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Straw: «Pinochet engañó al sistema británico y escapó del juicio que merecía tener»

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El ex ministro británico dedicó en sus memorias, Last man standing: Memoirs of a Political Survivor, un capítulo entero a los detalles que rodearon la detención del ex general en Londres, en octubre de 1999. Straw confiesa que tuvo «presiones» para liberarlo y que «muy frustrante» no haberlo llevado a juicio.


Last man standing: Memoirs of a Political Survivor, es el nombre del libro de memorias que lanzó ayer en Reino Unido el ex ministro británico Jack Straw, en donde éste le dedica un capítulo entero a los detalles que rodearon la detención del ex general Augusto Pinochet en octubre de 1998, en Londres.

En el capítulo Un dictador llama, Straw revela las distintas «presiones» que que tuvo que vivir en esa época, más reflexiones actuales del proceso judicial.

La Tercera, precisó este viernes que el, en ese momento, ministro del Interior británico, se enteró de que Pinochet se encontraba en Londres por una publicación en el diario The Guardian y que el juez español Baltasar Garzón había pedido que Scotland Yard lo localizara.

Straw no pude cree la información y le pidió a su secretaria que corroborara la veracidad de la noticia.

“Todo era verdad. De hecho, la Cancillería (Foreign Office) había sido informada hacía al menos 24 horas de que había una gran posibilidad de una petición de extradición, y España había consultado a los funcionarios del Ministerio del Interior (Home Office) sobre la posible reacción de Reino Unido al respecto, pero a nadie se le había ocurrido avisarme”, sostuvo. De inmediato, comenzó a trabajar en el caso, y cuando volvió al día siguiente a su país, Pinochet ya había sido detenido.

«El ex ministro reconoció que enfrentó mucha presión desde dentro del gobierno y del Parlamento para que cancelara la petición de extradición del general, debido a que ‘las relaciones con Chile eran buenas y se trataba de un hombre frágil, de 83 años'», detalla La Tercera.

El ex ministro, también declaró que la ex premier Margaret Thatcher le escribió dos veces a Tony Blair para pedirle por la liberación de Pinochet. «En ese entonces, Tony estaba nervioso por todo el asunto. De vez en cuando, después de alguna reunión de gabinete, me llamaba a su oficina y me sugería que era hora de ‘decirle adiós’ al general, y luego trataba de conversar sobre el tema».

Además, Straw manifestó que «consideraba que no tenía sentido que Reino Unido liderara la campaña para una Corte Penal Internacional y suscribiera a convenciones que hacen de la tortura y crímenes similares sujetos de jurisdicción internacional, a menos que estuviéramos preparados para actuar cuando enfrentáramos acusaciones concretas en contra de un individuo. Ahora, si teníamos el coraje de llevar adelante esta convicción, era algo que tenía que decidir yo».

Sospechas

El texto cuenta que el 14 de octubre de 1999, la embajada chilena en Londres emitió una petición formal, acompañda de un informe médico que trataban de evidenciar que Pinochet no estaba apto para enfrentar un juicio, debido a su deteriorado estado de salud. “Esto me llevó a sospechar que algunos miembros del gobierno británico podrían haber estado ofreciendo ‘ayuda’ a la embajada sobre cómo llevar mejor el caso”, confiesa Straw, quien envío a un panel de médicos especializados para que examinaran al ex general. “El panel fue cuidadoso, todos llegaron a la conclusión de que Pinochet no estaba apto para enfrentar un juicio”, detalla el ex ministro.

Straw confiesa que antes de redactar el informe para los Comunes, «quería esperar en mi oficina para así poder ver el avión despegar de Reino Unido , en caso de que tuviera éxito un intento de último minuto de bloquear su salida”.

Cuando Pinochet llegó a Santiago, a pesar de los informes médicos, llegó y saludó a sus partidarios con vitalidad, hecho que hizo sospechar a Straw. «Es cierto, los reportes médicos no tenían nada que ver con su movilidad física, pero el mensaje era claro: engañó al sistema británico y escapó del juicio que merecía tener», reclama el ex ministro.

«Era horroroso. Pinochet era uno de los peores dictadores de la posguerra y es muy frustrante que no fui capaz de llevarlo al banquillo”, sostiene.

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