Salud
Especialista en desarrollo cognitivo desmiente las frases frecuentes que se utilizan para describir a personas con esta condición.
Este 22 de octubre, se celebra el Día Internacional de la Concientización de la Tartamudez, un día destinado a arrojar luz sobre un tema que a menudo se pasa por alto en la sociedad.
La OMS calcula que, en el plano global, más de 70 millones de individuos experimentan tartamudez. A pesar de que esta cifra afecta a un segmento significativo de la población, todavía existe una considerable falta de conocimiento en torno a este asunto.
La académica de la Escuela de Fonoaudiología UNAB y magíster en Desarrollo Cognitivo, Claudia Figueroa, nos señala que la tartamudez es una condición que afecta la fluidez del habla y que, lamentablemente, está cargada de malentendidos y estigmas.
“En este día es crucial no solo reconocer la existencia de características del habla que a menudo pasan desapercibidas, sino también desmitificar algunas creencias erróneas que rodean a esta condición”, subraya la fonoaudióloga.
A continuación, te presentamos las frases más comunes que se utilizan para describir esta condición desmentidas por la especialista:
Como bien explicaba Figueroa, la tartamudez es un trastorno que afecta la coordinación y ejecución del habla y no la capacidad de procesamiento de la información.
“No está relacionada con la falta de conocimiento o palabras. Se trata de cómo organizamos y producimos el mensaje, lo que puede llevar a la falta de fluidez en el discurso” señala.
Factores sociales como el entorno en el que se habla, el ruido y las demandas de tiempo pueden afectar a cualquier persona, incluidos quienes tartamudean, explica la docente. Sin embargo, no siempre es cierto que la tartamudez sea causada por nerviosismo. “Las condiciones contextuales pueden influir, pero no es una regla general que la tartamudez siempre esté relacionada con el nerviosismo”.
No todos los individuos que tartamudean evitan actividades como exposiciones o presentaciones. Algunos desean participar activamente y desean que no los traten de manera diferente. Para Figueroa, la clave radica en la comunicación abierta y la adaptación para garantizar que todos los estudiantes se sientan cómodos y tengan oportunidades equitativas.
Esta es una preocupación común para los padres y madres de niños que tartamudean y para las personas que viven con esta condición. Sin embargo, “la tartamudez no está relacionada con la inteligencia, es una afectación específica del control motor del habla y no refleja el nivel de inteligencia de una persona” enfatiza la especialista.
Sobre este punto, Figueroa insiste en que es necesario esforzarnos por comprender mejor las diversas condiciones y diferencias que existen en nuestro cuerpo y mente.
“La concientización sobre la tartamudez implica hablar sobre ello, aceptarlo y desafiar los estigmas asociados. Reconocer que la tartamudez es un trastorno del habla, no una limitación intelectual, es un paso importante hacia la inclusión y la aceptación de nuestras diferencias” concluye.
