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Qué son los plaguicidas, para qué sirven y por qué se dice que tienen dos caras CONGRESO FUTURO

Qué son los plaguicidas, para qué sirven y por qué se dice que tienen dos caras

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Si bien el uso de plaguicidas se extendió en Chile desde los años 90, las investigaciones sobre el impacto de su aplicación aún son escasas. Actualmente se concentran en las regiones de Coquimbo y el Biobío, donde se estudian su relación con el cáncer, la reproducción y otros temas. A nivel social, poco también se conoce de ellos. Qué son, para qué sirven y cuáles son sus riesgos explicó una de las integrantes de la Red de Investigadores en Plaguicidas (Riplag). 


Una exposición sobre el ABC de los plaguicidas y los resultados de una investigación sobre su uso en la región de Coquimbo fue parte de la apuesta descentralizada de Congreso Futuro, donde destacó la charla «Uso de Plaguicidas en la Agricultura: ¿Necesidad o Amenaza?».

“Cuando estaba pensando en cómo enfocar esta presentación me topé con este artículo periodístico que habla de las dos caras de los plaguicidas y ese es el sentido que quiero dar en esta charla y por eso el título”, sostuvo Floria Pancetti,  doctora en Ciencias Biológicas de la Universidad de Barcelona y directora del Departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad Católica del Norte.

En ese sentido, explicó que a los plaguicidas “se les da generalmente una connotación negativa, pero eso depende de cómo los estamos usando”.

Según explicó, los plaguicidas “nacieron para solucionar un problema”: acrecentar la producción agrícola al ritmo del crecimiento poblacional: “ Su contribución a la agricultura y nuestra alimentación es indiscutible, pero también los efectos tóxicos sobre la naturaleza y salud humana de su uso desregulado”, expresó. 

Los pesticidas o plaguicidas son “cualquier sustancia elaborada para controlar, matar o repeler una plaga”, definió la integrante de Riplag. Las plagas, en tanto, son cualquier organismo vivo que provoque daños o pérdidas económicas o que transmitan o produzcan una enfermedad, y están dadas por animales (como insectos o ratones), plagas no deseadas (malas hierbas, malezas) o microorganismos (como enfermedades y virus de las plantas). 

No obstante, la experta subrayó: “no todas las plagas son dañinas, hay que saber reconocerlas”. 

Al mismo tiempo, los plaguicidas se pueden clasificar dependiendo del tipo de plaga que controlan, así existen insecticidas que controlan insectos, herbicida (malezas), avicidas (aves), acaricidas (ácaros), entre otros. De acuerdo a la información brindada por la especialista, también se pueden clasificar de acuerdo a la familia química que pertenecen, donde pueden ser catalogados como compuestos organoestáticos, triazinas, piretroides, entre otros. 

La Revolución Verde (1960-1980), informó Pancetti, fue un periodo en el cual se desplegó un conjunto de estrategias relacionadas con “la mecanización de los sistemas agrícolas, la optimización de los sistemas de riego y el uso de fertilizantes y plaguicidas junto a la manipulación de las especies en cultivo”, que produjeron un aumento de la productividad en respuesta a la demanda. En este marco, Chile también se sumó a la tendencia, aunque de manera más tardía, y el impacto ambiental y en la salud humana aún están en investigación.

Entre 1990 y 2015, el uso de plaguicidas aumentó 6 veces en Chile para incrementar la productividad al doble.

¿Qué formas de exposición a los pesticidas existen? Las personas pueden exponerse a ellos al ingerir alimentos que pueden contener trazas, por el uso doméstico de productos que los contengan y las personas que trabajan en la actividad agrícola al estar en contacto con ellos (exposición ocupacional). 

Asimismo, la académica de la UCN Coquimbo, detalló que los factores que inciden en el grado de exposición de las personas son la dosis (la concentración del pesticida en un espacio), la duración de la exposición (cantidad de tiempo), la frecuencia de la exposición (cantidad de veces), así como la vía de exposición, edad, sexo y enfermedades renales o hepáticas que tengan las personas expuestas. 

Las vías de exposición, por otro lado, se relacionan con el cómo se exponen las personas y puede ser a través de la piel (dérmica), del aire (inhalación) y por vía oral (ingesta de alimentos o agua contaminada). En este punto, la investigadora de Riplag remarcó la necesidad de “una ocupación adecuada de implementación para la protección” frente al uso de estas sustancias. 

Otro de los puntos cruciales para medir el impacto de los pesticidas en las personas, se relacionan con el tipo de exposición. Existe la exposición aguda, que ocurre por periodos cortos de tiempo, o sea menos de 24 horas, a menudo es un evento único o repetido en un periodo corto de tiempo, es evidente y se acompaña de signos y síntomas de intoxicación. La  exposición crónica, al contrario, es repetida y continua por tiempos mayores a tres meses o incluso años, pasa inadvertida y se asocia a la aparición de patologías crónicas como cáncer, alteraciones endocrinas, enfermedades neurodegenerativas, entre otros. 

“En Chile hay pocos estudios sobre los plaguicidas, en la red a la que pertenezco compilamos en 2001 todo lo investigado hasta ese momento en el país sobre el tema”, advirtió la académica. 

Proyección durante la charla sobre la cantidad de estudios y los temas de investigación por región. 

“En Coquimbo nos interesamos los efectos neurotóxicos porque uno de los plaguicidas más usados es de una familia particular, los organofosforados carbamato, que son principalmente insecticidas que se han legislado para prohibir el uso y comercialización de ellos porque provocan parkinson y alzheimer”, detalló. 

Entre 2011 y 2014 la referente del área junto a un equipo de estudio investigaron el grado de exposición en trabajadores agrícolas y población general de los valles de Elqui y Limarí para determinar la prevalencia de alteraciones neurocognitivas en trabajadores agrícolas y población general y más tarde llevaron a cabo un proyecto  de “uso consciente de agroquímicos” en Pan de Azúcar. 

Fruto de ambas experiencias, la profesional testificó la transición de un manejo productivo basado en calendario de fumigaciones, también llamado tradicional, a lo que definió como un “control químico de plagas y de implementación del manejo integrado de plagas y buenas prácticas agrícolas”, que implicó un control biológico, con barreras físicas, manejo correcto de desechos y equipos de protección personal, donde  constató que un manejo integral, controlado y adecuado de pesticidas puede generar diferencias en el impacto en la salud de las personas y el medio ambiente: el daño es menor. 

La charla completa está disponible aquí.

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