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Hidrógeno verde: una revolución en la Constitución Opinión

Hidrógeno verde: una revolución en la Constitución


Los primeros pasos para construir un mejor país ya se están dando. Chile firmó un acuerdo con el puerto Rotterdam (Países Bajos), el más grande de Europa, para exportar hidrógeno verde. Con esto, Chile podría convertirse en un referente global en la industria del combustible del futuro. 

El acuerdo es parte de la “Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde” del Ministerio de Energía y posiciona a esta industria como un factor clave para el desarrollo económico del país. Es en este punto donde el hidrógeno verde toma un lugar importante en la construcción de la nueva Constitución: es deber del Estado asegurar una rápida transición de energías fósiles a energías limpias, porque no sólo estaremos descarbonizando nuestro territorio, también estaremos poniendo en acción uno de los recursos estratégicos más innovadores en la historia de Chile. 

Y esta nueva viga de desarrollo debe ser discutida como parte de la Constitución que reordenará la vida social y política del país por las próximas décadas.

Se trata de una acción revolucionaria en la que todos debemos acordar una línea de base para el beneficio de la economía nacional, con inversiones necesarias para impulsar la producción y su consumo; y de paso cumplir con las metas ambientales pactadas en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. 

El escenario es inmejorable y los recursos naturales del país abundantes: la Región de Magallanes podría llegar a producir el 13% de hidrógeno verde del mundo, esto sumado al producido en el Desierto de Atacama, que tendría el costo de producción más bajo del mundo para el 2030. Y de acuerdo a estimaciones generales, generaría cerca de 100 mil empleos y alrededor de US$200 mil millones en inversión durante los próximos 20 años.

Producir hidrógeno verde es más barato, ya que tiene tres veces la densidad energética de combustibles como la gasolina, superando incluso a las baterías de litio en cuanto a la capacidad de concentrar energía por volumen. Esto significa que se puede almacenar una gran cantidad de energía a través de él. 

El Estado debe ser garante de este gran desafío y coordinar a todos los actores involucrados. A través de la Nueva Constitución se debe crear un marco para reglas del juego claras a los inversionistas financieros, un eslabón esencial en esta materia. Pero lo más importante, debemos, entre todos, formar un ambiente de colaboración y perspectiva, pensando en el futuro de los chilenos teniendo en cuenta que el país posee excelentes ventajas comparativas y competitivas para tomar este desafío. El país debe obtener una verdadera ventaja en el mercado de las energías limpias. 

Si nos ponemos de acuerdo podremos asumir que, con trabajo y eficiencia, no estará lejos el día en que tengamos nuestro propio combustible y estemos en una posición inmejorable para ser líderes a nivel mundial. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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