Opinión
Un total de 55 empresas de diversos tamaños y rubros, con presencia importante en el sector energético y minero (20%) y de consumo masivo y Retail (17%), fueron consultados para el estudio “»El rol de las personas encargadas de sostenibilidad, su relacionamiento con los stakeholders e involucramiento de los trabajadores en la gestión de sostenibilidad”, realizado por la OIT y Acción Empresas a fines del 2021.
Dicha investigación dio a conocer que, el 70% de los colaboradores afirman que sus organizaciones cuenta con metas, objetivos e indicadores claros en materia de sostenibilidad, pero solo el 60% declara que el compromiso de la empresa se ve reflejado claramente en procedimientos, reglamentos u otros documentos de gestión.
En este sentido, para las empresas grandes, es el CEO el responsable de ejecutar esta estrategia y dar a conocer los resultados frente a los accionistas.
Por ejemplo, hay casos emblemáticos como el ex CEO de Danone, un activo promotor de la sostenibilidad, que sin embargo, fue cuestionado por inversionistas que representaban el 6% del capital de la empresa por no lograr el equilibrio entre rentabilidad para los accionistas y la sostenibilidad. Este debate es más profundo e influyó incluso en la Agenda de Davos sobre el gran reseteo y la COP26.
Lo anterior tiene fundamentos en el estudio exploratorio «Panorámica de la Sostenibilidad en Chile, desafíos estratégicos para la alta dirección», un informe elaborado por el Observatorio de Sostenibilidad de la FEN en donde consultaron a 204 ejecutivos y directores de empresas del país, cuyas afirmaciones recaen en que existe un desalineamiento entre el nivel gerencial y nivel real de avance entre los diversos grupos de líderes organizacionales. Por lo tanto, en este sentido, los directores y gerentes generales de las empresas poseen una responsabilidad estratégica del tema, en donde la responsabilidad táctica recae el resto de los ejecutivos.
En la actualidad, ha quedado en evidencia que no es fácil realizar la transición hacia un modelo de desarrollo sostenible o economía circular. En Chile, las grandes empresas han sido cautelosas con las decisiones tomadas en estas materias, sin embargo, han avanzado con proyectos específicos e iniciativas puntuales en algunos asuntos claves.
En general diría que, desde inicios del año 2000 surgen modelos de negocios complementados con criterios de sostenibilidad, que han ofrecido aprendizajes como por ejemplo, relacionarse con actores de comunidades importantes para la ejecución de proyectos, reportabilidad u otras técnicas de comunicación bidireccionales”.
Por otra parte, en tiempos de pandemia hemos apreciado, por ejemplo, el surgimiento de emprendimientos y empresas con CEOs cuya propuesta de valor se basa en un modelo negocios sostenible respecto a la calidad y seguridad de sus productos para la salud de sus clientes. Dentro de esos modelos se encuentra el embalaje o packing sin plásticos; reducción emisiones en la logística, reducción de consumo de agua, aprovechamiento de los desperdicios, trazabilidad de sus productos o servicios preocupados por la calidad y hospitalidad.
Sin embargo, la principal brecha que enfrentan los CEOs para lograr una correcta transición hacia la economía circular es analizar el desfase que existe entre las declaraciones y las acciones, como dice la filósofa Adela Cortina y allí se encuentra una brecha ética fundamental, especialmente, en términos de contratos abusivos, servicios de postventa de baja calidad, irresponsabilidad frente a daños causados a la salud humana y al medioambiente.
Otros piensan que la sostenibilidad es solo ambiental y otros en cambio como un tema que aumenta el costo de la operación. Necesitamos ponernos de acuerdo en ciertos mínimos para una mejor convivencia y relación empresa y sociedad.
