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La economía espacial bajo amenaza por la chatarra que orbita la Tierra Tecnología

La economía espacial bajo amenaza por la chatarra que orbita la Tierra

Actualmente, los operadores satelitales maniobran periódicamente sus aparatos para que eviten colisionar con objetos, lo mismo que debe hacer la NASA con la Estación Espacial Internacional. La clave, no obstante, es saber lo que pasa por su camino.


Nunca se ve en las hermosas fotografías de la Tierra tomadas por la NASA, pero el espacio que rodea nuestro punto azul pálido es un depósito de chatarra cósmica. Los desechos abundan, se mueven a velocidades grotescas y representan grandes problemas para los operadores de satélites que hacen negocios en órbita.

Esta contaminación presenta un riesgo existencial para una mayor comercialización del espacio, desde las grandes ambiciones de SpaceX Corp. de Elon Musk y Blue Origin LLC de Jeff Bezos hasta otros actores que ven un futuro promisorio para una variedad de actividades en el espacio, desde turismo hasta procesamiento de imágenes para investigación farmacéutica.

En la órbita baja terrestre, los desechos espaciales viajan a velocidades aproximadas de 5 millas por segundo (8 kilómetros por segundo) –cerca de 18.000 millas por hora (29.000 kilómetros por hora)– que proporcionan incluso a los trozos de chatarra más mínimos una enorme energía destructiva. Una esfera de aluminio de un centímetro de ancho en la baja órbita terrestre equivale a la energía cinética de una caja fuerte desplazándose a 60 millas por hora (97 kilómetros por hora). Si llegara a impactar su satélite, bueno, el choque arruinaría el día.

Si sumamos un exceso de chatarra en ciertas áreas, la órbita baja terrestre se vuelve un entorno cada vez más difícil y mucho más costoso para las firmas comerciales. Actualmente, los operadores satelitales maniobran periódicamente sus aparatos para que eviten colisionar con objetos, lo mismo que debe hacer la NASA con la Estación Espacial Internacional. La clave, no obstante, es saber lo que pasa por su camino.

“Saber dónde están las cosas es la primera parte del problema”, dijo Bill Ailor, investigador de The Aerospace Corp., firma especializada en el rastreo de chatarra espacial. “A largo plazo necesitamos obtener datos [de localización] mucho mejores, de manera que los operadores satelitales no se muevan innecesariamente”.

Para lograr ese objetivo, algunos empresarios ven un potencial de ganancias al ayudar a catalogar mejor toda la basura que se encuentra en el espacio, desechos de décadas de vuelos espaciales tripulados y no tripulados. Desde el lanzamiento a las operaciones y la eliminación, los operadores satelitales necesitan ayuda para supervisar las vías orbitales y el potencial de los objetos de desviarse hacia una trayectoria de colisión.

Una de estas firmas es LeoLabs Inc., de Menlo Park, California. Surgida del centro de investigación SRI International el año pasado, la compañía anunció el lunes que recaudó US$4 millones provenientes de un grupo de inversores, incluyendo a Airbus Ventures, fondo de capital riesgo con sede en San José, California, establecido por Airbus Group SE hace dos años. La tecnología de radar de LeoLab, que se usará para vigilar todos los trozos problemáticos que viajan a alta velocidad, evolucionó gracias a la investigación de la ionósfera de la Tierra en SRI.

También el lunes, LeoLabs anunció la apertura de una segunda instalación de seguimiento por radar en Midland, Texas, que se suma a otra ubicada en Alaska central. En última instancia, la compañía pretende tener unas seis instalaciones de este tipo. LeoLabs dice que sus dos centros de radares pueden rastrear un 95 por ciento de los 13.000 objetos de mayor tamaño en la órbita baja terrestre que el Departamento de Defensa de Estados Unidos monitorea. La firma planea rastrear cerca de 250.000 objetos a medida que su red de radares se expanda.

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