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Propuesta de Nueva Constitución

¿Parlamentarismo o semipresidencialismo?: expertos europeos anticipan las claves de estos modelos en el marco del proceso constituyente chileno

El ciclo será transmitido íntegramente El Mostrador por sus canales YouTube y Facebook Live. El primero de ellos contó con la participación de Juan Fernando Durán Alba, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid; Hubert Alcaraz, catedrático de Derecho Público en la Universidad de Pau y de los Países del Adour (UPPA), Francia; y Bárbara Navarrete Antinao, alumna de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. Todo, con el apoyo de Euro Social de la Unión Europea. Sobre el semipresidencialismo, Alcaraz dijo que «el Presidente está entonces obligado a replegarse en el ejercicio de sus poderes propios, desempeñando únicamente un papel marginal en el marco del ejercicio de los poderes compartidos. Eso, porque los poderes más importantes finalmente para la vida cotidiana de la nación están en manos del primer ministro y de su Gobierno, no en las manos del presidente. Así que la aparición de este fenómeno de cohabitación no es una catástrofe, porque permite el funcionamiento del sistema y ha permitido el funcionamiento del sistema». En tanto, Durán Alba explicó que «el Gobierno puede pasar a relacionarse con el Parlamento en términos de confianza política. Y el corolario de esta confianza, de esta relación de confianza, es que, una vez perdida, el Parlamento puede sustituir al Gobierno mediante una votación en la que se le retire la confianza».


“Parlamentarismo y semipresidencialismo”. Ese fue el título de la primera de 12 sesiones que se llevarán a cabo entre junio y noviembre con el objetivo de generar espacios de discusión sobre las diversas experiencias de países europeos en relación con temas que deberán abordarse en la Convención Constitucional.

El ciclo será transmitido íntegramente por El Mostrador por sus canales YouTube y Facebook Live. El primer ciclo contó con la participación de Juan Fernando Durán Alba, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid; Hubert Alcaraz, catedrático de Derecho Público en la Universidad de Pau y de los Países del Adour (UPPA), Francia; y Bárbara Navarrete Antinao, alumna de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. Todo, con la ayuda de Euro Social de la Unión Europea.


Alcaraz, el primero en exponer durante el pasado miércoles y lo hizo sobre su experiencia en el parlamentarismo francés: «Hay que partir de una idea bastante sencilla que es que el régimen actual, la Constitución actual, se imaginó como reacción a los desvíos de los regímenes anteriores, caracterizados por un ultraparlamentarismo y una inestabilidad gubernamental sin precedentes».

De acuerdo a su relato, el actual sistema se establece con dos objetivos: «Establecer un Poder Ejecutivo verdadero, es decir, fortalecido. Y segundo, domesticar al Parlamento. Estas inquietudes se tradujeron en la institución de un sistema híbrido que no es ni un verdadero régimen parlamentario, puesto que el Jefe del Estado es elegido por el pueblo y dispone de extensos poderes, pero tampoco un verdadero régimen presidencialista, puesto que al lado del presidente existe un Gobierno responsable políticamente y, tras más de 50 años de práctica política, la Quinta República aparece hoy como un régimen en el cual el presidente, como consecuencia de su modo de elección por sufragio universal y del apoyo de una mayoría parlamentaria, este presidente goza de una primacía en el Ejecutivo y de una ascendencia indirecta a través del Gobierno sobre el Legislativo».

La segunda, «radica en la coincidencia entre la mayoría presidencial y la mayoría legislativa. Es decir, la existencia en el Parlamento de una mayoría absoluta perteneciente a la misma tendencia política que el Presidente de la República. Cabe precisar, además, que esta coexistencia entre la mayoría legislativa y la mayoría presidencial se acompaña de una cierta primacía de las de la segunda sobre la primera, en la medida en que esencialmente la elección de los diputados miembros de la mayoría se basó en su apoyo al Presidente de la República, lo que ha tenido una incidencia decisiva en el funcionamiento de las instituciones. De esta manera, el presidente se beneficia del soporte de una mayoría de diputados para la ejecución de su programa, así como, por ende, de los instrumentos parlamentarios al servicio de su política. Esto es un elemento que es muy importante para la configuración del régimen y su funcionamiento práctico».

«De tal manera que, pese a que a priori pudiera caracterizarse como parlamentario, el rasgo distintivo de este régimen no es otro que el dominio presidencial. Pero, como acabé diciendo, el funcionamiento presidencialista del sistema se encuentra subordinado a la necesaria coincidencia de las mayorías presidencial, por un lado, y parlamentaria, por el otro, lo que supone cierta precariedad y relatividad. Si esas dos mayorías se contradicen, nace lo que se llama la cohabitación, que consagra otro esquema, otra lectura de la Constitución. Un esquema, diríamos, más ortodoxo, que impone una lectura más precisa de la Constitución y del régimen parlamentario, con un Gobierno que se coloca bajo la única dependencia de la Asamblea Nacional y no del Presidente», agregó.

«En este supuesto, el presidente está entonces obligado a replegarse en el ejercicio de sus poderes propios, desempeñando únicamente un papel marginal en el marco del ejercicio de los poderes compartidos. Eso, porque los poderes más importantes finalmente para la vida cotidiana de la nación están en manos del primer ministro y de su gobierno, no en las manos del presidente. Así que la aparición de este fenómeno de cohabitación no es una catástrofe, porque permite el funcionamiento del sistema y ha permitido el funcionamiento del sistema», afirmó.

«El elemento clave se desvela y no es la coincidencia entre mayoría presidencial y mayoría parlamentaria. El elemento clave es, finalmente, la gobernabilidad del país. Lo que depende en realidad solo de la existencia en el Parlamento de una mayoría coherente y estable que apoye, que apoya, al Gobierno y a su política. Ciertamente, esta hipótesis es menos satisfactoria desde el punto de vista del sistema y de su configuración, pero no es sinónimo de bloqueo, desde el momento en que las elecciones legislativas llevan al Parlamento una mayoría no fragmentada, y esto es el resultado del sistema de sufragio del sistema electoral, no de la existencia de una cultura de la coalición política por parte de los partidos políticos. Tradición o cultura que no existe en Francia. Entonces, salvo la hipótesis de la cohabitación, no es sorprendente que el sistema haya sido criticado por una verticalidad excesiva del ejercicio del Poder Ejecutivo, sobre todo en períodos normales», explicó en su charla que se extendió por 15 minutos.

«Eso podría decirse que es el precio a pagar para el éxito. El verdadero problema, más que esta verticalidad que no se debe olvidar, que es sinónimo de eficacia también. El verdadero problema es que Francia tiene un jefe del Estado con enormes potestades de intervención política, pero que permanece, sin embargo, y responsable políticamente. Realmente depende, aún ante todo y quizás solo, del sufragio universal. Así que, para evitar estos supuestos de cohabitación, se han ensayado modificaciones constitucionales con vistas a proteger la primacía presidencial, pero que acabaron incluso amplificándola, pues participan de la primacía y de su refuerzo», dijo.

Modificaciones tipo la disminución del período presidencial a 5 años y la inversión del calendario electoral «de las elecciones presidenciales y legislativas, donde las segundas, las legislativas, confirman las primeras que, precediéndolas en el tiempo, se antojan más importantes en una conexión temporal para reducir los riesgos de discordancia entre las mayorías. Pero estas reformas fueron al mismo tiempo. Al fin y al cabo, un elemento adicional de refuerzo de la figura del presidente».

«La coincidencia de las elecciones legislativas y presidenciales disminuye al máximo los riesgos de cohabitación, evitando así coartar los poderes del presidente. En resumen, de esta manera se confirma la primacía del presidente nutriendo. Así, las críticas de los observadores y personalidades políticas a propósito tanto de la verticalidad del poder del poder presidencial como de su irresponsabilidad política. Estos dos inconvenientes, verticalidad e irresponsabilidad, se acompañan de un tercero que puede ser en parte fruto del primero, que es la abstención. En efecto, la inversión del calendario electoral implicó que las elecciones presidenciales fueran organizadas antes de las legislativas, lo que reforzó un poco más el protagonismo de las primeras, las cuales se presentan actualmente como el momento decisivo de la política francesa, dejando a la selección legislativa una importancia marginal. Tanto es así que, en 2008, una importante reforma constitucional fue promovida para modernizar las instituciones. Esta reforma fue esencialmente articulada en torno al refuerzo de las prerrogativas del Parlamento, es decir, función legislativa y función de control del gobierno. Es decir, e insisto, se considera que la estabilidad del régimen se debe en gran parte a la primacía del Ejecutivo y particularmente del presidente de la República. Eso sí. Siempre y cuando se encuentre sostenido mediante la existencia de una mayoría estable en el Parlamento».

Sistema parlamentario

Posteriormente, Durán Alba tomó la palabra: «Voy a articular mi intervención en tres partes, unas consideraciones iniciales en las que quiero, de alguna forma, pues, explicar qué es en la forma de Gobierno parlamentaria y en lo que ha devenido su significado. Una segunda en la que, de alguna forma, quiero y me pregunto si estos elementos de racionalización, de fortalecimiento del sistema parlamentario, garantizan la la estabilidad del mismo. Y una tercera en la que, de alguna forma, voy a señalar algunos similares en el tiempo, algunos aspectos significativos precisamente de esta forma de Gobierno».

«Si queremos hablar de un sistema parlamentario en la actualidad, tenemos que hablar de sistemas parlamentarios. Racionalizamos de la misma manera que decimos que hoy las constituciones son rígidas, todas más o menos rígidas, pero rígidas. Los sistemas parlamentarios en la actualidad son sistemas parlamentarios. Racionalizamos. Se entiende por racionalización el conjunto de técnicas jurídicas dirigidas a estabilizar el sistema parlamentario, singularmente fortaleciendo al Poder Ejecutivo a costa del Poder Legislativo», dijo.

«El sistema parlamentario, en términos clásicos, viene siendo entendido como la consecuencia de una lectura de la separación de poderes menos rígida, más flexible que la del sistema presidencialista de cierta medida. El régimen parlamentario supone la evolución natural de un contexto europeo, entonces, generalizadamente monárquico, y el tránsito hacia su democratización. Estamos hablando del siglo XIX, democratización que pasaba no solamente por universalizar el derecho de sufragio, sino por desvincular paulatinamente a un jefe del Estado no electivo, a un monarca de cualquier atribución que fuera entendida como ejercicio de la potestad para acantonarlo en el universo de la autoritas, de la moderación y del arbitraje, o, como expresara el británico Walter Belloc, en los tres derechos de los que dispone el monarca en su relación con el Gobierno: derecho a ser consultado, derecho a aconsejar y derecho a advertir, una vez que se distinguen las dos magistraturas como instituciones distintas, es decir, la jefatura del Gobierno por un lado, y el Gobierno estrictamente por otro», explicó.

«El Gobierno puede pasar a relacionarse con el Parlamento en términos de confianza política. Y el corolario de esta confianza, de esta relación de confianza, es que una vez perdida, el Parlamento puede sustituir al Gobierno mediante una votación en la que se le retire la confianza, es decir, la moción de censura, que se convierte así en un mecanismo parlamentario de exigencia de la responsabilidad. No me resisto a, como habitualmente hacen algunos colegas, incluir la moción de censura en los instrumentos de control parlamentario. Es otra cosa. Más bien sería el resultado de un control del control parlamentario, que lleva a constatar que la Cámara ha perdido la confianza política en él, en el Gobierno», sostuvo.

En otra parte de su charla, Durán Alba afirmó que «las democracias europeas ya no conciben a los partidos políticos como meras maquinarias electorales, sino como estructuras fuertemente jerarquizadas y burocratizadas, con presencia permanente, prácticamente cotidiana, en cualquier tipo de debate, no ya político, sino con relevancia social. Claro, desde ese momento el debate queda inmediatamente politizado, que no ideologizado, que no es lo mismo, puesto que la búsqueda de la identidad ideológica de los partidos contemporáneos se está convirtiendo casi en una actividad solo apta para intrépidos aventureros. Por otro lado, el sistema, el sistema electoral. La gran pregunta, sistemas con parlamentos bipartidistas estables o sistemas multipartidistas aparentemente más representativos, aunque a costa de la estabilidad gubernamental».

Bárbara Navarrete valoró la participación de ambos exponentes sobre todo en el momento del país, «que viene a configurar un escenario político de representación política muy distinta al que estábamos acostumbrados en los últimos 30 años. Vimos en la reciente elección de la Convención Constitucional que el oficialismo, por ejemplo, tiene menos de un tercio de la composición de la Convención, cuestión que podría replicarse, quizás en lo que va a ser una próxima elección parlamentaria en un escenario de elección presidencial también muy, muy abierto y con características muy particulares del último año en Chile. Y eso también ha ido abriendo un debate o varios debates, uno de ellos, que ya esbozaba Juan, respecto a la característica que tiene que tener nuestro Parlamento, si es que la característica de hoy, tener un Congreso o un Parlamento bicameral, en el marco de lo que se ha ido configurando electoralmente en Chile, es el óptimo».

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