No a besar por la fuerza, no a arrimarse por detrás y no a agarrar por la cintura sin previo aviso, las mujeres brasileñas se han movilizado más que nunca este año en torno al «No es no» para poner fin al frecuente acoso sexual que sufren durante el carnaval.
La escena se repite en muchos de los «blocos» (comparsas) que llenan estos días las calles de Brasil: un hombre comienza a insinuarse a una mujer, la mujer le dice que pare, que no quiere nada, pero el hombre insiste y no una, si no varias veces.
En apenas tres horas, una mujer puede llegar a ser abordada hasta en cinco ocasiones, según relatan algunas de ellas.
Pero algo está cambiando en Brasil, desde hace dos años el número de denuncias por agresión sexual durante el carnaval crece en un país en el que más de la mitad de las mujeres (52 %) que han pasado por ello deciden guardar silencio, según una encuesta del Fórum Brasileño de Seguridad Pública.
En este 2018 ya empiezan a ser comunes en los desfiles carnavalescos las pegatinas y tatuajes que piden respeto hacia el cuerpo femenino y el fin de comportamientos machistas que aún hoy se ven como naturales por un amplio sector de la población.
«Cuando hablamos que no es no, hablamos para que las mujeres empoderen su cuerpo, hablamos de que no son obligadas a pasar por eso y que ellas tienen una red de apoyo», afirma a Efe Julia Parucker.
Hasta la Policía parece importarse poco con el asunto. Una vez en el carnaval de Olinda, en el estado de Pernambuco (nordeste), una chica, relata, fue a denunciar una agresión sexual y el agente le dijo: «Hija, estamos en carnaval, qué quieres que haga…».
Ante este panorama, Parucker y un grupo de amigas han conseguido poner en marcha una iniciativa a partir de la financiación popular para imprimir 25.000 adhesivos para la piel con la frase «Nao é Nao!» (¡No es no!).
«Nuestro cuerpo va a ser nuestro espacio de lucha, de gritar que esto no tiene porqué ser así», explica.
La meta inicial era recaudar 7.500 reales (unos 2.330 dólares), pero la repercusión fue tal que consiguieron captar un total de 20.457 reales (unos 6.365 dólares) que les ha permitido difundir su mensaje por las ciudades de Río de Janeiro, Sao Paulo, Salvador, Belo Horizonte, Recife, Olinda y Brasilia.
Parucker considera que, pese a que se trata de una «lucha diaria», es importante que se intensifique el combate contra el acoso en momentos en los que «hay necesidad como en carnaval».
En un concurrido desfile llamado «Pilantragi», en Sao Paulo, Eloísa Honorato, de 31 años, es miembro del colectivo «Maravillosas Cuerpo de Baile» y disfruta del ambiente junto con más de una veintena de sus compañeras.
La mayoría lleva el símbolo femenino en la cabeza y un top con un aparato reproductor estampado en el que una de las trompas uterinas hace una peineta, mientras que Eloísa usa una pintura corporal para tapar sus pechos con dos corazones rojos y alrededor, todo de dorado para asemejar un sujetador.
«Nos reunimos para luchar contra el patriarcado, contra la sociedad que nos oprime, que cree que son dueños de nuestros cuerpos», denuncia a Efe Eloísa.
«Estamos todas muy hartas, nadie aguanta más y ahí cuando estamos todas juntas, nos sentimos mas fuertes y creamos una energía que nos protege», agrega.
A pocos metros, Luiza Gonçalves, de 21 años, cree que «las mujeres ahora están más empoderadas y conscientes» de no permitir «ninguna situación intolerable».
Al menos un 42 % de las mujeres brasileñas reconocen haber sufrido acoso sexual en algún momento, según una encuesta elaborada por la firma Datafolha y divulgada en diciembre pasado.
Un tercio de ellas admitieron haber sido acosadas sexualmente mientras caminaban por la calle.
Para Parucker, el carnaval es especialmente delicado porque los hombres se aprovechan de que es un momento en el que todo el mundo está feliz y bromeando para «pasar las manos», como poco, porque además se sienten «impunes» y creen que no les va a pasar nada.
En su opinión, aún queda mucho camino por recorrer hasta que la sociedad y los autoridades públicas dejen de minimizar los casos de acoso, que son «muy comunes» durante el carnaval.
Al menos, los tatuajes, adhesivos y pintadas con el «No es no» son ya un poso en Brasil para que las mujeres que sufran acoso «tengan coraje para denunciar» porque «cuando hablamos que no es no, no es un sí o tal vez. No es no y ellos tienen que respetarlo», sentencia.