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Por qué Chile llega al fallo de La Haya debilitado en la región Los hitos que han disminuido peso de nuestra política exterior en América del Sur

Por qué Chile llega al fallo de La Haya debilitado en la región

Bastián Fernández
Por : Bastián Fernández Periodista de El Mostrador
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Distancia de Ecuador y Brasil, “frialdad” con Argentina. El asunto saltó a la palestra pública esta semana, con la intervención del ex embajador Luis Maira ante Piñera. Aquí la cronología de sucesos que configuran el cuadro y un análisis de sus variables.


«Considero que las relaciones de Chile con la región están en un punto muy inquietante. Han surgido problemas que no dan para tener una mirada positiva al respecto», le dijo Luis Maira (PS) al presidente Sebastián Piñera este miércoles.

Fue la única intervención crítica en la reunión del Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales que se desarrolló en el Hotel Ritz-Carlton y donde el Presidente expuso un balance de su política exterior.

El ex embajador de Chile en Buenos Aires sostuvo, además, que se había perdido a Ecuador y Brasil como «aliados históricos»; que la relación con Uruguay y Brasil era distante y con Argentina «fría».

Uno de los hechos que grafica el argumento expuesto por Maira es la visita a Perú que el 11 de noviembre de 2013 realizó la presidenta brasilera Dilma Rousseff. Esta fue calificada en Lima como un hecho que sella la “alianza estratégica” entre ambos países. “La relación estratégica e integración con Brasil es irreversible”, dijo Ollanta Humala entonces.

Brasil, el país con mayor peso en la región, fue, hasta antes de esta administración, un aliado importante de Chile. La relación se “enfrió” en el gobierno de Piñera, hasta el punto de perderse por completo.

Esa es la lectura que se hace en los círculos diplomáticos.

La distancia con Brasil venía desde que Chile suscribió el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos el 2003. Esto “molestó” al país carioca, por sus intereses estratégicos y políticos de mantener hegemonía en la región.

No son pocos los que coinciden en que “con Piñera la distancia con Brasil pasó a un plano personal”.

Desde que asumió, el mandatario intentó infructuosamente que Dilma Rousseff viniera al país en visita de Estado, algo que no sucedió.
[cita]Quito siempre fue un aliado estratégico de Chile, ya que también firmó los acuerdos de 1952 y 1954 –cruciales en la demanda peruana en La Haya–. Hasta hace unos años el país que hoy preside Rafael Correa reconocía ambos acuerdos como tratados limítrofes. Es por esto que, desde el 2000 en adelante, Chile y Ecuador se acercaron, construyendo una alianza estratégica. Pero el 2007, con la llegada de Correa al poder, la postura ecuatoriana comenzó un lento viraje. Quito veló por sus intereses y buscó un reconocimiento por parte de Perú de la frontera marítima. Algo que consiguió después de una hábil negociación llevada a la par con Lima y Santiago.[/cita]

Con Argentina ocurrió algo similar. Existe una buena relación comercial, con intercambio económico, pero a nivel político “está congelada”. Un ejemplo es la crisis que afectó a LAN, la ex aerolínea de Sebastián Piñera. Todo se gatilló cuando el Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna) de Argentina impuso diez días a la aerolínea para desalojar el hangar que ocupa en el terminal de Aeroparque. Un tema en el que intervino el propio ministro Moreno, quien contactó a la Cancillería Argentina, para destrabar el conflicto.

Justamente para no deteriorar la relación con Argentina, el canciller chileno pidió que la Armada no recibiera a los buques británicos que vienen o van de Malvinas en los puertos del país. La idea era bajarle el perfil a toda actividad oficial que involucre a Chile con los británicos, aliados históricos de la marina chilena. El vacío fue aprovechado por Lima, que firmó un acuerdo de cooperación en materia de Defensa con Gran Bretaña en octubre de 2013.

ECUADOR YA NO ESTÁ

Quito siempre fue un aliado estratégico de Chile, ya que también firmó los acuerdos de 1952 y 1954 –cruciales en la demanda peruana en La Haya–. Hasta hace unos años el país que hoy preside Rafael Correa reconocía ambos acuerdos como tratados limítrofes. Es por esto que, desde el 2000 en adelante, Chile y Ecuador se acercaron, construyendo una alianza estratégica.

Pero el 2007, con la llegada de Correa al poder, la postura ecuatoriana comenzó un lento viraje. Quito veló por sus intereses y buscó el reconocimiento peruano de la frontera marítima. Algo que consiguió después de varios años de hábil negociación llevada a la par con Lima y Santiago.

Si bien Ecuador buscó la forma de concretar sus intereses desde el 2008, fue bajo este gobierno donde terminó por concretarse la pérdida de este país como un aliado histórico.

“Un descuido en las relaciones”, así describe María Eugenia Morales, académica y analista internacional, la actitud hacia Ecuador que llevó a cabo la administración de Piñera. “Simplemente se dejaron de hacer cosas. Habría que haber tenido un acercamiento mucho más potente, tomando en cuenta la importancia como aliado estratégico y acá una de las omisiones importantes es Ecuador en el caso de La Haya. Es un hecho concreto que en un momento fue un aliado firme y ya no lo es”, dice Morales.

LA GUINDA DE LA TORTA

Desde La Moneda se han esforzado en posicionar a la Alianza del Pacífico como uno de los mayores logros de su política internacional –el miércoles en el Ritz-Carlton, fue uno de los aspectos que más resaltó el Presidente Piñera durante su exposición–. En cierto modo lo es, ya que ha permitido mantener una relación comercial fluida con Colombia, Perú y México. Pero la Alianza tiene problemas de fondo.

La lectura que se ha hecho en círculos internacionales es que ella es principalmente comercial y carente de una visión política a largo plazo. Además depende del próximo gobierno de Michelle Bachelet, que ya marcó distancia respecto de este pacto. En el programa de la Nueva Mayoría se afirma que se orientará la “participación en esta iniciativa (Alianza del Pacífico) en una perspectiva no excluyente o antagónica con otros proyectos de integración existentes en la región”. Una evidencia de la decisión del bacheletismo de “enfriar” el pacto.

María Eugenia Morales define la Alianza del Pacífico como un acuerdo al que se le restará importancia durante el próximo gobierno. “Esas iniciativas, normalmente, mueren cuando cambia la autoridad. Esa alianza puede tener fuerza en este momento, pero con el cambio de gobierno no creo que se fortalezca. Todos los acuerdos dicen tener las dos aristas, pero en la práctica son comerciales”, dice Morales

“Es la guinda de la torta. Así como está pensada por Piñera y Moreno es un acuerdo de los países neoliberales del Pacífico, con pretensiones políticas, pero sin fondo”, dice una fuente que trabaja en el análisis internacional.

“No hemos hecho nada. Hemos sido inactivos, poco propositivos. Es la paradoja del país más abierto económicamente, pero sin ninguna mirada política internacional”, sentencia la misma fuente.

LIMA CON LOBBY

Perú fue el que impuso el tempo de las relaciones desde marzo del 2010 en adelante. Es una de las consecuencias de la aceptación de la tesis peruana de las “cuerdas separadas”–que plantea que la relación económica entre Chile y Perú no debe ser afectada por la relación política–.

Primero el gobierno de Alan García y después el de Ollanta Humala aplicaron una estrategia de mostrar la buena relación comercial con Chile al mundo, pese a la demanda en La Haya.

La diplomacia peruana fue consiguiendo logros en la agenda internacional y la demanda ante La Haya. Las distancias en el plano comercial y militar con Chile se estrecharon. Además, ejecutó una estrategia comunicacional internacional en la que se posicionó como víctima de un “mal vecino”.

Para esto no escatimó en gastos, fichando a un lobbista de nivel internacional.

La importancia del lobby y del relacionamiento con los círculos cercanos a La Haya se considera fundamental. Los jueces emiten, más que un voto estrictamente jurídico, un voto con fuerte componente político condicionado por los respectivos jefes de Estado de sus países de origen, quienes pueden inclinar la balanza para uno u otro lado. Algo que Chile también descuidó y que está directamente relacionado a la estrategia de las “cuerdas separadas”.

A cuatro días de que se conozca el fallo de la Corte Internacional, la visión de que Chile alcanzaría a los países desarrollados mediante la separación del comercio con la arista política, se encuentra en una encrucijada. Y Chile se encuentra más solo que nunca en “el barrio”.

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