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Yo también puedo vestir un Armani o un Chanel… con mi sueldo promedio Yo opino

Yo también puedo vestir un Armani o un Chanel… con mi sueldo promedio

Daniela Barría
Por : Daniela Barría Socióloga y Magister en Trabajo Social y Políticas Sociales de la UDEC, Máster en Antropología y Etnografía de la Universidad de Barcelona. Experta en estereotipos femeninos de belleza, medios de comunicación y vida cotidiana de las mujeres.
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“No todo lo que brilla es oro”, este dicho popular que todos conocen es muy acertado al analizar el fenómeno de las marcas de ropa que han llegado a reconocidos mall capitalinos, y calza aún mejor cuando se analiza el fenómeno del famoso modisto que una reconocida tienda de retail ha traído, con una línea de vestuario y accesorios con “se supone” precios accesibles para todas las mortales.

La verdad es que no deja de perturbarme el hecho de que miles de mujeres corran tras una marca de vestuario, de una marca de cosmético o lo que es peor aún, al menos para mí, que se crean la ilusión de que: el sistema de consumo en el que estamos sumidos es igual para todas, que todas somos parte de una especie de elite o que todas podemos consumir lo mismo, cuando en serio, se los digo con el dolor de mi alma porque no me gusta ser una rompe ilusiones, no es así, nunca lo ha sido y nunca lo será. No se trata de ser una amargada, ¡Que me libre el universo de ser una amargada alguna vez!, pero… ¿De verdad piensan que están vistiendo lo mismo que la Reina Isabel o la princesa Kate?

[cita tipo=»destaque»] El sueño de Josefa y Claudia se cumple de la misma forma, todas contentas con su acceso a la marca, aunque claro, una de ellas tendrá un Chanel auténtico, comprado en una de las grandes avenidas de una gran metrópoli de la moda, mientras que la otra tendrá la imitación china, 10% algodón 90% polyester. [/cita]

Me violenta y me indigna que en estos “Templos del consumismo” se fabriquen ilusiones materialistas que llegan a convertirse en la felicidad de una mujer, esa felicidad de ser parte, de formar parte, de estar integrada al mundo de la moda: “Yo también puedo vestir un Armani o un Chanel”. Las grandes tiendas saben muy bien lo que hacen, somos felices consumiendo, más aún si aparece el rostro de un famoso modisto de una de las casas de moda más prestigiosas del mundo. No hay inocencia en ello, quieren vender una ilusión, el problema es que no hay un análisis de peso en las grandes mentes detrás de las “grandes marcas”.

Sociológicamente el fenómeno de la casa de modas al servicio de la clase media es perturbador aunque fácil de analizar, todos debemos ser parte, de esta forma mantenemos a todos felices y nos ahorramos problemas ¿no es cierto? Así el sueño de Josefa y Claudia se cumple de la misma forma, todas contentas con su acceso a la marca, aunque claro, una de ellas tendrá un Chanel auténtico, comprado en una de las grandes avenidas de una gran metrópoli de la moda, mientras que la otra tendrá la imitación china, 10% algodón 90% polyester del Chanel comprado en el mall, pero finalmente se ha chorreado felicidad igualmente, y por lo demás, nada de barato para la calidad de la prenda que se lleva nuestra segunda compradora.

Vendedores de sueños, compradoras de ilusión, parece la letra de una canción conocida del pop nacional, lamentablemente no lo es. Me perturba y me molesta hasta la médula que hoy día la chica material a la que le cantaba Madonna esté más viva que nunca, pero por otra parte estoy consciente de la sociedad en la que vivo, como se mueve, como respira, por tanto no me queda otra que decir ¡Larga vida al Chanel de polyester!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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