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La aprobación de la LGE: Michelle, los estudiantes y el duopolio ANÁLISIS

La aprobación de la LGE: Michelle, los estudiantes y el duopolio

Edison Ortiz González
Por : Edison Ortiz González Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago.
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Como ya se ha hecho costumbre con Michelle, lo más relevante de ese evento no fue eso, sino lo que dijo entrelíneas y que un medio recogió: “Si su gobierno no abordó con mayor decisión cambios a la educación se debió, en parte, a que algunos asesores no le habían sabido transmitir la real dimensión de los problemas”. Con ello repetía una conducta suya frecuente cuando se trata de responder por sus errores: responsabilizar a sus subalternos, sentando con ello un peligroso precedente para su futuro gobierno.


Nuevamente la ex mandataria dio un batatazo periodístico al publicitar su encuentro con algunos de los rostros más emblemáticos del movimiento estudiantil del 2011, y pese al intento de Camila Vallejo por escabullir a Bachelet, la foto es impecable y hoy es la envidia del resto de los presidenciables. Empero, como ya se ha hecho costumbre con Michelle, lo más relevante de ese evento no fue eso, sino lo que dijo entrelíneas y que un medio recogió: “Si su gobierno no abordó con mayor decisión cambios a la educación se debió, en parte, a que algunos asesores no le habían sabido transmitir la real dimensión de los problemas”. Con ello repetía una conducta suya frecuente cuando se trata de responder por sus errores: responsabilizar a sus subalternos, sentando con ello un peligroso precedente para su futuro gobierno. Y si la prensa tradicional, de manera inexplicable, no hace ningún esfuerzo serio por evaluar su gestión y más bien mantiene con ella un trato amable, casi de adhesión, se hace imprescindible poner paños fríos en medio de tanta algarabía y repasar un poco su administración para ratificar si aquella cuña es verosímil.

Es octubre de 2007, la primavera luce plena aunque el ambiente político está enredado. Hay revuelo por la votación de la LGE en el PS, pues el proyecto gubernamental para superar la LOCE encuentra varios críticos en la propia casa política de la mandataria. Lo que diga la colectividad de Michelle es clave para saber lo que puede suceder en las otras agrupaciones de la coalición, en particular en el PR, cuyo presidente, el senador José Antonio Gómez, ha emitido señales inequívocas de distanciamiento con la propuesta del Ejecutivo. Hay reunión de la Comisión Política (CP) y en ella debe decidirse la aprobación o rechazo del máximo órgano resolutivo de la colectividad al proyecto y donde no son pocos los socialistas que aparecen directamente involucrados: la propia Presidenta, el subsecretario de la cartera (Cristián Martínez), el ministro de la Segpres, Viera-Gallo, Ernesto Águila (del equipo negociador) y algunos jefes nacionales y asesores del ministerio que militan en el PS. El tema se ha discutido ya un par de veces en extensas reuniones y las opiniones son divergentes: varios diputados (en especial Aguiló y Montes) se oponen y lo mismo sucede en el Senado con Alejandro Navarro, por entonces presidente de la comisión, responsable de aplazar la discusión del proyecto, porque tampoco lo comparte. El resto de los Barones, si bien tienen discrepancias, terminarán cuadrándose con La Moneda.

[cita]La aprobación de la LGE, aparentemente no resultó ser solamente un problema de los asesores del área de la ex mandataria, fue también de La Moneda y de un gobierno que intervino activamente en todos los caminos —partidos políticos, opinión pública, Parlamento, etc.— por los que debió transitar la ley. En este caso, Michelle no es la víctima. Y de ser consecuente con sus propias palabras, esos asesores hoy, luego de sus declaraciones, y por su propio bien, no debieran volver a ocupar puestos estratégicos en educación.[/cita]

La sesión se espera tensa y larga. Símbolo de ello es que la mesa política decide cambiar el sitio del encuentro y lo traslada desde la sede de París a un instituto cercano que reúne las condiciones para recibir a los cerca de cincuenta asistentes, entre quienes destacan parlamentarios, ministros y asesores de gobierno vinculados al PS. Se espera que sólo se vote ya que, según Escalona, se ha debatido ampliamente. Pero el humo blanco no llega y lo que realmente acontece es que los peros a la LGE vuelven a aparecer en el transcurso del debate. A las dudas de algunos miembros de la CP, que encabezan Carmen Lazo y Lautaro Videla, se suman las de varios parlamentarios —nuevamente Montes y Ominami— también refractarios a apoyar la iniciativa gubernamental por considerarla contraria al espíritu del movimiento pingüino de 2006 que originó la protesta. La situación, en algún momento, sube de tono y, a pesar de las explicaciones que entregan Águila y el ministro Viera-Gallo —quien se hace presente con su equipo de la Segpres para presionar por una aprobación unánime—, diversas intervenciones de la asamblea ponen en entredicho el polémico proyecto. Es entonces cuando Escalona, quien preside la mesa, con una larga experiencia en el manejo de este tipo de reuniones, hace un gesto inexplicable en medio de la acalorada querella: recibe un llamado, se pone de pie, algo le indica a Solari, quien le acompaña en la testera, y abandona la sesión por unos diez minutos. La polémica continúa y arrecian las críticas contra la oportunidad de la propuesta, llegándose incluso a cuestionar el apremio de La Moneda por aprobarla. La situación adquiere por momentos ribetes caóticos pues varios de los asistentes manifiestan abiertamente su negativa. Es entonces cuando Escalona reingresa a la sala, interrumpe el diálogo y señala con voz grave, como es su costumbre: “Me ha llamado la Presidenta y me ha manifestado que su partido, no puede hacerle a ella, lo que le hizo a Allende«. Sus palabras suenan como un eco, después del cual viene un silencio demoledor. Y pese a que en una CP anterior, a propósito de las disputas públicas entre los ministros Andrade y Paulina Veloso, ha manifestado que “el PS no puede reemplazar al gobierno: no estamos en condiciones de reemplazar ni con recursos, ni atribuciones lo que es propio de la actividad del Gobierno». La verdad es que Escalona se torna un reincidente: ha empujado a la agrupación a confundirse con el Ejecutivo. El resultado de la votación es un claro ejemplo: los críticos se acallan, otros votan sin entusiasmo, pero con disciplina y únicamente Carmen Lazo y Lautaro Videla resisten incólumes al poder.

La demanda original de los estudiantes ha sido completamente desnaturalizada por los brokers políticos y el partido de Michelle, que era el último obstáculo importante en el camino hacia la aprobación de una solución que dejó intacto el problema, se inclina ante ella. Los principales accionistas del duopolio político se regocijan: desde ahora pueden empezar a despostar el animal. Porque en definitiva eso fue la LGE: reducir las facultades del Mineduc, externalizar recursos y facilitar el acceso a los dineros públicos de los operadores privados. La prueba contundente es que la demanda estudiantil permaneció indemne y volvió a estallar con más fuerza en 2011.

Carlos Montes, uno de los parlamentarios más oficialistas del bloque concertacionista y quien se abstendrá al momento de votarse la LGE en el hemiciclo, dirá más tarde que “fuimos derrotados por la derecha y una parte de la Concertación, pero en definitiva, los que tratamos que el tema de la Educación Pública y que la corrección de la desigualdad fuera un eje central en la LGE, no fuimos escuchados”. Luego será el turno de Alejandro Navarro, quien en medio de su renuncia a la colectividad,  es sacado violentamente por sus pares —en especial Letelier y Núñez—, de la presidencia de la comisión. El gobierno y Michelle por fin sonríen: la LGE se va por un tubo y la discusión inmediata obliga a los parlamentarios, tal como lo criticó Aguiló, a votarla sí o sí. El resto es anécdota: 12 parlamentarios la votan en contra —entre ellos ME-O, Esteban Valenzuela y Álvaro Escobar— y en el Senado se repite lo mismo: sólo Girardi y Navarro, más la abstención de Roberto Muñoz Barra, rompen la monotonía oficialista del duopolio en educación.

La aprobación de la LGE, aparentemente no resultó ser solamente un problema de los asesores del área de la ex mandataria, fue también de La Moneda y de un gobierno que intervino activamente en todos los caminos —partidos políticos, opinión pública, Parlamento, etc.— por los que debió transitar la ley. En este caso, Michelle no es la víctima. Y de ser consecuente con sus propias palabras, esos asesores hoy, luego de sus declaraciones, y por su propio bien, no debieran volver a ocupar puestos estratégicos en educación. Pago doble por ver…

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