Dice que el senador busca el apoyo de los partidos de izquierda «para hacerse del poder»
El rector de la UDP utiliza a Donald Trump -a quien califica de demagogo, adulador del pueblo e intérprete de la calle- para declarar su opinión política sobre el senador independiente por Antofagasta: «En Chile no existe nadie que sea exactamente como Trump -rico, excéntrico, adornado con bisoñé (..) pero el ambiente es propicio para que florezca uno». Para el columnista, esa persona tiene nombre y apellido: «Y es que el demagogo moderno -y aquellos que, como Guillier, sin mala intención, lo imitan- embauca a la gente por la vía de repetir con fidelidad total lo que la gente espontáneamente siente».
«El triunfo de Trump fue el triunfo de los medios de masas», dice Peña al comienzo de su columna, cuyo título -«¿Trump en Chile?»- no podría ser más sugerente.
Antes de tirar los dardos contra Guillier (a quien ha criticado duramente en sus últimas columnas), el rector de la UDP se toma su tiempo para describir el fenómeno Trump. «No valía ni por las ideas que tenía ni por la trayectoria que exhibía (…) gracias al favor de los medios, que vieron en él a una persona que sintonizaba con la gente, y gracias en especial a la televisión, ese medio capaz de simular intimidad entre las audiencias y los que en él aparecen, Trump se convirtió en Trump».
«La demagogia», escribe, «no consiste en engañar a la gente o a las audiencias, sino en auscultar e identificar, sin filtro racional alguno, lo que ellas sienten. Lo mismo ocurre con los medios de masas. Ellos no engañan a la gente: la replican con total fidelidad».
Agrega que el demagogo (como lo describió tempranamente Aristóteles), «es el adulador del pueblo, quien se pretende fiel intérprete de la calle, el traductor de lo que la gente de a pie siente cuando experimenta las asperezas de la vida cotidiana y proyecta en aquellos que supone las causan», publica El Mercurio.
Según el abogado, en Chile no existe nadie que cumpla con fidelidad con las características de Trump, «pero el ambiente es propicio para que florezca uno», refiriéndose a a Guillier, a quien acusa de querer «subirse a la ola de resquemores y malestares de la gente contra los políticos como una forma de conseguir el apoyo de… los partidos políticos de izquierda, y hacerse del poder».
«Y es que el demagogo moderno -y aquellos que, como Guillier, sin mala intención, lo imitan- embauca a la gente por la vía de repetir con fidelidad total lo que la gente espontáneamente siente», puntualiza.
«Haciéndole sentir que basta sentir algo para que ese algo sea correcto o adecuado», concluye.
