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La vejez en los ojos de Disney Pixar Opinión

La vejez en los ojos de Disney Pixar

Camila Quinteros
Por : Camila Quinteros Socia Fundadora 60 y Más Consultores
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El fin de semana, siguiendo las recomendaciones de varias amigas, partí a ver Cars 3. Si bien las películas animadas suelen estar catalogadas para niños, me sorprende cómo cada vez más estos filmes de animación llenos de colores, autos, mascotas o guaguas que hablan como adultos, se dirigen con fuerza hacia nosotros, los más grandes.


Un consejo: si no ha visto la película y no quiere que le adelanten nada, deje de leer esta columna ahora mismo. Si ya la vio o no le interesa verla, siga leyendo con tranquilidad.

Y en Cars 3 el guiño a la vejez es notable. Nos encontramos con Rayo McQueen que después de ser al auto más veloz del mundo y ganar cada carrera en la que se presentaba, se enfrenta a autos más jóvenes, llenos de potencia y vigor que hacen rugir sus escapes cada vez que pueden.

Y aquí está el primer mensaje. Las personas a medida que envejecemos nos vamos dando cuenta de que las energías disminuyen y que con el paso del tiempo no se tienen las mismas ganas ni las mismas fuerzas para hacer las cosas. A los 20 uno puede carretear de lunes a lunes y levantarse como si nada hubiera pasado; a los 30 salimos de parranda de jueves a sábado y sabemos que nos va a costar estar despierto y rendir el viernes. Más cercanos a los 40, salimos solo los fines de semana y pasados los 50 seguimos saliendo los fines de semana, pero no todos y no hasta muy tarde (aunque por cierto que hay excepciones que confirman la regla). Lo mismo pasa en el trabajo: adquirimos más experiencia, sabemos reaccionar y no nos volvemos locos a cada problema, pero muchas veces la energía no es la misma.

En las carreras, Rayo McQueen se enfrenta a Jackson Storm, un autazo. Último modelo, entrena en simuladores con tecnología de punta, los auspiciadores se lo pelean y él se cree el cuento. Storm cree que se las sabe todas y aunque admira a McQueen, no pierde oportunidad para decirle “veterano” y recomendarle el retiro.

Otro guiño. Los más grandes en una empresa muchas veces se sienten amedrentados ante la presencia de estos jóvenes recién salidos de las mejores universidades y con estudios de posgrado. Manejan la tecnología como maestros, están al día de los últimos avances y teorías en su ámbito profesional y llegan a trabajar con todas las ganas de cambiar el mundo, dar lo mejor de sí y lograr sus metas. Igual que los más viejos cuando llegaron a su primer día de trabajo, pero ahora esos jóvenes son una amenaza y el fantasma de la jubilación comienza a hacerse presente.

Pero ¿por qué jubilar cuando uno todavía se siente activo, jovial, apto para seguir trabajando y además, uno es conocedor de una serie de cosas útiles para la correcta operación de la empresa? ¿Cómo seguir activo, cómo demostrar que se tiene mucho que entregar aún?

Y aquí, McQueen se da cuenta de que puede transferir todo su conocimiento a las generaciones más jóvenes y decide convertirse en entrenador y jefe de mecánicos de Cruz Ramírez, un auto amarillo que comenzó siendo la entrenadora de Rayo y que, gracias a que nadie la apoyó de joven, enterró su sueño de ser corredora.

Durante toda la película, vemos cómo la relación de Rayo y Cruz Ramírez evoluciona y pasa de ser una relación de desconfianza (de Rayo hacia Cruz) a una de complicidad y ayuda mutua. La intergeneracionalidad, dada por un auto que está asumiendo la proximidad de su retiro y otro que necesita aprender de alguien con experiencia, se da naturalmente en un ambiente de respeto, cariño y, sobre todo, valoración por lo que cada uno le entrega al otro para tener un mejor desempeño y ser una mejor persona.

Sin embargo, el camino que Rayo McQueen recorrió para aceptar, de buena manera, que el retiro era inevitable no estuvo exento de dificultades. Y es que el periodo de pre jubilación es duro y nadie está preparado para enfrentarlo, especialmente cuando se da en un contexto en que la persona quiere seguir trabajando y es la sociedad o el empleador quien promueve la jubilación.

Por lo mismo, planificar la jubilación y comenzar algunos años antes a pensar en ese momento que es difícil para todos, es necesario. Dado que hoy las personas después de jubilar viven en promedio unos 25 años, es necesario llegar a ese momento con nuevos proyectos, con herramientas que permitan enfrentar los cambios, con estrategias para volver a relacionarse con la pareja, con personas de distintas generaciones y asumir nuevos roles dentro del grupo familiar. 25 años son muchos años para vivir improvisando qué hacer.

Vivir la pre jubilación y enfrentarla como un periodo en el que si se puede planificar permitirá experimentar la vejez con más herramientas, llegar mejor preparado y disfrutarla con un mayor nivel de calidad y bienestar.

Asumir cada etapa de la vida con entereza y dignidad y descubrir cómo se puede seguir vigente es una tarea que cada uno debe realizar, pero al igual que Rayo McQueen, mientras se descubre cómo seguir en la vejez, hay que hacer rugir los motores y no quedarse sentado en la línea de largada.

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