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El ministro Guillermo Silva Gündelach cumplió con el saludo protocolar tras asumir hoy la presidencia del máximo tribunal del país por el próximo bienio. En los ‘80 tuvo en sus manos una de las causas de derechos humanos emblemáticas, la de Sebastián Acevedo Becerra, un caso que catalogó como inmolación y no como suicidio [ACTUALIZADA]
En el Palacio de La Moneda, el Presidente Sebastián Piñera recibió en audiencia a Guillermo Silva, quien asumió la presidencia de la Corte Suprema por un periodo de dos años para el bienio 2020-2021.
El ministro Silva Gündelach cumplió con el saludo protocolar tras asumir hoy la presidencia del máximo tribunal del país, en reemplazo de Haroldo Brito en una ceremonia realizada en el salón de Pleno del máximo tribunal y a la que asistieron autoridades nacionales y del sector judicial.
En la actividad estuvieron presentes el ministro de Justicia, Hernán Larraín; el presidente del Senado, Jaime Quintana; el presidente de la Cámara de Diputados, Iván Flores; la presidenta del Tribunal Constitucional, María Luisa Brahm; el fiscal nacional del Ministerio Público, Jorge Abbott y el contralor general de la República, Jorge Bermúdez, entre otras autoridades.
En la oportunidad, Silva destacó que uno de los focos principales estará en la administración de justicia, labor esencial para todos los jueces del país y se refirió a la crisis social que vive el país, donde garantizó que “nos importará preservar la autonomía, la independencia y la imparcialidad en nuestro actuar para dar garantía a todos los ciudadanos de este país, como hasta el momento lo hemos hecho”.
El nuevo presidente de la Corte Suprema nació en Penco, Región del Biobío, el 8 de noviembre de 1947, y cursó estudios superiores en la Universidad de Concepción, egresando de la carrera de Derecho en 1972.
Silva inició su carrera judicial en diciembre de 1972, como secretario del Juzgado de Letras de Laja, prosiguiendo como juez en los juzgados de Letras de Mulchén, Los Ángeles y Civil de Concepción.
Fue en esa jurisdicción donde tuvo en sus manos una de las causas emblemáticas durante la dictadura, el caso de la inmolación de Sebastián Acevedo Becerra, un obrero que el 11 de noviembre de 1983, quien en señal de protesta por la detención de sus hijos a manos de la CNI, rocía parafina y bencina en sus ropas en la Plaza de la Independencia de la capital penquista, y se prendió fuego, muriendo a las pocas horas a consecuencia de la quemaduras que sufre.
El caso fue caratulado como inmolación, y según relata el doctor Juan Zuchel, el médico que recibió al obrero, el entonces juez Guillermo Silva le preguntó que por qué no la había registrado como suicidio, recuerda una publicación de El Periodista. “Mi argumento fue que suicidarse significa autoeliminarse por no poder resolver un problema personal, y la inmolación es una autoeliminación para resolver un problema colectivo, como había sucedido con este hombre. Finalmente, él aceptó mi argumento y la muerte de Sebastián Acevedo quedó caratulada como inmolación”, señala el especialista en el libro “Los archivos secretos del doctor Juan Zuchel”.
En 1988, Silva fue elegido «El mejor juez» de la jurisdicción de Concepción y, entre 1988 y 1989, fue vicepresidente de la Asociación Regional de Magistrados.
En septiembre de 1990, fue nombrado ministro de la Corte de Apelaciones de Talca, para pasar en 1993 a ocupar similar cargo en el tribunal de alzada de Concepción, del cual fue presidente en 1999.
También se ha dedicado en paralelo a la docencia universitaria de la cátedra de Derecho Penal en las universidades Católica de la Santísima Concepción (UCSC) y San Sebastián, tanto en la sede de Biobío como, en la actualidad, de Santiago
El 17 de noviembre de 2008, asumió como ministro de la Corte Suprema, tribunal en el cual se ha desempeñado, principalmente, en la Primera Sala. También ha sido ministro consejero de la Corporación Administrativa del Poder Judicial en los períodos 2015-2016 y 2018-2019.
