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PDG, el partido de Parisi, en la senda de la Lista del Pueblo PAÍS

PDG, el partido de Parisi, en la senda de la Lista del Pueblo

Raúl Espina
Por : Raúl Espina Periodista de El Mostrador
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Con un 12,8% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2021, el polémico economista Franco Parisi ratificaba su rol preponderante en la fracturada escena política nacional, posterior al estallido social. Su proyecto tuvo como principal mérito el fraguar su candidatura sin el respaldo de los partidos tradicionales, propiciando el nacimiento del Partido de la Gente (PDG), que alcanzó nueve cupos en las elecciones parlamentarias de ese mismo año. Asumiéndose como una colectividad emergente, al poco tiempo careció de la coordinación y el liderazgo necesarios para sustentar una propuesta de mayor profundidad, situación que quedó en evidencia tras el conflicto interno que desató la elección del presidente de la Cámara. Hoy, son varias las coincidencias con el ocaso del proyecto de izquierda llamado Lista del Pueblo, que obtuvo positivos resultados electorales al calor de la contingencia del estallido social, pero que se disolvió entre escándalos y conflictos internos.


La votación del pasado lunes 7 de noviembre, convocada para elegir a la nueva mesa directiva de la Cámara de Diputadas y Diputados, marcó la definitiva desintegración de la bancada parlamentaria del Partido de la Gente (PDG), cuyo comité hoy está dividido y enfrentado públicamente. Esto, después de que Gaspar Rivas, Karen Medina, Rubén Oyarzo y Francisco Pulgar decidieran desmarcarse del acuerdo fraguado entre dicha colectividad y Chile Vamos, entregándole los votos necesarios al oficialismo para mantener en su poder la testera de la Corporación.

Fue este hecho el que gatilló un conflicto de mayor escala al interior de la tienda fundada en 2019, cuyos nueve cupos en la Cámara la transformaron rápidamente en un «partido bisagra», que podría resultar determinante en un Congreso con las fuerzas de oposición y oficialismo prácticamente empatadas. Si bien en un principio el PDG asumió su condición de actor emergente y relevante, dispuesto a negociar tanto con el Gobierno como con la derecha, su rol convocante en la polémica y vergonzosa mesa paralela de discusión sobre la continuidad del proceso constituyente comenzaba, hace algunas semanas, a dar luces de la fugacidad de sus redes de influencia.

Cabe recordar que fue el eventual cumplimiento del acuerdo administrativo firmado por el propio Partido de la Gente con los partidos de Gobierno en marzo pasado y que permitía que la diputada comunista Karol Cariola alcanzara la presidencia de la Cámara, lo que comenzó a generar resistencia en un sector mayoritario de la colectividad liderada por el economista Franco Parisi, y que abrió la posibilidad de pactar un nuevo acuerdo con la oposición. Después de tensas negociaciones, casi la mitad de sus parlamentarios se negó a apoyar la candidatura de Miguel Ángel Calisto (DC), desatando un fuerte enfrentamiento entre los compañeros de bancada.

Precisamente, este miércoles, un almuerzo entre los congresistas integrantes del comité del PDG terminó entre gritos, después que se hiciera conocida la expulsión del diputado Pulgar y sanciones en contra de Rivas, Oyarzo y Medina, quienes conforman el denominado grupo de «díscolos». Por otra parte, el grupo acusante, que fue el que negoció con la derecha para promover un nuevo pacto administrativo, está conformado por la jefa de la bancada, Yovana Ahumada; el excandidato a la presidencia de la Cámara, Víctor Pino; Roberto arroyo, y otros independientes, como Gloria Naveillán.

La salida de Francisco Pulgar provocó que los otros diputados considerados «díscolos» amenazaran con renunciar al partido, acusando que hubo evidentes faltas al reglamento de la Corporación, lo que provocó que dicho grupo de parlamentarios presentara este miércoles una denuncia por presunta adulteración de instrumento público ante la Brigada de Delitos Económicos de la Policía de la PDI. Advirtiendo que se trata de una investigación en curso, no quisieron entregar mayores detalles al respecto, pero una parte de la acusación se relaciona con cambios de actas para permitir modificaciones reglamentarias que justificaran la expulsión del diputado Pulgar.

Desde la jefatura de la bancada de diputadas y diputados del PDG evitaron referirse a dicha acusación, ya que aseguran que el próximo lunes se tomará una decisión al respecto en una reunión a la que asistirán los integrantes del comité. Recientemente, además, difundieron un comunicado en el que justificaban las sanciones a los parlamentarios «díscolos», acusándolos de desconocer lo democráticamente acordado a nivel interno, en que se apoyaba un nuevo acuerdo con la derecha, y de votar por el candidato de la lista opositora Vlado Mirosevic, «lo que refleja que previamente estaban de acuerdo con los lineamientos de la totalidad de la lista de la izquierda», complementaron.

PDG al borde del ocaso

En este complejo escenario, el PDG podría estar muy cerca de su definitiva y precoz fragmentación, con el riesgo cierto de disolverse, considerando que recién en 2021 pudo legalizarse ante el Servicio Electoral (Servel). El partido ha sido liderado hasta ahora por su fundador, el economista y excandidato presidencial Franco Parisi, quien en los últimos días aprovechó sus plataformas en redes sociales para criticar a los diputados «díscolos» y amenazar con futuras sanciones e, incluso, con que les pedirían renunciar a la colectividad. Pero más allá de sus intentos por seguir influyendo y continuar cimentando un liderazgo evidentemente debilitado en el último tiempo, Parisi se niega a dejar escapar la posibilidad de construir un espacio que convoque a quienes no se sientan representados con los sectores políticos tradicionales, por lo que los últimos hechos son advertidos por el economista como una amenaza real para que su proyecto de «derecha populista» caiga en el abismo, a causa de su propia fragilidad ideológica y escaso sustento programático.

Es precisamente este riesgo el que, para algunos analistas, hace emparentar la actual situación crítica del PDG con el polémico y fallido proyecto de la llamada Lista del Pueblo, que alcanzó un inusitado éxito en las elecciones de convencionales constituyentes –impulsado por el fervor popular del estallido social y la emergencia de espacios políticos nuevos que se distanciaran de la lógica política tradicional–, pero una serie de escándalos llevó a que sus miembros abandonaran el movimiento, el cual fue disuelto rápidamente. Por otra parte, y guardando las proporciones, analistas coinciden en que el Partido de la Gente pasó, en cuestión de meses, de ser una plataforma empoderada y legitimada por el triunfo del Rechazo en el plebiscito de salida, a estar en riesgo vital, a causa de los errores no forzados de sus integrantes y a la escasa profundidad de su proyecto político.

Pero entre quienes buscan sobrevivir a la crisis y mantener en pie el hoy por hoy disociado proyecto, existe la hipótesis de que tanto el oficialismo como la oposición estarían ejerciendo su influencia para que el partido se debilite. De hecho, desde el sector sancionado existen algunas voces críticas sobre el rol que eventualmente podría estar ejerciendo Chile Vamos para que se concrete la expulsión de los díscolos de la bancada, debido a que el PDG ha complicado a la UDI, RN y Evópoli en resultados electorales con la dispersión de votos y, además, porque si dichos diputados son removidos de comisiones claves, ello facilitaría la estrategia de la derecha de censurar tales espacios.

Al respecto, el secretario general de la colectividad, Emilio Peña, sostuvo que «la izquierda y la derecha necesitan que el PDG desaparezca. La izquierda nos ha atacado de manera sistemática desde que partimos, y ahora sentimos que la derecha también nos está atacando. Ahora sentimos que hay muchas presiones. Obviamente que necesitan que nos debilitemos”, planteó.

Pero la verdad es que, más allá de las especulaciones y la búsqueda de argumentos para entender la situación crítica de la colectividad, desde el grupo de los «díscolos» del PDG se sinceran en torno a la posibilidad de que toda esta polémica se justifique en una estrategia que apunte a «vengarse» de quienes votaron a favor del oficialismo y en contra de la disposición de su bancada, en la reciente elección de la nueva mesa directiva de la Cámara. A la espera de que avance la investigación de la PDI, anuncian que el próximo lunes podrían tomar decisiones importantes sobre su continuidad en la tienda.

En ese sentido, uno de los parlamentarios sancionados y quien se ha transformado en un elemento problemático para las intenciones de la directiva del comité de la tienda –que, por ejemplo, siempre se mostró a favor de respetar el acuerdo administrativo pactado con el oficialismo–, el diputado Rubén Oyarzo, se sinceró respecto a la compleja situación que atraviesa la colectividad.

«En detalle, nosotros los parlamentarios creemos que hubo una eventual adulteración de las actas y del reglamento para realizar modificaciones reglamentarias que respaldasen la expulsión de Pulgar, las que no habrían sido ratificadas, porque suponen que fueron efectuadas recientemente (…). Esto cruzó la línea, estamos hablando de una pasada de máquina, de una purga, de una vendetta donde una mayoría circunstancial está aprovechando un solo voto que tienen de mayoría para hacer lo que quieren y transformar la bancada en una situación autoritaria», sostuvo Oyarzo.

En los próximos días, el conflicto al interior del Partido De la Gente vivirá momentos decisivos, después de una seguidilla de arremetidas, enfrentamientos, acusaciones y amenazas entre los que hace un tiempo intentaban encabezar un proyecto político que buscaba diferenciarse de la forma tradicional de hacer política, pero que ha caído presa tanto de sus propias rencillas como de su propia fragilidad. Con un líder como Franco Parisi, quien no ha sido capaz de movilizar el accionar de su bancada de diputados, este emergente espacio ha sido desde un inicio engatusado por los partidos oficialistas y de oposición, que entienden sus debilidades y que necesitan desesperadamente sumar aliados en un dividido Congreso Nacional.

Ahora, fragmentado y al borde del precipicio, el partido populista de derecha está muy cerca de seguir el camino de aquellos proyectos que, al calor de una contingencia particular, se ofrecen como respuestas inmediatas, pero que al mediano y largo plazo no son capaces de alcanzar la solidez necesaria para transformarse en actores influyentes.

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