El ministro reía con ganas y se lamentaba de «la poca fe» que los parlamentarios demostraban al siquiera haber pensado que podría haber sido sustituido en el reciente cambio de gabinete.
Pasadas las 13:15 horas del martes, el ministro secretario general de la Presidencia (Segpres), Cristián Larroulet, ingresó a la cafetería de la Cámara de Diputados con una amplia sonrisa y de un notorio buen estado de ánimo.
La primera en casi lanzarse a sus brazos exclamando «¡ministro, que bueno que no me lo sacaron!», fue la diputada del PPD María Antonieta Saa, quien abrazó efusivamente al secretario de Estado.
Tras ella, se levantó otro diputado de la tienda opositora, Pepe Auth, a saludar a Larroulet y darle una más que cordial bienvenida.
El ministro reía con ganas y se lamentaba de «la poca fe» que los parlamentarios demostraban al siquiera haber pensado que podría haber sido sustituido en el reciente cambio de gabinete, cuando desde su propio sectores habían voces que pedían un cambio de diseño en la forma de gobernar, lo que implicada -sostenían- la salida de todos los ministros políticos de La Moneda.
Pese a la fama de duro que se le ha hecho, y de la que el mismo se lamenta entre risas, es más querido en términos personales que políticos en el Congreso, y transversalmente, lo que quedó de manifiesto con el histriónico recibimiento que le hizo la diputada Saa y que no pasó para nada desapercibido entre quienes se encontraban en la cafetería de la Cámara Baja a esa hora.
