Opinión
Estamos en medio de la vorágine del cierre del año, pareciera que todo prontamente inicia el modo vacaciones y en medio de ello, La Unicef, Unesco y Banco Mundial nos alertan sobre la urgencia de prepararnos para un adecuado inicio del año 2022.
Vale la pena no perder de vista lo que nos señala dicho informe sobre tres aspectos en los cuales no se puede improvisar.
Tenemos que prepararnos para un encuentro presencial donde la comunidad educativa debe fortalecer sus vínculos sociemocionales como parte del terreno perdido durante la pandemia.
Un segundo aspecto por considerar tiene que ver con los debidos ajustes a los procesos evaluativos de los estudiantes que nos permitan tener claridad respecto del nivel de logro en los aprendizajes esperados, facilitando que los equipos directivos y docentes favorezcan los apoyos necesarios en aquellos estudiantes que lo requieran.
Un tercer aspecto dice relación con la urgencia de prácticas docentes que favorezcan la integración de los aprendizajes, el desarrollo del trabajo colaborativo así como la permanente relación entre lo que se aprende y la realidad cotidiana.
Parecen sencillas estas recomendaciones, pero cada una de ellas lleva aparejado el esfuerzo conjunto para avanzar en un 2022 con mejores expectativas en lo educativo.
