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De vacaciones con nuestras mascotas Mascotas

De vacaciones con nuestras mascotas

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Es cada vez más habitual que las familias se vayan de vacaciones con sus mascotas. Destinos turísticos y establecimientos hoteleros se adaptan a esta nueva realidad.


La relación que existe entre las personas y las mascotas es cada vez más estrecha.

Las mascotas en general y los perros en particular cambian la vida de las familias con las que conviven. Mejoran el bienestar de las personas, especialmente de los niños y las personas de edad más avanzada, y se convierten en una parte importante de la propia familia.

Una población en crecimiento

En España, por ejemplo, crece el número de familias con perros. Se estima que el 25 % de los hogares tiene un perro (cerca de 5 millones de familias) y que en los hogares españoles viven unos 7,5 millones de canes.

Esta presencia implica que influyen en la planificación de las vacaciones familiares. Especialmente en el caso de los viajes y siempre que no se vaya a una segunda residencia, pues necesitan unas atenciones especiales que no todos los destinos de viaje suelen ofrecer.

Las necesidades de estos viajeros afectan al destino y a los alojamientos turísticos. Ejemplo de ello son las numerosas páginas web especializadas en viajes con mascotas. También la utilización de las redes sociales para valorar los destinos por su facilidad para viajar con mascotas.

Por todas estas razones, se está produciendo un aumento del número de hoteles que admiten animales, y los destinos turísticos se definen cada vez más como dog-friendly y tratan de atraer a los turistas que viajan con sus mascotas. Son destinos que tratan de dar respuesta a las necesidades de este tipo de turistas.

Viajar con mascotas influye en el consumo de experiencias en los destinos de viaje. Cada vez más, los centros comerciales ofrecen la posibilidad de entrar con ellos, se crean parques caninos y algunos museos permiten que entren en sus instalaciones.

Huéspedes y mascotas

La primera decisión en la planificación del viaje es la búsqueda de alojamiento. Así, la familia tienen que elegir dónde y cómo se va a alojar con su perro.

Por su parte, los alojamientos turísticos deben decidir si permiten o no la entrada de perros en el establecimiento y atender así un nuevo nicho de mercado, centrado en los turistas con mascota. Una estrategia dog-friendly tiene aspectos positivos, porque atrae a las familias con mascotas, pero también negativos: determinados turistas no querrán alojarse en lugares donde haya perros.

Los hoteleros deberán analizar cómo serán las relaciones entre estos dos grupos de huéspedes: los viajeros con mascotas y los que no tienen perro. La creación de espacios para mascotas más allá de las habitaciones será esencial para el desarrollo de este mercado.

Perros bañistas

Todavía hay escasez de establecimientos donde poder alojarse con perros. Esta es una de las limitaciones para viajar con mascotas. No obstante, esto también es una oportunidad para que los alojamientos hoteleros abran nuevas líneas de negocio y para que los destinos admitan a estos viajeros. Un incentivo es que los establecimientos incrementarían los ingresos por habitación, ya que los clientes tendrían que pagar un sobrecoste por mascota que serviría para pagar el incremento del coste de la limpieza de la habitación.

Una estrategia partidaria de las mascotas por parte de los destinos turísticos o los establecimientos hoteleros puede reportarles un incremento de su reputación en las redes sociales. Eso sí, será indispensable que esos destinos cuenten con servicios veterinarios completos y de calidad.

Finalmente, se debe debatir el tema de si las mascotas pueden entrar en las playas en periodos estivales. Mientras los propietarios de mascotas defienden esta postura, otros usuarios se oponen. No obstante, sí podría existir una solución aceptable para la mayoría: la acotación de lugares en las playas para aquellas personas que viajen con sus perros. De esta manera, la sociedad en su conjunto ganaría.

Tomás López-Guzmán, Turismo, Universidad de Córdoba

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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