Ester Artells siempre oyó decir a su madre que si trabajaba mucho llegaría muy lejos. Criada en Reus, en el norte de España, Artells entendió que una buena educación le daría la carrera y el estilo de vida que le fueron negados a su madre por el régimen militar del General Francisco Franco. El colapso económico ha obligado a esta bióloga de 35 años a mudarse a Francia, lo cual hizo dar un vuelco doloroso al consejo paterno que recibió en el país que es en la actualidad el centro del desempleo europeo.
“Para mí fue evidente, apenas terminé mi tesis, que haría mis valijas”, dijo Artells, que encontró un puesto de investigación en la Universidad de Aix-Marseille después de concluir su doctorado el año pasado. “Para mi madre es muy difícil. Todo aquello por lo que luchamos desde la dictadura está en ruinas”.
En toda Europa, padres convencidos de que el modelo social construido por los gobiernos desde la Segunda Guerra Mundial haría posible que cada generación viviera mejor que la anterior están viendo cómo la crisis de la deuda soberana barre con las promesas que hicieron a sus hijos.
Los docentes y los trabajadores estatales griegos asisten al fin del trabajo para toda la vida y los estudiantes ingleses enfrentan un estilo estadounidense de cuotas de enseñanza, en tanto los franceses se han visto obligados a sumarse a otros europeos postergando el retiro. Como telón de fondo, los políticos de los 27 países miembros de la Unión Europea están implementando medidas de austeridad que rondan los 450.000 millones de euros (US$600.000 millones), según los anuncios gubernamentales.
“La sociedad europea occidental no puede seguir como estaba”, dijo Gabriel Stein, director de Lombard Street Research Ltd., una empresa de Londres que analiza la economía. “Hemos alcanzado el límite de lo que puede hacerse de manera realista a través del sector público. Será muy complicado”.
España encarna el desafío que deben superar los gobiernos y las poblaciones para reconfigurar Europa.
El gobierno español reducirá el gasto en inversiones en un 40 por ciento cuando establezca el presupuesto para este año el 30 de marzo, dijo el ministro de Economía Luis de Guindos este mes ante el Parlamento. Esto dificultará las cosas para los científicos prometedores como Artells. El país debe recortar unos 55.000 millones de euros de su déficit para cumplir con su meta, según Funcas, la fundación de bancos de ahorro en Madrid.
Si de Guindos y sus colegas no llevan a cabo esos recortes, los inversores en bonos podrían cancelar el financiamiento para España como hicieron con Grecia, obligando al gobierno a solicitar un rescate de la EU y poniendo en peligro su pertenencia a la moneda única. El rendimiento sobre deuda gubernamental a 10 años alcanzó un máximo en 14 años de 6,699 por ciento en noviembre antes de que los préstamos a largo plazo del Banco Central Europeo inundaran el sistema bancario con más de 1 billón de euros.
La generación de Artells es la mejor educada que ha producido España y la más golpeada por la crisis.
Los españoles de 20 y 30 años alcanzan una tasa de graduación del secundario del 86 por ciento, en comparación con el 50 por ciento entre personas de 50 y 60 años, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas.
Los trabajadores más jóvenes son los que más sufrieron a medida que la economía saltaba de una recesión a otra dado que tenían empleos temporarios mientras que trabajadores de más edad estaban protegidos por contratos férreos y pensiones generosas.
Un sondeo de la UE del año pasado mostró que 68 por ciento, aproximadamente, de los españoles jóvenes consideran la posibilidad de emigrar.
“¿Qué podemos decir a los padres que se dan cuenta de que por primera vez en la historia sus hijos estarán peor que ellos? ¿Qué podemos decirles?” dijo el presidente de Gobierno español Mariano Rajoy en un discurso en Sevilla el mes pasado.
El desempleo entre los jóvenes menores de 25 años llegó al 50 por ciento a fines del año pasado, según Eurostat. España tiene la segunda tasa más alta del mundo, según la Organización Internacional del Trabajo. Sólo Sudáfrica está peor. La tasa de desocupación global fue de 23 por ciento en España, la más alta de la UE.
España, Portugal y Grecia recuperaron la democracia en los años 1970, allanando el camino a su incorporación al bloque europeo en la década siguiente. Eso les trajo muchas de las mismas políticas sociales y finalmente la pertenencia a la moneda única antes del fin del milenio.
La posibilidad de que Europa no pueda seguir manteniendo ese nivel de protección para sus ciudadanos ha dividido a los diseñadores de las políticas.
El presidente del BCE Mario Draghi dijo el 23 de febrero en una entrevista con The Wall Street Journal que las tasas de desempleo correspondientes a los jóvenes en países como España muestran que “el modelo social europeo ya no existe”. La primera ministra danesa Helle Thorning-Schmidt, que ocupa la presidencia rotativa de la UE, cuestionó esa opinión al día siguiente en un discurso en Washington.
“El objetivo fundamental es garantizar que las economías sociales de mercado de Europa puedan sostenerse”, dijo Thorning-Schmidt. “Es lo que distingue a Europa”.
La difícil situación de gente como Artells muestra que el mecanismo que traspasa el conocimiento y la riqueza de una generación a la siguiente se quebró en España. Para contener el éxodo de talento tanto como de capital, Rajoy, al igual que sus colegas del resto de Europa, deben modificar la economía para que a las personas les resulte más fácil volver a poner en acción sus capacidades, dijo Draghi.
La fuerza de atracción de la familia y los amigos sigue siendo fuerte para Artells. Hace el viaje de 200 millas (320 kilómetros) a Cataluña todos los feriados y siente una punzada de nostalgia cuando sus amigos envían correos electrónicos para organizar las fiestas tradicionales de primavera.
“En España somos realmente gente de familia”, dijo. “No estoy pidiendo una casa con piscina y una 4×4, sólo quiero poder pensar en tener una familia”.
