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El dilema de la Copa Mundial de Brasil es qué hacer con los estadios después del evento


La expectativa por la Copa Mundial de Brasil del año que viene se ve opacada por la preocupación de qué hacer con muchos de los doce estadios donde se disputarán los partidos luego de que finalice el mayor de los torneos de fútbol.

Las demoras y los gastos que rebasan el presupuesto significan que, para cuando se patee la primera pelota en menos de un año, la cuenta de los estadios nuevos y remodelados probablemente supere la última estimación del gobierno de 7.000 millones de reales (US$3.300 millones). Contando las construcciones urbanas, Brasil invertirá 30.000 millones de reales en los proyectos de la Copa Mundial.

En un país donde el fútbol es la mayor atracción, el desembolso de dinero en su mayor parte público se utiliza para cumplir la promesa del anfitrión de convertirla en un evento “para todo Brasil”. La construcción de estadios en ciudades como Brasilia, Cuiaba y Manaus, ninguna de las cuales tiene un equipo en las dos principales ligas nacionales, podría dejar una herencia de estadios con poco uso.

“Varios de estos estadios corren el riesgo de convertirse en elefantes blancos”, dijo en una entrevista Fabiola Dorr, miembro de un equipo creado por los fiscales públicos brasileños para supervisar los gastos de la Copa Mundial. “Esto muestra una total falta de planeamiento. Sin duda, habrá contratos de último momento que aumentarán el costo aún más”.

El Estadio Nacional de Brasilia para 71.000 espectadores, cuyo costo de 1.500 millones de reales es el más alto, fue el que atrajo la mayor atención y podría ser el más difícil de llenar después de la Copa Mundial. Los 57 partidos del campeonato estatal de Brasilia en lo que va del año convocaron a menos de 50.000 espectadores en total, informó el 15 de abril el diario Valor Económico. En el predio mañana se jugará el partido inaugural de la Copa Confederaciones, un evento de ocho equipos preparatorio del campeonato mundial del año que viene.

‘Ridículo’

“Me parece ridículo”, expresó en un correo electrónico Romario, miembro del Parlamento que fue el mayor goleador de la selección brasileña que ganó la Copa Mundial de 1994. “Obviamente, no realizaron un estudio de viabilidad financiera sobre estos estadios para el torneo”.

Pedro Daniel, economista de BDO Brasil, la quinta mayor firma de auditoría del país, dijo que los costos de construcción por asiento son tan altos como los estadios más caros construidos para la Copa Mundial de Alemania de 2006. “La diferencia es que en Alemania pudieron llenar los estadios una vez que terminaron los partidos”, explicó Daniel.

El ex ministro de Deportes Orlando Silva había dicho en 2007 que los proyectos de los estadios no requerirían dinero público. Los últimos cálculos muestran que absorberán 6.400 millones de reales de fuentes públicas, o 91 por ciento de los costos totales. Silva ayer no respondió un correo electrónico sobre el plan.

“La copa se convirtió en un problema en el momento en que los estadios se construyeron con dinero público en lugar de privado”, añadió Romario. “Para agravar las cosas, varios proyectos de transporte urbano que habrían quedado como herencia se cancelaron”.

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