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¿Por qué el conflicto es mejor que la crisis? Opinión

¿Por qué el conflicto es mejor que la crisis?

Carlos Rungruangsakorn
Por : Carlos Rungruangsakorn Doctor en Ciencias Sociales, Académico y Miembro del Grupo de Investigación del Rol del Estado Chileno de la Universidad Autónoma de Chile.
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La presente opinión-ensayo, pretende ser una pequeña contribución académica para el entendimiento del momento que estamos viviendo como país y también comprender de mejor forma la diferencia entre conflicto y crisis, que muchas veces se los trata erróneamente como sinónimos.

El termino de conflicto viene del latín “conflictus” cuyo prefijo “con” implica un sentido de unión o aproximación y el participio “flictus” significa golpe, por ende, se deduce que hay interacción entre actores donde subyace una relación de tensión.

De este modo, se podría considerar el conflicto como un proceso de oposición comunicativa entre dos o más actores que, según su fuerza, buscarán imponer su dominio o criterio sobre un determinado objeto en disputa. La duración del proceso dependerá del valor subjetivo que le asignen los involucrados a la cosa en pleito y los mecanismos existentes para la negociación.

Por otro lado, el concepto de crisis proviene del griego “krisis” que significa separación, cortar y curiosamente también decisión. Implica un momento de perturbación que puede poner en peligro incluso la propia existencia humana y se deben tomar decisiones complejas sin contar con un interlocutor. Las crisis sociales no aparecen en forma espontánea, les antecede un proceso previo que puede ser expreso o tácito. Es expreso, cuando la gestión del conflicto es una sumatoria de fracasos o la utilización de estrategias parches como la negación, minimización o la evitación sobre un objeto o tema en disputa. Es tácito, cuando no hay indicios o señales claras de que aparezca una crisis pues no existe confrontación previa. Normalmente el proceso tácito se comporta como el sostenimiento artificial de una realidad, que realiza un grupo de actores, que luego colapsa y da paso, por ejemplo, a una crisis económica.

La situación actual claramente es consecuencia de un proceso expreso conocidos por todos, que se ha ido incubado a lo largo de estos últimos 20 años o más y se manifiesta como un estallido social producto de una acumulación de tensiones sociales no resueltas o cuya estrategia de solución se concentró en ciertos efectos, pero no en las causas basales del problema.

Si se observan ambos términos, uno implica una comunión y el otro involucra la separación de los actores. En la comunión existe la posibilidad de arreglos comunicativos entre las partes e inclusive la posibilidad de la aceptación de la derrota por parte de algunos de ellos, sin que esto implique llegar a la violencia. En cambio, la crisis es un resultado en cual se pierde la posibilidad de interacción y no es posible tratar el uno con el otro, generándose un ambiente de incertidumbre en que el foco de las acciones de los involucrados es perturbarse mutuamente.

En consecuencia, se puede concebir crisis como un estado en el cual los actores han perdido toda capacidad de comunicación e interacción generándose una situación de incertidumbre entre los agentes sociales que puede derivar en actos de violencia o destrucción mutua, pero también en la base de un nuevo paradigma, siempre y cuando la crisis se transforme en conflicto.

Tal como lo dicen teóricos liberales del conflicto, (Simmel, Coser, Dahrendorf), el conflicto es parte connatural de la convivencia social, así como también lo es la búsqueda de la paz social, para ello se deben establecer mecanismos políticos e institucionales permanentes para solucionarlo. El aparato público en general debe entender que los conflictos se estudian racionalmente y se gestionan. Son procesos que requieren dedicación, reflexión, empatía, ética y colaboración para abordar sus causas profundas y efectos. En los conflictos sociales, las soluciones parches son una mala decisión, pues es como tratar una enfermedad grave con aspirinas. La crisis es la expresión máxima del fracaso de la gestión del conflicto, por ello el conflicto siempre será siempre mejor que la crisis.

¿Qué deben hacer los actores políticos y sociales?, lo más urgente es transformar la crisis en conflicto, ¿Cómo? volver a revisar la causa basal de la disputa, es decir, la extrema inequidad que subyace en la justicia, economía y la política mediante instrumentos vinculantes que permitan constituir un nuevo pacto social, que permita que el breve paso de todos por esta existencia sea al menos, sino feliz, aceptable, siendo un deber del Estado contribuir hacia ese fin.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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