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Cuba: la revolución online viene bajando de la Sierra Maestra La isla de los Castro tensionada por las conexiones a Internet

Cuba: la revolución online viene bajando de la Sierra Maestra

La primera red de Internet pública y gratuita de la isla está en un centro cultural. El proyecto es liderado por Kcho, uno de los artistas cubanos más conocidos y simpatizante del régimen castrista. Hasta ahí llegan las personas para conectarse a la red. Hace algunas semanas EE.UU. y Cuba tuvieron la cuarta ronda de negociaciones para restablecer las relaciones diplomáticas. La apertura de las embajadas se ve como el primer gesto simbólico de las conversaciones que ambos países comenzaron a fines del año pasado. Mejorar el acceso a Internet es un tema que queda para más adelante en la ronda de negociaciones. Hasta que esto pase, los cubanos seguirán desarrollando opciones alternativas para conectarse a Internet y el mundo.


Cada vez que puede, Yosuán Méndez Diez se conecta a internet. Está en la calle 120, en el sector oeste de La Habana, y su smartphone quebrado le anuncia que hay conexiones a redes wifi disponibles. Es la sensación en Cuba.

Yosuán tiene 29 años, viste informal y trabaja para el abastecedor estatal de gas. En su tiempo libre se conecta a Internet. Algunas veces se queda entre cinco y seis horas. Otras, todo el día. “Nunca antes tuvimos acceso a Internet y ahora podemos ver todo tipo de cosas”, dice pensativo.

Él se podría conectar en otro lugar, como un cibercafé estatal o bien a la red de un hotel. Pero tanto para él como para el resto de los cubanos eso es prácticamente imposible: el costo por hora es de 4,5 dólares. En los hoteles el precio sube. ¿Cómo podría pagar eso alguien que no gana más de 20 dólares mensuales?

En el ‘Estudio Romerillo’, en cambio, el Internet es gratis. Yosuán se saca sus anteojos de sol, los acomoda en su pelo crespo y se conecta. La contraseña, “Aquinoserindenadie”, revela que no se trata de un proyecto de oposición, como se podría pensar. La frase es una expresión que viene desde los años cincuenta, cuando comenzó la revolución que derrocó al dictador Fulgencio Batista.

Yosuán chatea con sus primas y chequea resultados del fútbol europeo. Una docena de otras personas están en el lugar, sentadas sobre pisos de madera y canastos en el patio interior del ‘Estudio Romerillo’, el primer lugar en la isla con wifi público y gratuito. Ahí, interrumpidos por los saltos de una gallina y sus pollos que picotean el piso, los cubanos descubren un nuevo mundo.

 El wifi público de Kcho

Cuba es uno de los países más desconectados de Internet. Ocupa el puesto 62 de 65 en el ranking sobre libertad de Internet que elabora Freedom House, ONG que busca promover la democracia, libertad política y derechos humanos. En la isla se lo toman con humor y tienen un chiste geek: mientras en el resto del mundo la velocidad de conexión a Internet se mide megabit por segundos; en Cuba es por gigabytes a la semana.

Varios de los contenidos online que se consumen en Miami llegan a los cubanos vía disco duro, en un formato llamado “paquete”. Estos están disponibles todos los lunes, a más tardar los martes. No está claro cómo se organiza, pero siempre hay una compilación semanal con la actualidad sobre teleseries y programas de TV norteamericanos y latinos, partidos de fútbol, diarios y versiones offline de la página de clasificados revolico.com, que está bloqueada en Cuba. Una copia de un “paquete” pesa cerca de un terrabyte y cuesta dos dólares.

No han sido pocos los que han intentado que los cubanos tengan acceso a la red. Pero estos proyectos fueron impedidos, ya que provenían de personas que viven en EE.UU., por lo tanto, enemigos del régimen.

Kcho, en cambio, es un amigo. Viste negro, es regordete con barba gris y pelo rizado. Habla rápido, modula mal, pero se asegura de que lo que quiere decir sea entendido.

Su nombre real es Alexis Leiva Machado, tiene 45 años y es uno de los artistas más conocidos de Cuba. Antes de cumplir 30 había expuesto en el MoMA de New York. Trabaja con instalaciones gigantes construidas a partir de objetos cotidianos. El tema recurrente en su obra son los botes; botes con los que muchos cubanos buscan escapar de la isla.

Pero Kcho no se escaparía jamás, ya que está tan convencido y seguro del régimen socialista como de sí mismo. Tiene un asiento en el Parlamento –que se reúne dos veces al año– y cuando inauguró oficialmente su centro cultural (‘Estudio Romerillo’), a principios de 2014, contó con la presencia de Fidel Castro. Fue una de las pocas actividades públicas a las que asistió ese año el octogenario Jefe de Estado. En la ocasión, el comandante dijo que Kcho era un “genio de la cultura y la formación”, según publicó Granma, el diario oficialista.

Kcho tiene un mensaje, que se puede resumir así: la revolución no es del pasado, sino que se preocupa del mundo cambiante. La revolución es online.

Empezó con tres computadores en la biblioteca. A las seis de la mañana llegaban los primeros visitantes que querían conectarse a Internet. Entonces se le ocurrió la idea de poner una red de wifi, “para que beneficie a más personas”, dice Kcho y se mete una galleta en la boca.

El primer wifi gratuito y público de Cuba está abierto 24/7. La conexión de dos megabit parece lenta, pero para Cuba es rápida. El acceso a la red lo paga Kcho de su bolsillo, pero no quiere decir el precio, aunque la tarifa oficial está en los 900 dólares mensuales. “Ver a esta gente acá, surfeando en Internet, es algo que ¿cómo dice esa publicidad? No tiene precio”.

En el lugar está el hombre que trabaja en el circo nacional y que se podría conectar en su casa, pero ahí tardaría siete horas en descargar un video de 40 minutos. Hay una estudiante de inglés que busca en diccionarios en la red, pero también noticias y a sus ‘estrellas’ famosas favoritas. Hay también un hombre que envía por WhatsApp fotos de su padre enfermo a su hermano, quien vive hace treinta años en Alemania. Y está Emanuel Pérez, un tipo demacrado, de camisa azul, que mira escéptico la notebook que tiene sobre sus rodillas. Es la primera vez que se conecta a Internet.

Hasta ahora, con sus 45 años, Emanuel ha vivido bien sin Internet. Pero tiene parientes que viven en España y EE.UU., con los que es más fácil comunicarse online, por lo que quiere aprender a usar la red. “Con Internet el mundo es una aldea”, dice.

Él encuentra positivo que Cuba y EE.UU. comiencen a acercarse después de 50 años sin relaciones diplomáticas. “La apertura comienza con Kcho”, dice Emanuel, ya que este le mostró dónde tenía que cliquear para poder leer sus correos. Aparte de esto, Kcho se preocupa de sus clientes, dándoles chocolate caliente a todos cuando refresca.

¿No teme el artista que su proyecto se torne contrario al régimen de los hermanos Castro? ¿Que sea este el lugar donde se comience una ‘primavera cubana’? “Somos Cuba, no África del Norte”, dice Kcho. Ahora habla fuerte y golpeado. Once millones de cubanos apoyaban al gobierno, dice y exclama: “¡Las personas defienden la Revolución como a su madre!”

Kcho no debe temer que sea en su lugar donde se organice una contrarrevolución. Chats, fútbol y música es lo que le interesa ver a las personas en la red. Todos temas inofensivos para el régimen.

ALTERNATIVAS LOCALES

En las primeras reuniones diplomáticas entre Cuba y EE.UU., en diciembre del año pasado, uno de los temas tratados, y en el que hubo puntos concordantes, fue la mejora en el nivel de acceso a Internet. Desde entonces han viajado a La Habana delegaciones norteamericanas para explorar posibilidades. Las preguntas son técnicas, pero también políticas. ¿Cuánto control tendrá y ejercerá el Estado sobre Internet?

Larry Press, profesor en sistemas de información de la Universidad Estatal de California y experto en la apertura a la red en Cuba, escribe en su blog que espera que la isla encuentre una “vía cubana” hacia un Internet moderno. No pueden ser sólo ETECSA –consorcio estatal de telecomunicaciones–, el gobierno cubano o los inversores extranjeros los que se beneficien del tema, escribe el académico, y afirma que el proceso hacia una Internet moderna tardará años en el país.

El presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, visitó Cuba antes de que comenzara el histórico acercamiento con EE.UU. Pero no sólo han sido empresas norteamericanas las que están interesadas en poner los primeros ladrillos de lo que será la conexión de Cuba con el resto del mundo.

Hasta que esto ocurra, en la isla se improvisan formas para acceder a la red. Los Tec-Freaks de La Habana conectaron miles de computadores a una red local autodesarrollada. Se llama “StreetNet” (red callejera) y la usan para comunicarse y jugar online. Ahí también hay una versión offline de Wikipedia que es lo más político que se puede encontrar. Una razón por la que el Estado permite que esto continúe.

Mientras unos cargan aplicaciones offline en sus smartphones, otros encuentran caminos ocultos en la red. Algunos tienen sólo una casilla de mail en sus trabajos, pero aun así logran entrar a Facebook. En algunas oficinas hay un tráfico clandestino de contraseñas para acceder a redes de wifi. Y con la aplicación de celular “Your freedom” (Tu libertad) las personas hackean y se cuelgan a las redes de los hoteles.

A su vez, el Estado cubano amplía lentamente la oferta de Internet. Hace poco los disidentes intercambiaban técnicas para tuitear vía SMS, pero hace cerca de un año que se pueden enviar mails desde el celular.

Hay quienes piensan que el wifi gratuito de Kcho es una prueba para estudiar cómo interactuaría el pueblo con un Internet público para todos. Aunque no sea así, hay un cosa clara: Kcho no podría mantener su proyecto si estuviera en contra de la voluntad del régimen.

En el ‘Estudio Romerillo’, Yosuán Méndez toma un descanso obligado: la conexión se perdió nuevamente. No le importa y espera. “Creo que esto es sólo un primer paso”, dice. Él está convencido de que la conexión a Internet en Cuba pronto dejará de ser el regalo de un artista en la periferia de La Habana y se convertirá en una realidad para todos.

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