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Inclusión laboral efectiva: la historia de Diego Vega, uno de los primeros estudiantes con discapacidad contratado por una minera en la Región de Atacama Inclusión

Inclusión laboral efectiva: la historia de Diego Vega, uno de los primeros estudiantes con discapacidad contratado por una minera en la Región de Atacama

Estuvo “de colegio en colegio”, un médico dijo “que no iba a hablar ni caminar” y le cerraron la puerta en muchos espacios, pero junto a su madre y otros integrantes de su familia, sortearon esos obstáculos. El joven copiapino con síndrome de down, fue contratado por cinco meses en una empresa en el área de recursos humanos y su deseo es poder continuar, sostuvo en una entrevista junto a su madre, María Segovia.


Todos los días, Diego espera puntualmente el transporte que lo pasa a buscar a su casa para llevarlo hasta su trabajo: Minera Kinross. Allí, se desempeña en el área de recursos humanos donde “trabaja en el computador, imprime documentos, saca copias y hace archivos», contó su madre en una entrevista virtual, donde participaron ambos.

Frente a la pantalla de un celular y con un crucifijo detrás, la madre explicó algunas de las palabras que mencionó Diego, ya que “le cuesta hablar, pero se hace entender”.

Antes de ocupar ese cargo, el joven de 26 años estudió y egresó del Colegio Los Conejitos (Coanil) de la ciudad de Copiapó, un espacio educativo donde fue capacitado para la inserción laboral, lo cual le permitió tener experiencias en lugares como supermercados.

Asimismo, a través de la Fundación Descubreme, realizó un curso de Administrativo en Recursos Humanos que lo llevó a una pasantía en la minera durante tres meses, pero la última semana en el espacio durante un desayuno llegó la noticia: “lo vamos a contratar por cinco meses más”.

Con la voz quebrada, María recordó ese día y aseguró que fue “maravilloso, sentí un orgullo enorme saber que había superado otra etapa de su vida”.

Desde El Mostrador, se le preguntó a Diego si le gusta trabajar, a lo cual asintió e hizo un movimiento con las manos, haciendo alusión al dinero. “Me gusta la plata”, sostuvo, y con el apoyo de la madre, contó que disfruta comer en el mall junto a su familia con la remuneración que recibe. Pero para llegar a este punto de su vida pasó por varios obstáculos, partiendo por sus primeros pasos. 

Discriminación: cuando los médicos “destruyen la ilusión”

Diego Vega crecía con sus piernas débiles. Y en las idas al pediatra, en el hospital público de la capital regional, su madre preguntó si lo podía llevar al fonoaudiólogo “no, él no va a aprender a hablar”.

En otra instancia, María consultó la posibilidad de hacerlo ver con un kinesiólogo para fortalecer sus extremidades inferiores. “Nunca va a aprender a caminar”, le dijo esa vez el mismo médico.

Esas palabras retumban en la cabeza de María, quien con las lágrimas entre las palabras, contó que es “fome que nos destruyan la ilusión” y por esos años, en un lugar alejado de la capital del país y por la ignorancia generalizada frente al tema, era todo “más difícil, una solita tenía que rebuscarsela y ver cómo salir adelante”, expresó.

“Nosotros nos inscribimos en una agrupación de padres con hijos con síndrome de down y ahí conocimos a un especialista que nos ayudó con ejercicios caseros para la firmeza en sus piernas, también para trabajar su modulación, porque nunca manejó muy bien el lenguaje. Hoy camina, es independiente, hace todas sus cosas solo, esa es una gran recompensa para todos”, sostuvo.

“Ninguna escuela tenía inserción”

Hace dos décadas, la situación de las personas con discapacidad en la Región de Atacama, era distinta a la de hoy. Diego estuvo cinco años en el jardín de infantes, lo dejaron quedarse un año más para darle tiempo a su familia de encontrar un establecimiento: “Iba todos los días a preguntar a la seremi de educación en busca de un colegio que lo pudiera integrar”, relató Segovia. 

Un año estuvo en una escuela privada que le abrió las puertas, pero al tiempo quebró. En un colegio público cursó hasta tercero básico pero, de acuerdo al relato de su madre, “comenzó a salir cansado de las clases, no era igual, empezó a ser distinto su ánimo, no entraba mucho al aula”.

Así pasó en otros de los lugares en que estudió, hasta que llegó al lugar donde terminó sus estudios en 2021, un espacio especializado en estudios para personas con discapacidad. En otras escuelas, María vio algunos esfuerzos por incluirlo, pero “no siempre tenían los conocimientos necesarios” y en otros casos, tampoco se esforzaban.

“Pero la discriminación no venía de los niños, venía en general de los adultos, de profesores que se negaban a aceptarlo”, destacó.

Diego es el mayor de tres hermanos, le siguen Rodrigo (16) y Sofía (11). “Quiero bailar”, expresó en medio de la conversación. Durante sus últimos años de estudio pudo actuar en varias obras de teatro y danza, recibiendo de manera permanente el apoyo de sus profesores, compañeros y familia, sobre todo de su abuelo, “quien ha sido un pilar fundamental para él y lo acompañó en sus cursos virtuales en que se preparó para la minera”, afirmó su madre, quien por su trabajo, detalló, no puede acompañarlo en todos los procesos.

“Él es muy cariñoso, muy humano, muy sociable, en el trabajo se ganó el corazón de todos, está muy bien catalogado porque es sociable, también es muy buen hermano, me siento orgullosa de cómo es él», dijo su madre.

Paulo Cifuentes, ex profesor de Diego y trabajador de la Unidad Técnica Pedagógica (UTP) del Nivel Laboral, coincidió con lo expresado por Segovia: “En la escuela siempre se destacó por ser un joven alegre, con muchas ganas y disposición para hacer cosas nuevas, estamos felices y orgullosos de que esté desarrollándose como un trabajador más, gracias a su esfuerzo y de toda su familia”. 

Todos los jueves, Diego mira la ventana de su oficina porque sabe que, una vez terminada su jornada laboral, podrá pisar la cancha que tiene frente a sus ojos ya que allí entrena el club Deportes Copiapó y lo invitan a jugar.

“Eso lo pone muy contento”, manifestó su madre quien compartió la felicidad de su hijo pero a su vez, recordó que muchos de los estudiantes que egresan de colegios para personas con discapacidad luego quedan en sus casas, porque muchos espacios, entre ellos los laborales, les cierran las puertas. 

En este sentido, el especialista en discapacidad y profesor Cifuentes, subrayó la importancia de la inserción laboral de las personas con discapacidad en todos los espacios y cargos laborales.

“Esperamos que las empresas se preparen y se atrevan a contratar a todo tipo de personas, respetando la diversidad y las habilidades particulares que todos tenemos», comentó.

«Si hablamos de diferencias, todos somos diferentes, si hablamos de capacidad especial, todos tenemos capacidades especiales , es tiempo de dejar de lado los diagnósticos y enfocarnos en valorar a las personas por lo que son, personas con los mismos derechos y oportunidades”, recalcó.

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