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Caras nuevas pero el mismo mensaje en el segundo tiempo de Piñera: el «modelo» no se toca PAÍS

Caras nuevas pero el mismo mensaje en el segundo tiempo de Piñera: el «modelo» no se toca

Macarena Segovia
Por : Macarena Segovia Periodista El Mostrador
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A pesar de que el Mandatario cambió dos de los tres nombres del Comité Político y renovó las carteras de Hacienda, Economía y Trabajo, la fórmula de un gabinete sub-50, con un perfil más de centro liberal, no vino acompañado de nuevas propuestas o un anuncio distinto al paquete de medidas de la semana pasada. El perfil más convocante y ameno del nuevo gabinete no vendría de la mano con la apertura a cambios de fondo. Es más –sostienen los especialistas–, el Presidente aún no logra ver que el problema es político y no solo economicista. que “no se soluciona con una lista de supermercado”.


La mañana de este lunes La Moneda amaneció en calma, había confianza en que el diseño del nuevo gabinete sería “un paso certero para calmar los ánimos”, destacan desde el oficialismo. El Presidente llegó con ocho cambios ministeriales bajo el brazo, entre ellos, la modificación de su comité político, diseño que se había mantenido intacto desde la planificación realizada por el núcleo piñerista en Apoquindo #3000, antes de asumir el Gobierno.

La pregunta relevante era saber quién sería el sucesor de Andrés Chadwick, la mano derecha del Presidente y su consejero más cercano. Entre los nombres figuraba el de Karla Rubilar (42), quien había cimentado –durante los primeros días de la crisis– un perfil recatado y dialogante, pero finalmente se descartó y en su reemplazo se le dio la Segegob. El otro nombre fue el de Felipe Ward (47), la carta de la UDI para integrar el comité político. Este había sido  anunciado por la prensa como el nuevo titular del Interior, pero fue cambiado a última hora, según trascendidos de La Moneda, debido a sus declaraciones sobre Derechos Humanos. Antes de asumir ya era una incomodidad, por lo que fue relegado a la Segpres.

El golpe de gracia lo dio el segundo piso. Cristián Larroulet logró que uno de sus principales alfiles tomara el control del Ministerio del Interior, rompiendo la hegemonía de Chadwick y dejando al evópoli y piñerista Gonzalo Blumel (41) en dicha cartera.

El ambiente en el Salón Montt Varas de La Moneda era festivo, los personeros del oficialismo que asistieron al cambio de gabinete ovacionaron y aplaudieron al exministro Chadwick. Más en privado, llegaron las felicitaciones para Larroulet, quien logró tomar el control completo del círculo de hierro del Jefe de Estado.

Los otros nuevos nombres del gabinete completan una renovación sub-50. El economista Ignacio Briones (46) en Hacienda; Lucas Palacios (45) en Economía; María José Zaldívar (44) en Trabajo; Julio Isamit (30) en Bienes Nacionales; y Cecilia Pérez (43), quien sorpresivamente saltó del Comité Político al Ministerio del Deporte.

Para Kenneth Bunker la renovación etaria y de imagen del gabinete es “una señal positiva, un cambio en la dirección correcta. Pudo haber mejores nombres en los gabinetes sectoriales, pero es una buena señal con todo lo que está pasando ahora”. El académico de la universidad de Milán destaca que haya habido cambios en el comité político y económico. “Blumel va a ser mucho más blando que Chadwick, es una persona que va a intentar ir por una condicionante, con Rubilar son calmantes”, pero destaca que el nombramiento de Felipe Ward se escapa de esta línea.

La primera prueba la afrontó la ministra Karla Rubilar, sola, sin el ministro del Interior Gonzalo Blumel. En su primera conferencia, la vocera de Gobierno se refirió a las manifestaciones que se desarrollaron durante la tarde de este lunes en el centro de Santiago. Emplazó a todos quienes tienen vocerías a rechazar la violencia de la jornada y señaló que espera que la movilización citada para este martes sea pacífica. Un llamado que no tardó en tener eco entre la oposición y hasta el alcalde Daniel Jadue respondió vía Twitter que él condenaba toda la violencia, incluida la policial.

Respecto a las propuestas, la ministra Rubilar planteó que «nos queda un camino largo por recorrer», pero la gente entiende que «su voz fue escuchada y entiende las señales que ha dado el Gobierno con un cambio de gabinete, un cambio de actitud».

Rostros frescos, sin mensaje nuevo

En Palacio hay seguridad de que se están “haciendo bien las cosas” y que este anuncio sería un incentivo para que las movilizaciones disminuyan. A pesar de que en su discurso el Presidente Piñera no tuvo espacio para dar otras señales, se enfocó en el paquete de medidas ya anunciadas y puso énfasis en los desórdenes y destrozos. Una performance insuficiente –según los analistas– y con falta de atención en la calle, ya que a esa hora, en plena Alameda, se empezaban a sentir las primeras manifestaciones en contra de la decisión gubernamental.

Cristián Valdivieso, director de Criteria Research, destaca que el cambio de gabinete era una medida necesaria, “cambiar los rostros desgastados por voceros creíbles para el nuevo mensaje, pero era fundamental cambiar el mensaje, cambiar a los mensajeros no es suficiente. Lo que está claro es que este cambio no pasa por un grupo de medidas de receta, sino por una propuesta que asegure un cambio de timón hacia una agenda más social”.

Postura con la que coincide Marta Lagos, directora ejecutiva de MORI, quien recalca que “el cambio de gabinete muestra muy brutalmente la diferencia de las expectativas con la crisis y lo que el Presidente cree que hay que hacer. Él cree que en esto se necesita una lista de supermercado”, lo que se debe a “una visión acotada y monocausal. Da la impresión de que es un problema económico, hay una ausencia de comprensión de que este es un problema político”.

Respecto al gabinete, Lagos destaca que Ward es un “miembro duro de la UDI”, “que tiene una visión dicotómica de la izquierda”, razón por la que su nombramiento no habría contado con la venia del segundo piso. Por otra parte, a juicio de la directora de MORI, Rubilar “es lo más potente que tiene el gabinete, sin duda que su discurso conciliatorio y directo daba la impresión de que podía encaminarse, pero hay una contradicción entre el mensaje de cercanía y el de la violencia”.

Al interior del Gobierno recalcan que la ministra Rubilar es la única que tiene el soporte para disentir ante la postura del Primer Mandatario, mientras que la cercanía de Blumel con este “lo llevan a ser más orejero que consejero”, asegura un asesor de Gobierno. El problema, destacan, sería que Felipe Ward no tendría una relación cercana con sus compañeros del Comité Político, “pero de amistad no se vive en política”, matizan desde el oficialismo.

Para Valdivieso, “hay una señal positiva que es la generacional, hay personas con mayor apertura, pero, por otro lado, hay señales contradictorias. El nombramiento de Isamit es una señal totalmente contraria a la idea de la tolerancia. Sí, hay un gabinete más joven y pseudoliberal, pero se refuerza la idea de los privilegios. Además, este es un gabinete político que está por verse si se puede mantener al Presidente más en control, sabemos que él hace lo que quiere, nadie le pone el cascabel, ya que él no escucha a su entorno”. De todas formas, el director de Criteria Research destaca que “hay que darle una oportunidad” al gabinete político, que las medidas y su capacidad “están por verse, hay que darle tiempo”.

Cabe recalcar que una de las principales solicitudes desde la misma derecha para este cambio ministerial era integrar figuras del mundo social, de regiones, y que saliera de los núcleos tradicionales, como la Universidad Católica, pero esto no ocurrió, ya que el Presidente bajó de 15 ministros de la PUC en el gabinete anterior, a 14 en el actual. Además la señal social del gabinete era el nombramiento de Julio Isamit, quien no solo ha sido cuestionado por sus dichos homofóbicos, sino también por su rol en el movimiento estudiantil de 2006, en cuyo contexto se le acusó en reiteradas ocasiones de filtrar información a la oposición del entonces Gobierno de Michelle Bachelet y hasta el mismo oficialismo.

Además, en los últimos meses había sido parte de las mesas de discusión en el Instituto Nacional, como exdirigente del recinto escolar. Los propios dirigentes del Instituto acusaron la intervención del Gobierno, ya que Isamit era jefe de gabinete de la Segegob.

Los intocables, las señales y los cortafuegos

Además de los cambios en el gabinete político, las salidas del ministro de Hacienda, Felipe Larraín, y de su par de Economía, fueron bien recibidas al interior de los sectores más liberales del oficialismo. “Se abandonaron los dogmas”, apuntan desde la bancada de Chile Vamos.

Para Kenneth Bunker, “dado que la crisis es, por una parte, por la desigualdad económica y la inequidad social, donde hay un sentimiento emocional, es importante no solo dibujar el programa, sino las características de las personas, personas que representen un mundo más conciliador”. En este sentido, los nombramientos de Ignacio Briones en Hacienda y Lucas Palacio en Economía, apuntarían a una derecha liberal pero que no está “casada” con la reintegración en la Reforma Tributaria, subrayan desde el oficialismo.

Por otra parte, la salida de Nicolás Monckeberg y el nombramiento de María José Zaldívar, que tiene un arraigo más hacia el centro político, también sería una carta para afrontar el debate salarial y de la rebaja en la jornada laboral. El problema, indican quienes conocen al exministro Monckeberg, sería la sorpresa que causó la salida del RN, quien había sobrevivido a varias guerras internas con la UDI, pero no a la discusión por las 40 horas. Es más, hasta el domingo, el entonces ministro aseguraba a su círculo cercano que se mantendría en el cargo.

Desde la oposición, específicamente desde el Senado, muro infranqueable hasta antes de la Revuelta de Octubre para el Gobierno, no se obnubilaron con los nuevos nombres del equipo económico y de trabajo, pero sí señalaron que les van a dar el “beneficio de la duda”. Si bien se reiteró que los rostros por sí solos no van a cambiar nada, sí destacaron el hecho de que el nuevo ministro de Hacienda, Ignacio Briones, no provenga de círculo íntimo del exjefe de la billetera fiscal Felipe Larraín, y tampoco del propio Presidente Piñera. De esta manera, su formación en el Instituto de Estudios Públicos de París abre una luz, señalaron, respecto de un escuela menos doctrinaria y liberal que la estadounidense.

Por ahora, puntualizaron queda ver si existirá el complemento necesario considerando que, de los tres, solo el ministro de Economía tiene un perfil más político, rasgo necesario para los tiempos que se viven –señalaron–, porque, si bien respetan el conocimiento y la aplicación, los debates que se vienen por delante van a necesitar a una persona que se respete en torno a su capacidad negociadora y brazo político, concluyeron.

Dos nombres que llamó la atención que se mantuvieran, fueron los de Gloria Hutt en Transportes y Jaime Mañalich en Salud. Según fuentes de Gobierno, la permanencia de Hutt –a pesar de su rol en medio de la crisis, desatada por el alza en el pasaje del Metro– y de Mañalich –quien ha sido criticado por la falta de transparencia y secretismo del Minsal en materia de DDHH y por la tardanza en las autopsias a los cuerpos de los fallecidos–, se debe a que ambos son “fusibles, un resguardo a futuro”, en caso de que se necesiten más señales desde Palacio.

Por último, una inamovible en el gabinete, a pesar de las críticas y el conflicto social que desata entre los estudiantes –la punta de lanza de las movilizaciones en el Metro–, es la figura de la titular de la cartera de Educación, Marcela Cubillos. Es ella la mujer de Chadwick que queda en el gabinete y, pese a que es parte de un ministerio sectorial, “es una cartera con poder y clave para el Gobierno”. Desde La Moneda aseguran que su cargo no estuvo en cuestión, que las señales hacia el movimiento estudiantil apuntan “a no ceder” y mantener la línea de Aula Segura.

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