tradición arcaica, sino que como una forma de modernidad.

“Me llamó la atención que la preocupación por los apellidos tuviera tanto peso en el trato cotidiano. Lo segundo, fue el desprecio que expresan personas aún de convicciones progresistas por las empleadas y camareras y esa costumbre de hablar de ellas, en su presencia, como si no estuvieran allí”, dijo en una entrevista de la la periodista Alejandra Matus, la que fue publicada por la revista Paula.

Respecto del escándalo de las “nanas” de Chicureo, sostiene que: “hay una larga historia de empleo servil en Chile (y en América Latina), de desprecio hacia quienes viven dependientes de la supuesta caridad o beneficencia de uno. Incluso, existe una larga tradición según la cual las criadas servían como símbolo público del estatus de sus patrones”.

"No es que la discriminación sea cosa del pasado y la igualdad cosa del presente. Uno de los argumentos de mi libro tiene que ver justamente con este punto: cómo costumbres e instituciones discriminatorias, al parecer arcaicas, se producen y se reproducen en el tiempo”, señala Nara Milanich.

"No es que la discriminación sea cosa del pasado y la igualdad cosa del presente. Uno de los argumentos de mi libro tiene que ver justamente con este punto: cómo costumbres e instituciones discriminatorias, al parecer arcaicas, se producen y se reproducen en el tiempo”, señala Nara Milanich.

“Se me viene a la mente una descripción de Benjamín Vicuña Mackenna, de Santiago a principios del siglo XIX, en que narra cómo las señoras caminaban a misa acompañadas de sus criadas, muchas veces ‘chinitas’ indígenas, que andaban sin zapatos y con la cabeza rapada, cargando las alfombritas que usaban las mujeres para agacharse en la iglesia. Ese sería el uniforme de aquellos años”.

Respecto a los niños, sostiene que: «aquellos a quienes se les reconocieron los derechos de pertenecer a una familia, tenían garantizados los derechos otorgados por el Estado. En cambio, muchos de los desheredados o huachos, iban a hogares donde se les preparaba para servir en un sistema que compartía muchas características con la esclavitud».

Y agrega que “no es que la discriminación sea cosa del pasado y la igualdad cosa del presente. Uno de los argumentos de mi libro tiene que ver justamente con este punto: cómo costumbres e instituciones discriminatorias, al parecer arcaicas, se producen y se reproducen en el tiempo”.

Lo más preocupante es que dichas tradiciones siguen aún vigentes en la sociedad actual. Hay un documento preparado por Libertad y Desarrollo que en medio de ese debate por la ley de filiación argumentó a favor de la libertad del padre para decidir quiénes constituyen los miembros de su familia, en una lógica muy parecida a la que se usó en siglos pasados. Estas ideas tiene un profundo arraigo. La familia sigue siendo la que determina la pertenencia y exclusión de una cierta clase social y la que reproduce la desigualdad”.

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