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Cuenta Pública con sabor amargo: Piñera debuta con la derecha dividida

En el oficialismo están divididos por la agenda valórica y acusan a su propio Gobierno de falta de sensibilidad política en su manejo, dardos que apuntan al comité político y las nulas señales para tratar de encauzar la tensión en el conglomerado. Advierten que tratar de invisibilizar las fracturas solo las profundizará y eso se va a traducir en que, cuando el Mandatario necesite a su coalición, cuando lleguen los momentos difíciles en estos cuatro años, se le va a pasar la cuenta.


Cuando a las 11 de la mañana el Presidente Sebastián Piñera ingrese al salón del Congreso Pleno a dar su primera Cuenta Pública tras su regreso a La Moneda en marzo, lo más probable es que las bancadas oficialistas y la barra brava en las tribunas no escatimen aplausos. Sin embargo, la escena estará lejos de ser reflejo fiel del verdadero clima interno que hay en Chile Vamos, así como de las fracturas en el seno de la derecha que, en estas semanas y días, han quedado expuestas a la luz con la irrupción de la agenda valórica en el debate nacional y en el propio discurso gubernamental.

El movimiento feminista, la adopción homoparental, el proyecto de identidad de género y el que permite la eutanasia, se han instalado de lleno en el debate político y el Mandatario, aprendiendo de los errores cometidos en su primer Gobierno, pero también haciendo gala de su conocido pragmatismo, se demoró poco en subirse al carro, incorporar propuestas, asumirlas como propias y ponerse a tono con los tiempos que corren en el país.

El mejor ejemplo de eso fue lo sucedido a principios de esta semana. El lunes 28, durante la firma del proyecto de reforma constitucional en el que el Estado debe garantizar la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, Piñera aprovechó para hacer un gesto no menor al movimiento feminista y al mundo progresista: «No ha sido fácil llegar a esta convicción y compromiso y las mujeres lo saben mejor que nadie, la historia de las luchas por la igualdad de la mujer, tanto a nivel internacional como de nuestro país, ha sido siempre difícil, llena de obstáculos (…). Amanda Labarca, María de la Cruz, Inés Enríquez, Marlene Ahrens, Violeta Parra, María Teresa Ruiz, Isabel Allende, Michelle Bachelet y Daniela Vega, yo sé que todas ellas contribuyeron a construir un Chile mejor».

Con esa frase al Gobierno se le terminó de desordenar el naipe al interior de Chile Vamos. Hoy esta coalición es distinta a la que Piñera tuvo a su lado en su primer mandato, ya no es tan simple, es más grande, con más actores y eso la convirtió en más compleja, porque la presencia de Evópoli, por un lado, y José Antonio Kast, por otro, sumados a los liberales  y conservadores que cohabitan en la UDI y RN, genera un cóctel de tensión que estalló esta semana.

En RN, más allá que varios consideran que es correcto el gesto del Jefe de Estado con Bachelet y Daniela Vega, reconocen que “fue innecesario e incluso una estupidez política”, porque lo único que sacó en limpio con eso fue perjudicar la cohesión y convivencia al interior de Chile Vamos. «Puede que lo aplauda la izquierda con eso y que suba en las encuestas, pero eso no se traduce en apoyos, provoca mucha tensión en nuestro mundo y además no se ve sincero, sino que algo para tratar de agradar y se nota», reclamaron en la coalición oficialista.

No por nada esta semana, la ex senadora Lily Pérez dijo públicamente que Piñera «nunca ha sido feminista» y, si bien es cierta esa afirmación, más que una crítica en sí al Mandatario, la frase constató algo casi obvio en la derecha: que este tono de debate valórico no le es propio, ni cómodo ni natural. Pocos en el oficialismo creen que el Presidente evolucionó realmente en su pensamiento y están seguros de que esta ruta que ha seguido se explica única y exclusivamente en el pragmatismo político de obtener paz social con los adversarios para poder gobernar, a la luz de lo que le indican las encuestas.

[cita tipo=»destaque»]En la derecha saben del poder e influencia del mundo evangélico, que su disciplina y capacidad de movilización en un sistema de voto voluntario es absolutamente determinante, que por eso Piñera les hizo gestos durante la campaña, lo que se tradujo en un apoyo clave en la segunda vuelta. Pero algunos consideran que es un error creer que por eso el Gobierno y el Presidente deben «someterse a la visión evangélica”, mientras que otros advierten que pueden terminar siendo un búmeran para el Mandatario.[/cita]

El riesgo de eso, advierten transversalmente en Chile Vamos, es que ese pragmatismo termine fracturando a la coalición y que la agenda valórica que asumió como propia Piñera termine solidificando las profundas diferencias internas, igual como le sucedió a Bachelet y la Nueva Mayoría cuando llegó la hora de debatir de verdad la reforma educacional.

Sobre ese punto, un parlamentario RN calificó de «peligroso» el escenario actual, ya que La Moneda y el Presidente cometen un error al “tomar las banderas de la izquierda», porque se olvidan de que las bases de la derecha, de su electorado, buena parte de sus parlamentarios y dirigentes, son conservadores. «Los liberales son importantes, sí, son influyentes en nuestro sector, sí, pero nunca han sido mayoría, es un error creer eso», agregaron en el partido del Presidente.

Unido a eso, desde la coalición apuntaron a que insistir en esa ruta puede generar una inconveniente desafección de las bases con el Gobierno, de la gente que votó por Piñera en primera y segunda vuelta, algo que ya sucedió –añadieron– en la primera administración y que se logró revertir con mucho esfuerzo durante la campaña del año pasado, precisamente por el discurso que tuvo como candidato. «Piñera no ganó las elecciones por su apertura en lo valórico, sino que por el discurso de Chilezuela y por sus promesas de reactivación económica», sentenció un histórico RN.

A río revuelto, ganancia de pescadores y JA Kast lo sabe muy bien. En una columna en Bío Bío TV, el ex abanderado presidencial se lanzó directo contra Piñera: «Ese error que persigue al Presidente desde hace bastante tiempo, aparece cuando las convicciones flaquean y las encuestas atraen, el error de seguir encontrando más atrayente seguir ensalzando a la izquierda que defender con fuerza nuestras ideas y proyectos, nuestras prioridades y los sueños de la inmensa mayoría de los chilenos. Señor Presidente, ¿por qué gobernar con las banderas ajenas y dejar de lado nuestras propias banderas?”.

Le siguió después la autodenominada “bancada cristiana”, compuesta por los diputados RN Leonidas Romero, Eduardo Durán y Francesca Muñoz, quienes advirtieron sin tapujos y públicamente que, si Piñera seguía por esta línea en materia valórica, se iban a pasar a la oposición y lo emplazaron a cumplir su compromiso con el mundo cristiano. «Estoy molesto y confundido, porque yo trabajé, voté y apoyé a Sebastián Piñera y, con lo que ha ocurrido en los últimos días, siento que sigue gobernando la izquierda y Bachelet. La verdad es que los exabruptos con el reconocimiento que hizo ayer a una ex Presidenta y a un hombre que dice ser mujer, la verdad es que me descolocó. En el mundo cristiano estamos muy preocupados, estamos molestos», sentenció Romero.

Sus palabras le valieron ser pasado a la comisión de ética de la Cámara de Diputados y recibir críticas públicas de sus propios pares del oficialismo, como el diputado de Evópoli Luciano Cruz Coke y la diputada RN Ximena Ossandón, choque frontal que solo dejó más aún en evidencia que la derecha está totalmente en llamas estos días.

En la derecha saben del poder e influencia del mundo evangélico, que su disciplina y capacidad de movilización en un sistema de voto voluntario, es absolutamente determinante, que por eso Piñera les hizo gestos durante la campaña, lo que se tradujo en un apoyo clave en la segunda vuelta. Pero algunos consideran que es un error creer que por eso el Gobierno y el Presidente deben «someterse a la visión evangélica”, mientras que otros advierten que pueden terminar siendo un búmeran para el Mandatario.

Mal manejo

En Chile Vamos no responsabilizan del todo a Piñera, es más, hay varios que incluso le conceden que adopte la ruta que estime conveniente, para eso es el Presidente, pero el error ha estado –recalcaron– en que este tipo de situaciones, tan complejas y sensibles para la derecha, requieren de un tratamiento político especial y bastante fino, que en este caso estuvo totalmente ausente. «La Moneda ha sido totalmente desprolija en eso, porque los ministros del comité político no hicieron nada para tratar de contener estas tensiones y fracturas», afirmó un piñerista.

En la derecha acusan que, siendo consciente el Gobierno de la realidad interna del conglomerado oficialista sobre sus diferencias valóricas, el comité político debió anticiparse, destinar horas políticas para encauzar esa tensión interna para evitar que se hiciera daño a la coalición, uno donde ya se habla de situación peligrosa, fracturas, divisiones. Ponen un ejemplo: los vaivenes de la indicación por la adopción homoparental, una indecisión gubernamental que fue pública, igual que las discrepancias en el oficialismo, lo que generó un ruido innecesario. “Así, ya da lo mismo si se presenta o no, porque el daño ya está hecho”, reclamaron en RN.

En el círculo histórico del Presidente dicen que es evidente, con esta crítica, que la instancia de la reunión de los lunes en La Moneda del comité político de ministros con los dirigentes de Chile Vamos «ya no basta», no es suficiente para, precisamente, hacer la contención que esta agenda requiere. No es un tema menor, porque en la derecha coinciden y son enfáticos en precisar que las fracturas ya se generaron y que le pasarán la cuenta a Piñera, no ahora, sino cuando vengan los días difíciles en estos cuatro años.

Públicamente en la derecha señalan que la amplitud de visiones al interior de Chile Vamos es positiva, los ayuda a ampliar sus límites, llegar a otros electorados, ampliarse. La diputada María José Hoffmann (UDI) manifestó que ella “desdramatizaría totalmente» la situación interna en la coalición, porque se trata de «una diversidad que enriquece, en temas de conciencia no van a estar todos de acuerdo y será el dialogo y las votaciones los que terminen dirimiendo las diferencias. Yo tengo posturas muy claras, pero eso no significa que, si no se hace lo que uno no quiere, deja de participar”.

Pero en privado lo que se escucha estos días mayoritariamente en la UDI y RN es bastante distinto a eso, es más bien una preocupación y una sensación de molestia por considerar que Evópoli, la tercera fuerza oficialista, está teniendo demasiada injerencia en las decisiones y el tono de La Moneda y el Presidente, “una influencia que no se han ganado en las urnas”.

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