Sólo durante la presente jornada se habían registrado más de medio centenar de sismos, una treintena de ellos superiores a 3.0 grados y algunos con epicentro en la Región de Antofagasta. La réplica más significativa ocurrió a las 18:26 horas y alcanzó una magnitud de 5.7 grados.
Desde el fuerte sismo de 6.7 grados Richter que la tarde del domingo sacudió el extremo norte del país, y que generó la espontánea evacuación de miles de personas hacia zonas seguras ante el temor de un tsunami, los habitantes de las regiones de Tarapacá y de Arica y Parinacota han debido soportar una seguidilla de réplicas.
La más importante se produjo esta tarde, exactamente a las 18:26 horas, y alcanzó una magnitud de 5.7 grados en la escala abierta de Richter. Según el Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile (CSN), el movimiento telúrico tuvo su epicentro bajo el mar, 87 kilómetros al oeste de Iquique y a una profundidad de 38.5 kilómetros.
Pocos minutos más tarde, a las 18:33, se produjo otro movimiento de magnitud 5.0 grados Richter, con epicentro 78 kilómetros al oeste de Iquique (y una profundidad de 10 kilómetros de acuerdo al reporte del Servicio Sismológico de los Estados Unidos). Y el último, de 4.6 grados, fue a las 18:55 con epicentro ubicado 83 kilómetros al suroeste de Pisagua, y a una profundidad de 28.6 kilómetros.
Sólo durante la presente jornada se habían registrado más de medio centenar de temblores, una treintena de ellos superiores a 3.0 grados Richter y algunos de ellos con epicentro en la Región de Antofagasta.
La Oficina Nacional de Emergencia detalló que la réplica más fuerte se percibió con una intensidad de V grados en la escala de Mercalli en Cuya y Camiña, y de 4,0 grados Richter en Arica e Iquique. También dio cuenta del reporte del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA), que descartó que estos sismos reunan las condiciones para generar un tsunami y señaló que no había recibido reportes de daños o personas lesionadas.
Respecto a la actividad sísmica en el norte, el director del CSN, Sergio Barrientos, dijo al portal Emol que, si bien estos eventos son normales, se estarían extendiendo por más tiempo del esperado.
«La secuencia se está extendiendo más allá de lo que uno esperaría. En general, para un temblor de magnitud 6,7, uno pensaría que las réplicas ya debieran haber empezado a decaer bastante», dijo.
El experto, eso sí, no se aventuró a dar una explicación de lo que está sucediendo en el norte sin un estudio más acabado. «Uno no puede decir a ciencia cierta qué es lo que esto significa. Lo único que uno puede decir es si las réplicas se están comportando con un decaimiento normal o no», sostuvo.
Igualmente, afirmó que sólo hay dos alternativas: que los temblores sean «precursores de un sismo mayor, o que las réplicas tiendan a desaparecer en el futuro».
