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Según informe de la Unesco,  el empoderamiento de las mujeres aporta enormes beneficios para el medio ambiente Educación

Según informe de la Unesco, el empoderamiento de las mujeres aporta enormes beneficios para el medio ambiente

Según el informe, la probabilidad de ratificar tratados medioambientales es mayor en los países que cuentan con más mujeres en el parlamento.


La educación es fundamental para permitir a las mujeres alcanzar la igualdad de género, que, a su vez, es vital para el desarrollo sostenible. Así se confirma en un nuevo informe sobre la igualdad de género elaborado por el equipo del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO (Informe GEM), que se ha presentado en un acto celebrado en París con vistas al Día Internacional de la Niña (11 de octubre).Según el informe, la probabilidad de ratificar tratados medioambientales es mayor en los países que cuentan con más mujeres en el parlamento. Mediante la alfabetización y la adquisición de confianza y competencias comunicativas, la educación puede empoderar a las mujeres y permitirles así convertirse en líderes, y puede ofrecerles también un espacio para aprender sobre el liderazgo y practicarlo. Además, una mayor educación y una mayor formación profesional, técnica y jurídica ayudan a las mujeres a ganar credibilidad e influencia entre otros líderes y dirigentes.

Sin embargo, actualmente menos de una quinta parte de los jefes de Estado, jefes de gobierno y ministros de todo el mundo son mujeres. Aunque recientemente ha aumentado la representación política de las mujeres, todavía ocupan menos del 25% de los escaños en los parlamentos nacionales.

“Se necesita una labor considerable y transformadora para corregir unas desigualdades de género profundamente arraigadas y complejas que afectan a las personas en la educación y fuera de ella y que impiden alcanzar la igualdad de género”, afirmó la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova. “El empoderamiento de las mujeres y las niñas y, en última instancia, el logro de un desarrollo sostenible dependerán de si la sociedad consigue reformarse de acuerdo con estas recomendaciones”.

La educación, especialmente la de las niñas y las mujeres, limitaría el crecimiento demográfico, que está suponiendo grandes tensiones para el planeta. En el África Subsahariana, las mujeres con enseñanza secundaria tienen de media tres niños menos que las que no han recibido educación alguna. También es importante educar a los niños y los hombres sobre la salud sexual y reproductiva. En Kenya, a raíz de un programa de cuatro años de trabajo con hombres sobre comportamientos sexuales responsables, las cifras de embarazos en edad escolar se redujeron en dos terceras partes.

El desarrollo sostenible exige también combatir la discriminación y las desigualdades profundamente arraigadas en el entorno laboral en todo el mundo. Las mujeres desempeñan más empleos no remunerados que los hombres y ocupan puestos menos seguros. Las mujeres y los hombres tienden a trabajar en sectores diferentes, y los dominados por hombres tienden a proporcionar mejor remuneración y condición social que los que emplean a un mayor porcentaje de mujeres. Ello está relacionado con las disciplinas elegidas en la enseñanza superior, en la que pueden observarse fuertes diferencias de género: las mujeres son el 70% de quienes deciden graduarse en enseñanza, pero solo el 25% de quienes optan por la ingeniería y la informática.

La desigualdad de género en el empleo y la remuneración puede combatirse mediante las políticas y la legislación, pero también implicando a los niños y los hombres en la lucha contra la discriminación, velando por que todas las personas gocen de igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y ofreciendo una segunda oportunidad educativa a las mujeres que tuvieron que abandonar la educación. Los docentes pueden contribuir a acabar con los estereotipos laborales; en países como el Reino Unido, Kazajstán y el Líbano se han utilizado los sistemas de mentoría y las becas para alentar a las mujeres a elegir disciplinas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).

Se necesita una mayor igualdad en la educación para contribuir a derribar las barreras de género en la sociedad. Ello implica evaluar qué se está enseñando a los niños y de qué modo. Según el informe, menos del 15% de los marcos curriculares nacionales incluyen materiales sobre empoderamiento desde la perspectiva de género, y solo la mitad mencionan la igualdad de género. El problema del matrimonio infantil se omite o se trata de modo insuficiente en los manuales escolares de muchos de los países donde tiene más presencia este fenómeno, como Kenya y Malawi.

En palabras de Aaron Benavot, director del Informe GEM, “educar a los hombres y los niños para cuestionar las normas de género convencionales es tan importante como educar a las niñas. Pero las experiencias educativas deben reforzarse con lo que ocurre en el hogar, en el trabajo y en la política. Para lograr una igualdad de género sustancial, necesitamos colaborar para abordar los obstáculos más profundos que afectan a las niñas y las jóvenes”.

En el Informe GEM de 2016 se ofrecen recomendaciones sobre la forma de trabajar por la igualdad de género en la educación y combatir los estereotipos de género que frenan el desarrollo sostenible:

1. Igualdad significa mucho más que el mismo número de niñas y niñas en la escuela. Debemos contar el número de matrimonios infantiles y embarazos de adolescentes, examinar quién decide en la planificación familiar, las condiciones laborales, el porcentaje de mujeres en puestos de liderazgo, y analizar la formación de docentes y lo que los manuales escolares y los planes de estudios enseñan a nuestros niños cada día.

2. Aparte del sistema educativo, las demás instituciones deberían promover la igualdad de género con leyes y políticas que protejan los derechos relacionados con la maternidad y mejoren la igualdad en el entorno laboral.

3. Deberían colaborar entre sí quienes trabajan por la igualdad de género en la educación y por la igualdad de género en general. Debería establecerse un grupo de trabajo multisectorial —en el que estén representadas la UNESCO, la UNGEI y ONU-Mujeres— para compartir las mejores prácticas sobre la medición de las desigualdades de género más arraigadas y la lucha contra ellas.

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