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El diseño de La Moneda para sacar a Bachelet del fondo del pozo Estrategia busca rescatar el legado de reformas de la Mandataria

El diseño de La Moneda para sacar a Bachelet del fondo del pozo

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Objetivo es recuperar la narrativa que tuvo en la campaña, un discurso mucho más político, centrado en las reformas que impulsa, en los logros obtenidos en este ámbito a pesar de todos los problemas, que prometió reformas tributaria, educacional y laboral y que, con todos sus bemoles, eso ya está en la mesa. En Palacio son varios los que afirman que Bachelet cambió hasta su forma de hablar: “Se le nota convencida de lo que dice, que es su discurso, uno en el que cree y no que lo dice porque se lo escribieron”, recalcó un asesor.


Nadie discute que el 2015, por lejos, fue el peor año político de las dos administraciones de Michelle Bachelet, porque el escándalo que desató el Caso Caval fue una bomba de racimo que contaminó a todo el Gobierno y dañó gravemente la credibilidad de la Mandataria en las encuestas. Tras el receso estival, La Moneda está aplicando un nuevo diseño político-comunicacional de trabajo que busca precisamente dar vuelta la página, con el objetivo de que el legado de la Presidenta sean las transformaciones que se están impulsando y no los problemas que tiñeron su gestión el año pasado.

Hace rato que, en el seno de La Moneda, venía el debate interno de lo que había que hacer para salir del fondo del pozo, qué estrategia y qué ruta seguir, la promesa de las reformas –para un sector– era muy etérea y se consideraba indispensable poner el acento en logros concretos, mientras que para otros el “check list” de las promesas de campaña cumplidas era la mejor fórmula. Cualquiera de las alternativas chocaba con un problema: el alicaído ánimo y el poco convencimiento de la Presidenta Bachelet, algo que ya cambió, aseguran en Palacio.

Desde que regresó de sus vacaciones a fines de febrero, no hay dirigente político, ministro o asesor que no haya comentado que Bachelet llegó cambiada, llena de energía, renovada. Se le vio en algunas actividades animadamente bailando y sonriendo sobre el escenario, como fue el caso de la celebración del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo y en La Moneda confiesan que el cambio es más que unas cuantas cumbias para las cámaras de televisión.

Efectivamente, hay un diseño político-comunicacional que incluye varios puntos. En el Gobierno reconocieron que el 2015 Bachelet estuvo demasiado protegida, mucho en su oficina, que perdió el contacto con la gente, por eso el primer ítem es sacarla de los muros de La Moneda, fomentar en su agenda las salidas a terreno, especialmente a regiones, para que recupere el contacto directo con la ciudadanía.

Segundo. Recuperar la narrativa que tuvo en la campaña, un discurso mucho más político, centrado en las reformas que impulsa, en los logros obtenidos en este ámbito a pesar de todos los problemas, que prometió reformas reforma tributaria, educacional y laboral y que, con todos sus bemoles, eso ya está en la mesa. En Palacio son varios los que afirman que Bachelet cambio hasta su forma de hablar: “Se le nota convencida de lo que dice, que es su discurso, uno en el que cree y no que lo dice porque se lo escribieron”, recalcó un asesor.

[cita tipo=»destaque»]El nuevo diseño –cuajado en su base entre la jefa de gabinete de la Presidenta, Ana Lya Uriarte, y la jefa de prensa, Haydée Rojas– contempla un punto especial en lo relativo a la prensa. La idea es una Bachelet “más abierta” con los medios de comunicación, tener una mejor relación con los periodistas, que la Mandataria dé efectivamente más entrevistas, que en general hable más con la prensa para que salga más en diarios, televisión y radios, que ello no sea solo por los problemas y conflictos del Gobierno, los vaivenes de los casos SQM o Caval.[/cita]

El mejor ejemplo hasta ahora es lo que dijo la Mandataria el viernes 11 de marzo en Antofagasta. No era cualquier día, se cumplían dos años desde que había asumido por segunda vez las riendas de La Moneda y diez desde que se cruzó la banda tricolor por primera vez.

«Algunos dicen que soy porfiada, pero eso no es otra cosa que convicción y voluntad de hacer un Chile más grande y más justo (…). Hay cosas que hay que perfeccionar, y en eso estamos trabajando, pero lo importante es aquello que permanecerá para el futuro. La obra gruesa ya está lista; ahora tenemos que afinar las terminaciones (…). Porque la verdad es que creo que los cambios son importantes, pero los cambios importantes son aquellos que permitan, por un lado, que todos vivamos mejor y, por otro lado, que perduren en el tiempo», sentenció Bachelet en el norte, en una intervención de casi media hora, en la que defendió los avances logrados en su gestión con énfasis en la gratuidad en la educación, la promulgación del Fondo Ricarte Soto, el aporte familiar marzo, el Acuerdo de Unión Civil, la agenda de productividad y energía, la eliminación del binominal, los avances en el proyecto de elección de intendentes, el proceso constituyente y la reforma laboral.

El diseño también contempla fortalecer la imagen de una Presidenta “empoderada”, que toma decisiones, que está encima de todos los temas, que los maneja y resuelve. No fue casual ni tampoco gratuito –confesaron en La Moneda– que después que se hiciera pública la decisión del Gobierno, a mediados de marzo, de retornar al horario de invierno entre mayo y abril, estratégicamente filtraron en Palacio que había sido una decisión directa de la Mandataria, que incluso le había doblado la mano al ministro de Energía, Máximo Pacheco.

En ese mismo punto, desde La Moneda han recalcado a los distintos ministerios que en sus actividades, en todas, los secretarios de Estados deben siempre mencionar a la Presidenta Bachelet, poner el acento en ella, en que las reformas son su obra, su logro.

Ha sido histórica y conocida la tensa relación que la Mandataria ha tenido siempre con los periodistas, la desconfianza y situaciones tirantes permanentes, pero el 2015 llegaron a uno de sus niveles de máxima expresión. No hay que olvidar que fue casi al terminar el año político, en enero, cuando se generó una intensa polémica por los cupos para la prensa en el avión presidencial en las giras al extranjero, reducción que de trasfondo tenía un cúmulo de tensiones y conflictos soterrados.

El nuevo diseño –cuajado en su base entre la jefa de gabinete de la Presidenta, Ana Lya Uriarte, y la jefa de prensa, Haydée Rojas– contempla un punto especial en lo relativo a la prensa. La idea es una Bachelet “más abierta” con los medios de comunicación, tener una mejor relación con los periodistas, que la Mandataria dé efectivamente más entrevistas, que en general hable más con la prensa para que salga más en diarios, televisión y radios, que ello no sea solo por los problemas y conflictos del Gobierno, los vaivenes de los casos SQM o Caval.

Algo que ya está en marcha. Fue parte de ese diseño la razón por la que la Presidenta, durante el viaje en avión a Antofagasta, se dirigió a donde estaban los periodistas y conversó informalmente con ellos de diversos temas, relajada, muy ajena a la distancia, brevedad y recelo con el que solía cumplir con esas instancias. Lo mismo fue la entrevista en Revista Paula, que buscó precisamente eso: recalcar y reforzar la imagen, la sensación, demostrar que la Presidenta está bien, en una mejor etapa, “recargada”, como titulaba coincidentemente el texto en papel cuché.

Reconciliada

Dicen en La Moneda que el punto de inflexión de Bachelet fue a fines de enero, que cuando se fue de vacaciones ya había tomado la decisión de dar un giro radical, a dar vuelta la página, que fue ahí cuando le tomó el peso a que quedan solo dos años de su mandato y que, sin un cambio de fondo, el legado de sus reformas iba a quedar inevitablemente empañado por el caso Caval, las críticas a su hijo, Sebastián Dávalos, su nuera, Natalia Compagnon y el quiebre con su otrora hombre de confianza, el ex ministro Rodrigo Peñailillo.

Agregan que fueron la puesta en marcha de la gratuidad en la educación, los testimonios que se conocieron, el poder tener pruebas de carne y hueso del efecto positivo de las reformas, los elementos que la convencieron de que había espacio para “rescatar su legado”, eso fue “una inyección importante de energía para ella”.

Ese convencimiento personal de Bachelet –recalcaron en La Moneda– es lo que marca la gran diferencia entre este diseño y los fracasados intentos que se desplegaron el año pasado por revertir la mala situación. “Se nota que está reconciliada con el rol que le toca cumplir, está haciendo lo que debe sin tener la cabeza en otra parte”, destacó un alto asesor de Palacio.

Eso genera expectativas en el seno del Gobierno en que este nuevo diseño sí va a cuajar, porque es coherente y al fin está en sintonía con la voluntad y el convencimiento de la Mandataria. “Ya pasó lo peor, lo más difícil, especialmente en cuanto a las reformas, los momentos más duros, ahora queda consolidar y hay opciones de hacerlo bien”, agregaron autoridades de La Moneda.

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