Las enfermedades de las y los viajeros normalmente están asociadas a infecciones de diverso tipo, por lo que es necesario tomar ciertas precauciones, detalla especialista.
Con el periodo de vacaciones ya iniciado, es importante anticiparse y tener en consideración algunas recomendaciones si se trata de salud, para poder disfrutar de esta etapa de descanso.
Gonzalo Blanco, jefe de la Unidad de Pacientes Internacionales de Clínica Las Condes, explica que “las llamadas enfermedades del viajero normalmente están asociadas a infecciones bacterianas, víricas, fúngicas y parasitarias que se pueden adquirir a la hora de viajar”.
Este tipo de patologías van variando de acuerdo con el destino y, cada zona geográfica, tiene sus propios riesgos.
Pero si se trata de enumerar las más características, atención con el siguiente ranking:
Diarrea del Viajero: Es la afección más frecuente entre los turistas, que llega hasta un 40% de los que viajan a regiones tropicales. Se produce habitualmente por bacterias que se adquieren a través de los alimentos o bebidas contaminadas. Aunque no suele ser grave, puede obligar a modificar el viaje previsto, siendo más vulnerables en general los niños, personas de edad avanzada, y viajeros con inmunidad deprimida por diversas causas (aquellos que padecen enfermedades crónicas).
JetLag: Con las fronteras nuevamente abiertas tras la pandemia, se retomaron los vuelos a destinos lejanos pudiendo desplazarnos grandes distancias en muy poco tiempo, lo que provoca el paso de varios husos horarios. A esto se agregan esperas en los aeropuertos, las horas de vuelo, la llegada a un ambiente desconocido, cambios de clima y alimentación entre otras cosas.
Por estas razones “el pasajero puede sufrir con alguna facilidad estrés, náuseas, diarreas o estreñimiento, fatiga e insomnio, siendo variable la duración de estas molestias, según cada individuo, habitualmente pasajeras en unas cuantas horas”, explica el especialista.
Mal de Altura o Mal Agudo de Montaña: Las grandes alturas provocan alteraciones por la falta de oxígeno, variaciones de la temperatura y realización de actividad física. Es aconsejable que aquellos viajeros que padecen una enfermedad crónica consulten con su médico antes de realizar el viaje.
El denominado Mal de altura suele aparecer por sobre los 3.000 metros en ascensos graduales, o por encima de los 2.500 metros en personas que pasan directamente del nivel del mar a grandes altitudes (lo más habitual). Los síntomas más frecuentes aparecen entre las 4 y 8 horas de la llegada y son: dolor de cabeza, insomnio, mareos, náuseas, falta de apetito y cansancio.
Desaparecerán gradualmente con el descenso y analgésicos comunes, pero pueden durar varios días. En ocasiones, estos síntomas pueden ser de gran intensidad, con complicaciones cardiopulmonares que constituyen una urgencia médica, que necesitará consulta médica y el descenso inmediato de la altura. No es infrecuente que se presente en turistas que por actividades recreativas suben a la cordillera.
Además de los clásicos seguros de salud que ofrecen las agencias de viajes o en los mismos aeropuertos, es importante tomar ciertas precauciones. Por lo mismo, el especialista detalla:
Precauciones de higiene con los alimentos y bebidas:
Pasajeros con enfermedades crónicas: