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Gumucio califica de «muy provinciano» llamado de la vocera de La Moneda a humor político «con respeto» Escritor entra a la polémica por rutinas del festival que festinan con políticos y corrupción

Gumucio califica de «muy provinciano» llamado de la vocera de La Moneda a humor político «con respeto»

El director del Instituto de Estudios Humorísticos de la UDP sostuvo que «el humor es una forma de evitar que la gente se vaya a los golpes, o que escupa, o que grite (…) es un ritual en que escogemos un momento y lugar para burlarnos y dar rienda suelta a la sensación de ahogo que sentimos frente al poder».


El escritor y director del Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad Diego Portales, Rafael Gumucio, asegura que es «normal y comprensible» que las rutinas humorísticas del Festival de Viña del Mar, especialmente la presentada por el comediante de stand-up comedy, Edo Caroe, se burlen de la elite.

De igual modo, sostiene que es «bastante divertida y ridícula la preocupación nacional en torno a este tema».

En entrevista con La Segunda, Gumucio relativiza que estas actuaciones sean un castigo ante los escándalos de corrupción: «Mucha gente se ríe de mí, pero no lo considero un castigo. En todo el mundo la política es parte del humor y de la sátira. A veces en el Festival uno ve un tono de indignación, de enojo, y eso tiene que ver con los últimos acontecimientos. Anormal es lo que teníamos en Chile antes, en que los políticos tenían un estatus en que uno no se podía reír de ellos».

Respecto de las declaraciones del diputado PS Osvaldo Andrade, en cuanto a que a los políticos les falta humildad y que la mayor muestra de eso es que los llamen «honorables», el escritor afirma que «honorables no son los políticos, honorable es el cargo. El político de alguna forma adquiere el trato de ‘honorable’ y al mismo tiempo adquiere el derecho a ser palanqueado. Todo político más o menos inteligente sabe que no se están riendo de él sino del cargo que ostenta».

«Es muy normal y sano que no se respete el rol, es un rol que les hemos dado y tiene que ser relativizado, si no es peligroso», agrega.

«El señor (Jorge) Pizarro es una persona civil, que vive en su casa y que tiene dos hijos bastante ricos; es una persona a la que uno puede respetar o no, o con la que uno puede tener simpatías. Pero él representa un cargo, y eso tiene que ser respetado en el sentido de que uno no puede ventilar —por ejemplo— cosas de la vida privada de un político. Pero por eso mismo, uno tiene derecho a reírse de él», apunta.

Consultado por las declaraciones de la ministra vocera de Gobierno (s), Javiera Blanco, quien dijo que «aceptamos todas las manifestaciones en el marco del respeto», Gumucio contestó: «¡Es muy provinciano eso! En Estados Unidos, en la comida de los corresponsales extranjeros, el Presidente hace bromas y tienen a un humorista a cargo de reírse de él y de todos los presentes. Es extremadamente provinciana la idea de que si se ríe de alguien lo están destruyendo; el humor es una forma de evitar que la gente se vaya a los golpes, o que escupa, o que grite».

«Es un ritual en que escogemos un momento y lugar para burlarnos y dar rienda suelta a la sensación de ahogo que sentimos frente al poder», destacó.

Consultado por si la alusión de Caroe a Camila Vallejo y Giorgio Jackson es «extrema», Gumucio declaró: «Camila Vallejo y Giorgio Jackson son personas con carné de identidad, pero también dos personajes, dos títeres; no se está hablando de ellos. El misterio de su relación sexual o no ha sido también parte de su campaña política, parte de su atractivo. Un político no puede aprovecharse de algo y después quejarse cuando otro se burla de lo mismo. Ahora, el sentido del humor de los comunistas nunca ha sido algo que uno haya comprendido mucho: el mejor humorista comunista, Joseph Stalin, mató a seis millones de personas por un par de chistes».

Respecto del análisis hecho por Alberto Mayol en El Mostrador, el director del Instituto de Estudios Humorísticos de la Universidad Diego Portales señaló: «Lo que teníamos en Chile en los 90 no era respeto; era miedo, asco, distancia, sobre todo miedo. Que la gente no se riera de Pinochet en los 90 no era porque lo encontrara increíble. Cuando la elite se porta mal, merece que se rían de ella; cuando se porta bien, también merece ser burlada. No es sólo un castigo por hacer mal las cosas, la risa es normal: me puedo reír de Donald Trump y de Martin Luther King».

Gumucio además comentó el hecho de que la Presidenta Michelle Bachelet sea material de burla: «No es ella, sino su familia. La gente se ríe de lo que ellos representan: un gordo patético, casado con una señora patética, son divertidos un poco, pero es más divertido que sean poderosos».

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