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CEP: el número que va a medir el poder de Piñera Sondeo generará clima político en tierra derecha para las municipales

CEP: el número que va a medir el poder de Piñera

Claudia Rivas Arenas
Por : Claudia Rivas Arenas Periodista de El Mostrador @crivasa
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En el oficialismo apuestan a mantener mejor evaluación que la Concertación y así consolidar una ventaja clave de cara a la presidencial. También hay resignación respecto a que el sondeo más reputado en el ambiente político no muestre mejoras significativas en el apoyo a Piñera. Por lo que los incentivos para que partidos y parlamentarios se cuadren detrás de la agenda de La Moneda se relativizan, marcando los síntomas evidentes del temido “pato cojo”.


Por estos días la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) está en terreno y los actores políticos han movido sus fichas para estar visibles en los medios. Sus resultados generarán el clima que dominará la recta final de las elecciones municipales del próximo 28 de octubre. Algo que para la derecha es de particular relevancia, dado que a partir de aquí las presidenciales entran en tierra derecha y en la Alianza esperan hacerlo con ánimo ganador.

Lo cierto, sin embargo, es que las expectativas están puestas más bien en el gobierno y no en la figura presidencial. Respecto de esto último, la actitud mayoritaria en el oficialismo es de escepticismo. La mayoría no cree que el Presidente Sebastián Piñera resulte notoriamente mejor evaluado que en las anteriores. Por lo mismo, está germinando peligrosamente la idea de que se le hará más difícil al mandatario mantener su poder sobre los partidos y parlamentarios que sustentan a la actual administración; el control sobre los presidenciables; y, podría ser que La Moneda al fin tenga que aceptar que el pato cojo ya está aquí hace rato.

En el gobierno intentan bajar el perfil al hecho de que la CEP esté en terreno. Explican que justamente por su rol, las cifras que entregue el sondeo no tendrían por qué tener efectos para la administración Piñera. Participar en los comicios de octubre sería “interpretado por todo el mundo como intervención electoral, por eso que el Presidente no tiene que participar ni en las municipales ni en ninguna elección de las que vienen en los próximos meses”, subraya un inquilino de Palacio. Extrañamente, un observador oficialista, un poco cansado de las indecisiones de los asesores presidenciales, comenta que frente a la CEP “la histeria del Segundo Piso es increíble. Discuten todo el día, sin ponerse de acuerdo, acerca de si es mejor más o menos apariciones de Piñera en los medios; que hable más o menos”. Algo de nerviosismo habrá. Después de todo, no hace tanto que la encuesta CEP era el oráculo de la derecha y ante sus vaticinios la, entonces, oposición caía rendida. No obstante, los tiempos han cambiado, y en las filas gobiernistas están conscientes de que, por las razones que sea, la CEP “no trata bien al Presidente”. Con ello apuntan al hecho de que en las últimas mediciones, Piñera, se ha movido desde el 26 al 23 por ciento, para llegar al 24 por ciento ratificado en mayo pasado.

A partir de esta constatación es que, por ejemplo, en el partido del jefe de Estado, Renovación Nacional, lo que más les “preocupa es que más que el Presidente venga mejor evaluado, cosa que no creo que pase, es que el gobierno venga un poquito mejor”, según comenta un representante de la tienda. Esto, porque da por hecho que los presidenciables se van a inclinar a sostener sus campañas en lo bueno que ha hecho el gobierno y “no en la figura del Presidente”. Otro observador incluso agrega que los precandidatos, seguramente “van a actuar con prudencia electoral, no se va a producir el efecto de colgarse del Presidente de la República, como ocurrió con (Eduardo) Frei y la (Michelle) Bachelet. Porque, entre otras cosas, ya se vio que la popularidad o alta evaluación no es traspasable a los candidatos. Menos aún si la que ya tiene el Presidente no aumenta”. Por lo pronto, hay más expectativas respecto de la evaluación de los aspirantes a La Moneda, que otra cosa. Porque, “suponemos que (el sondeo) va a recoger que enfrentado con Bachelet, la diferencia entre (Laurence) Golborne y Andrés (Allamand) es baja”, adelanta un alto dirigente.

[cita]Un analista de Palacio es mucho más frío y directo en este punto. Por lo pronto, afirma que lo que refleje la CEP acerca del Presidente no va a influir en las municipales, pero sí lo hará en las presidenciales. En este contexto, la mala evaluación del jefe de Estado produciría “una desafección con su figura, pero no del gobierno”, por lo que los aspirantes oficialistas a La Moneda “se van a centrar en el apoyo que tenga el gobierno, porque ya está asumida la mala evaluación de la figura presidencial”.[/cita]

Un ambiente similar es el que se respira en la UDI. En la tienda de calle Suecia tienen la convicción de que, en esta encuesta, el gobierno estará mejor evaluado que en la de mayo. Y casi recitan algunas de las medidas que les permiten augurar un buen resultado. En todo caso, sólo los más optimistas llegan a creer que el mandatario pudiera subir algunos puntitos, aunque sea uno. Básicamente, porque se basan en que la Adimark ha dibujado “una tendencia al alza” durante estos últimos meses. Sin embargo, intentan no darle especial relevancia al hecho, repitiendo el argumento de La Moneda, de que el gobierno sería acusado de “intervención” si el Presidente participara de algún modo en las campañas.

También está el tema de “la sensación de triunfo” que algunos esperan que genere el sondeo, pensando más bien en las elecciones municipales. Porque, como ya han expresado varios parlamentarios y dirigentes del oficialismo, es necesario ganar estos comicios para asegurar el triunfo en las presidenciales. Según como lo ven en la derecha, la certeza de que el sector ganaría las presidenciales del 2009 sólo se tuvo después del triunfo en los comicios comunales del año anterior. Más que una sensación de optimismo, para la derecha fue el hecho concreto de haber aumentado el electorado sobre el cual ejercieron influencia. Algo similar esperan que ocurra el 28 de octubre próximo y muchos creen que la CEP podría adelantar ese escenario.

El fantasma del pato cojo y la rebelión

Mientras algunos pocos aceptan que si Piñera no tiene un brusco aumento en este sondeo “es altamente probable que se produzca un proceso de desafección de los candidatos municipales y presidenciales de su figura”, la tesis más repetida en el oficialismo es la planteada por el analista político del Instituto Libertad, cercano a RN, Patricio Gajardo. A juicio del experto, ya es público y notorio que al mandatario no le va bien en la encuesta CEP, por tanto, “si le va mal, es justamente lo que se espera que ocurra, por lo que el efecto de que no le vaya bien es inocuo. Por lo tanto, no se va a producir ningún impacto, ni de desafección ni de nada”. Pero sí cree que el gobierno puede aumentar su buena evaluación, porque “pese a que el Presidente no remonta, cada vez hay más ministros mejor evaluados”. Un analista de Palacio es mucho más frío y directo en este punto. Por lo pronto, afirma que lo que refleje la CEP acerca del Presidente no va a influir en las municipales, pero sí lo hará en las presidenciales. En este contexto, la mala evaluación del jefe de Estado produciría “una desafección con su figura, pero no del gobierno”, por lo que los aspirantes oficialistas a La Moneda “se van a centrar en el apoyo que tenga el gobierno, porque ya está asumida la mala evaluación de la figura presidencial. Eso es lo fundamental para las aspiraciones de los candidatos, porque la buena evaluación presidencial, de todos modos, no es un efecto que se pueda traspasar”.

Esta es una línea argumental generalizada en el oficialismo, por eso es que a partir de ahora las miradas están puestas principalmente en la evaluación del gobierno. Pero también existe el temor de que esta encuesta se transforme en la línea de partida para las elecciones presidenciales. Algo que La Moneda está intentado frenar, a duras penas, hace varios meses. El síndrome del temido pato cojo ronda Palacio y ha quedado en evidencia, a ojos de muchos representantes oficialistas, que no está siendo fácil la contención de los candidatos. Sobre todo, cuando desde RN no esconden su molestia frente al hecho de que el ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne —a quien perciben como el real contrincante de Andrés Allamand—, saca evidente ventaja de su cartera.

Con todo, persiste el problema de que, a todas luces, al Presidente le ha costado ordenar a sus partidos. No son pocos los episodios en que Piñera ha debido intervenir directamente para llamar al orden a sus bancadas. El último, huelga recordarlo, encabezado por el propio timonel de RN, Carlos Larraín, a raíz del debate por el reajuste del salario mínimo. Aunque con la presión sobre el máximo dirigente, Piñera logró que se echara para atrás, el capítulo dejó heridos. El más evidente, la renuncia al partido del diputado Gaspar Rivas, quien votó con su bancada, pero con un cartel en el que insistía en que se hubiera podido avanzar hacia un salario mínimo de 200 mil pesos. La reunión del comité político del lunes en la tarde, en que se insistió en la necesidad de terminar con las diferencias públicas no asegura que éstas terminen. En Renovación existe una molestia soterrada, pues responsabilizan al gobierno de la renuncia de Rivas, volviendo la bancada más débil frente a la de la UDI. Por lo que una fuente de RN, señala molesta que “no podemos seguir perdiendo diputados por darle en el gusto al gobierno”. Ello, ante el hecho de que una de las próximas batallas de la administración Piñera en el Congreso es el proyecto de primarias, en que no existe acuerdo total entre los parlamentarios y la autoridad. Al punto que ya habría quienes han anunciado que no apoyarán la iniciativa como la envió el Ejecutivo.

Y en esto la UDI no se queda atrás. En Palacio no cayó nada bien que el senador Hernán Larraín presentara una contrapropuesta de reforma tributaria, en conjunto con los diputados Gustavo Hasbún y Giovanni Calderón. Más allá de las palabras de buena crianza de algunos ministros, lo cierto es que no faltan quienes ya ven venir otro tira y afloja similar al del salario mínimo, provocado de nuevo por representantes de sus propias filas. Todo mal. Porque tal parece que poco o ningún efecto están causando los insistentes llamados al orden del Presidente y todo podría empeorar. Nadie quiere ni siquiera mencionar que esto pueda ser uno de los efectos indeseados de la baja evaluación del jefe de Estado.

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