A pesar que los rectores de emblemáticas casas de estudios se le vinieron encima cuando dio a conocer el balance financiero de las instituciones, y aunque con los estudiantes aún no existe ánimo de diálogo en el horizonte, en Palacio el titular de Educación está bien evaluado. En La Moneda no le tienen miedo a las movilizaciones porque creen en su desgaste y las únicas fichas que quedan se suman para que el ex investigador del CEP saque adelante la agenda legislativa del Gobierno.
Empoderado. Esa es la palabra que más abunda en el palacio de La Moneda para definir el momento en que se encuentra el ministro de Educación, Harald Beyer. Esto, aunque suene contradictorio dado el permanente estado de conflicto y demandas pendientes a nivel educacional. Es que en un escenario de movilizaciones semanales, recurrentes tomas de colegios emblemáticos, un petitorio estudiantil sin resolver y un paquete de proyectos de ley en trámite en el Congreso, las últimas semanas, el ingeniero y economista, ha asumido el rol de escudero, para bloquear los dardos y evitar al Presidente Sebastián Piñera los costos de este complejo flanco de tensiones.
El perfil académico y técnico de Beyer le ha permitido —según el gobierno— instalarse como voz válida y calificada en el debate educacional, gracias a su incuestionable trayectoria de más de una década en el tema, algo reconocido —dicen— incluso por sus detractores, los estudiantes y la oposición. Ese estilo tan técnico, según muchos, le ha permitido estar al margen de la coyuntura, dada una supuesta inexperiencia del ministro para navegar en las aguas de la turbulencia política.
Eso cambió. En estos días, en Palacio sacan cuentas alegres del papel de escudero del ministro de Educación, quien ha logrado concentrar las críticas y demandas en su persona, evitando que éstas escalen hasta el propio Piñera. “Ha superado las expectativas, al tener un académico no creímos que lograra manejarse tan bien políticamente”, reconocen en todos los pisos de La Moneda.
Nadie discute que al asumir en educación dio un golpe a la cátedra comunicacional al poner en los textos escolares la palabra dictadura, para referirse a los 17 años de Augusto Pinochet en La Moneda. Este año, en junio, apareció como cualquier civil en la Marcha por la Igualdad, convocada por organismos de defensa de los derechos del mundo gay, haciendo gala a su veta liberal en lo valórico.
Pero fue desde la semana del 20 de agosto que se ha evidenciado una suerte de estrategia distinta. El ministro ha estado en primera fila como vocero del discurso en que se apuntaba a los dirigentes del movimiento como los responsables de la violencia en las marchas y se hacía una clara distinción, entre éstos y los estudiantes, cuestionando su legitimidad.
La idea es que Beyer se mantenga en esta línea. Explican que tiene total apoyo de Piñera y que se le ha dado autonomía para manejarse con el movimiento estudiantil, en el entendido de juntarse y dialogar con ellos o sencillamente no abrir ese espacio. Cabe recordar que la semana antepasada el ministro se juntó con la dirigencia de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones) para escuchar su petitorio, con lo que trató de instalar una cuña en el movimiento y marcar la diferencia entre ellos y el sector representado por la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces), que según La Moneda aglutina al ala más radical.
Es que a diferencia de su antecesor, Felipe Bulnes, quien precisamente tenía como una de sus principales tareas “apagar el incendio” que representaban para el gobierno el 2011 las marchas, en la casa de Gobierno reconocen que ahora no son tema y que no es parte de los desafíos que esperan del ministro Beyer. Es más, en el gobierno aseguran que tienen contemplado un escenario de movilizaciones hasta diciembre, ya que esta semana se marcó un punto de inflexión al retomar su masividad, pero no descartan que por sí solas se vean afectadas por el desgaste y el “síndrome de fin de año”.
Lo que para La Moneda es la tarea central, es que en estos meses Beyer logre sacar adelante los proyectos de ley sobre educación que se tramitan en el Congreso. “Hasta ahora va bien con eso”, confiesan en el Ejecutivo y sacan rápidamente a colación como ejemplo que la semana pasada se logró aprobar en general en la Cámara de Diputados el proyecto que rebaja la tasa de interés a 2% a los estudiantes del Crédito con Aval del Estado (CAE).
[cita]Otro dato nada menor es que el proyecto de reducción de la tasa de interés del CAE fue aprobado por 56 votos a favor y 44 en contra, lo que implica que contó con el respaldo del oficialismo, pero también de parlamentarios opositores como los DC, Matías Walker, Eduardo Cerda y Aldo Cornejo, más los PPD Joaquín Tuma y Felipe Harboe. Una transversalidad a la que, reconocen, apuestan en el gobierno que Beyer puede lograr para asegurar varios de los proyectos, ya que tiene buenas relaciones y vínculos con la oposición.[/cita]
Otro dato nada menor en este sentido es que el proyecto fue aprobado por 56 votos a favor y 44 en contra, lo que implica que contó con el respaldo del oficialismo, pero también de parlamentarios opositores como los DC, Matías Walker, Eduardo Cerda y Aldo Cornejo, más los PPD Joaquín Tuma y Felipe Harboe. Una transversalidad a la que, reconocen, apuestan en el gobierno que Beyer puede lograr para asegurar varios de los proyectos, ya que tiene buenas relaciones y vínculos con la oposición.
Ello, no solo habla del respeto que habría en la oposición a su prestigio como experto en educación, sino que en su trayectoria ha generado lazos en el sector, debido a su participación en los Consejos Asesores Presidenciales para la Reforma Previsional, de Educación, y de Trabajo y Equidad convocados por la ex Presidenta Michelle Bachelet.
Es cierto que Beyer encabezó uno de los grupos Tantauco de Piñera, pero se comenta que fue más por el respeto intelectual que el mandatario le tiene, que por un vínculo estrecho entre ambos. Es más, cercanos reconocen que la relación entre ambos no tiene nada de especial, es igual que con la mayoría del gabinete, “ni más ni menos”, dicen. Quienes sí son los soportes del ministro en La Moneda son el titular de la Segpres, Cristián Larroulet, con quien se conoce desde hace veinte años, pero sobre todo con el vocero, Andrés Chadwick, cuyo ministerio lo ha “asesorado” en más de una puesta en escena.
Así, Larroulet y Chadwick representan un respaldo no menor para un ministro sin militancia política ni redes partidarias, uno que en estos días se fortalece todavía más con el hecho que aseguran que Piñera está más que satisfecho con el manejo de Beyer estas semanas.
En esa aprobación entra el anuncio del balance financiero de las universidades del CRUCh, que lo puso en choque frontal con rectores de Universidades como la USACh y de Concepción. “Es bastante incomprensible que (los rectores) reclamen sobre la transparencia con la que entregamos sus balances financieros ¡si provienen de ellos mismos y usamos los mismos antecedentes que nos reportaron!”, respondió Beyer a las críticas.
Los roces con los rectores no son recientes y durante el último tiempo la relación ha tenido hitos, como en mayo de este año, cuando los rectores entregaron un informe sobre acortamiento de carreras y Beyer insinuó que no estaba de acuerdo, en una primera reunión del Consejo. Los rectores también se extrañaron de las críticas del ministro a la inclusión del ranking de notas en el proceso de admisión a las universidades.
Sin embargo, el último capítulo que marca sus relaciones, parece ir más allá. Y la molestia de los rectores ha sido evidente, como lo planteó el rector de la Universidad de Concepción, Sergio Lavanchy en una carta publicada en la intranet de la universidad.
En La Moneda precisan que, a pesar de la molestia de los rectores, Harald Beyer se anotó un punto, ya que debilitó la voz de rectores de gran peso como Juan Manuel Zolezzi, “quien generalmente se inclina públicamente del lado del movimiento estudiantil”, aseguran en Palacio.