Opinión
Vemos con preocupación las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que revelan que la pandemia provocó un retroceso de más de 10 puntos en el terreno ganado en los últimos diez años en materia de empleabilidad femenina. Pero no solo preocupa el freno en la atracción de talento femenino, sino que también la salud de las mujeres en el país. Registramos un alto porcentaje de muertes derivadas del cáncer de mama, lo que empeoró tras la crisis sanitaria.
En el último informe de mortalidad por cáncer para la década 2009-2018, publicado por el Ministerio de Salud, se concluye que esta enfermedad se está consolidando como la principal causa de muerte entre los chilenos. Si a esto sumamos que muchas mujeres dejaron de realizarse exámenes preventivos por temor a contagiarse de Covid-19 estamos frente a una realidad alarmante.
La revista The Lancet dio a conocer recientemente que en Chile se producirán aproximadamente 7.000 muertes adicionales derivadas de 5 tipos de cáncer hasta 2030. Dos son exclusivos de las mujeres: el cáncer cervical y el de mama.
Como industria debemos hacernos cargo de este preocupante escenario, fortaleciendo el llamado a realizarse los exámenes preventivos. Tenemos la responsabilidad de ofrecer soluciones mucho más eficientes e innovadoras, con el fin de mejorar la ruta del paciente, enfocando a cada uno como un individuo único.
Para lograrlo es importante que avancemos en la implementación de la medicina personalizada en Chile, la que busca poner al paciente al centro con la terapia indicada, en el momento preciso. Si bien todavía queda un largo camino por recorrer, creemos que hay mucho espacio en donde podemos ofrecer mejoras a través de la ciencia, la innovación y el uso de nuevas tecnologías.
Debemos trabajar para lograr mayor equidad de género en el mundo laboral, pero a la vez generar más conciencia en la prevención, exigiendo y otorgando mejores oportunidades para todas.
