Los legisladores José Antonio Kast y Ernesto Silva proponen una agenda con cinco puntos: «(i) cambiar el horario permitiendo mayor seguridad para las familias; (ii) definir lugares específicos y sensatos para las marchas, compatibilizando el derecho de asociación y expresión con el debido respeto del orden, la seguridad y la propiedad de las personas; (iii) fortalecer el sentido de autoridad promoviendo una mayor protección y resguardo de los carabineros; (iv) innovar en el transporte público para resolver la crisis del Transantiago, y (v) enfrentar la grave crisis del sistema de salud público, promoviendo iniciativas innovadoras como la creación de consultorios particulares subvencionados».
Los diputados de la UDI, José Antonio Kast y Ernesto Silva, llamaron al gobierno a poner las «urgencias sociales sobre las políticas y judiciales» para establecer una agenda que se haga cargo con el sentido común de los problemas reales de Chile.
A través de una carta publicada en El Meercurio, ambos legisladores gremialistas explican que existen dos Chiles, uno judicial y otro real, mencionando que «hace casi un año que Chile juega su partido en tribunales. En ese tiempo se ha denigrado a la política y a quienes la ejercen, se han debilitado peligrosamente las instituciones y se ha deteriorado nuestra imagen internacional, olvidando lo que sucede en el Chile real. Indudablemente hemos perdido el rumbo, aquel que nos permitió surgir y ser sinónimo de estabilidad y éxito económico».
Admiten que el país atraviesa una de sus «peores crisis políticas desde el retorno a la democracia y por una desconfianza total respecto de su los liderazgos serán capaces de enfrentar con coraje, decisión y sentido común».
Ambos legisladores ponen acento en que mientras la política se está desarrollando en tribunales, el Congreso se «ha transformado en un buzón de malos proyectos -cuya génesis está siempre en la ideología y jamás en el sentido común-, Chile se transforma lentamente en un país gris y atormentado, que ha detenido avances y ha desvanecido esperanzas, perdiendo sensibilidad social en la toma de decisiones».
En un párrafo de la epístola, los diputados se preguntan: «¿Dónde quedó aquel Chile construido con los pies bien puestos en la calle, focalizado siempre en los más vulnerables, por el que tanto luchamos? ¿Cuándo se esfumaron los esfuerzos y los proyectos que tenían como norte el bienestar de las personas, sus intereses, prioridades y necesidades más urgentes».
Y agregan que hace un año el gobierno se encuentra en deuda con ese país real, «que reprueba sus reformas porque no lo identifican ni solucionan sus verdaderos problemas, que sufre con la miopía y la falta de liderazgo de quienes tienen a su cargo la responsabilidad de velar por que los ciudadanos vean el futuro con esperanza y no con resignación».
Además, expresan que los partidos políticos deben transformarse en agentes de cambio e inventar nuevas fórmulas y canales de comunicación con la ciudadanía y convertirse en «vehículos hacia el progreso y la modernidad. Un partido que no se reinventa queda obsoleto, un partido que no es capaz de leer el futuro y sus desafíos muere».
«Chile y sus ciudadanos no resisten más inmovilismo, necesitan con urgencia que el Gobierno, los parlamentarios, los alcaldes y todos aquellos que siguen en el servicio público por vocación, y no por ambición, recuperen el camino del diálogo, el entendimiento y el progreso, para que Chile vuelva a proyectarse al futuro y elimine para siempre los fantasmas del pasado».
En ese sentido, Kast y Silva sostienen que «llegó el momento de poner las urgencias sociales por sobre las políticas y judiciales y asumir una agenda potente de iniciativas sociales que se haga cargo con sentido común de los problemas del Chile real».
Por tal motivo, proponen una agenda que vaya en esa dirección, indicando que es necesario «(i) cambiar el horario permitiendo mayor seguridad para las familias; (ii) definir lugares específicos y sensatos para las marchas, compatibilizando el derecho de asociación y expresión con el debido respeto del orden, la seguridad y la propiedad de las personas; (iii) fortalecer el sentido de autoridad promoviendo una mayor protección y resguardo de los carabineros; (iv) innovar en el transporte público para resolver la crisis del Transantiago, y (v) enfrentar la grave crisis del sistema de salud público, promoviendo iniciativas innovadoras como la creación de consultorios particulares subvencionados».
