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Mujer trabajadora: debatamos sobre salud, violencias y trabajo Yo opino

Mujer trabajadora: debatamos sobre salud, violencias y trabajo

Valeria Melipillán
Por : Valeria Melipillán Enfermera y funcionaria de Seremi de Salud. CORE electa por el Frente Amplio en la Región de Valparaíso, Provincia de Marga Marga.
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Este nuevo ocho de marzo no solo nos organizamos en contra del Estado empresarial y su precarización laboral hacia las mujeres, sino que nos organizamos contra cualquier tipo de abuso y violencia que debemos enfrentar día a día, tanto en espacios públicos como privados.

Lidiamos con la violencia simbólica a primera hora de la mañana, en cuanto encendemos el televisor, donde nos muestran cuál es la forma “correcta” de ser mujer, sumado a los estándares de belleza que debemos seguir y cómo debemos actuar para agradar a la sociedad. Vivimos violencia en la micro y en el metro, cuando tenemos que soportar acosadores. Vivimos violencia en la casa, con el marido que te cuestiona, te menosprecia, te cela y te golpea.

Al mismo tiempo, lidiamos con los abusos del mundo laboral; la discriminación a la hora de contratar por el “riesgo de ser mamá”; la falta de políticas públicas que permitan compatibilizar mejor la vida laboral con el hecho de ser madre: flexibilidad horaria, la oportunidad real de tener sistemas de guardería en los lugares de trabajo o salas cunas ubicadas cerca del mismo. Este tipo de mejoras no implican un alto costo en su implementación y, sin duda, se verían reflejadas en el rendimiento laboral y en la calidad de vida de la mujer trabajadora.

Soy trabajadora de la salud y soy testigo no sólo de las dificultades que se nos presentan a las mujeres para insertarnos en el mundo laboral, sino que también conozco los abusos que se cometen contra las mujeres en el sistema de salud, antes de dar a luz, en el parto e incluso después de ser madres. La violencia obstétrica no es invención. Este trato degradante hacia compañeras en hospitales responde, también, a una de las formas más comunes y naturalizadas de denigración y violencia hacia la mujer en el Chile actual. Frases como “me dijeron que merecía el dolor de las contracciones, que me pasaba por haberme abierto de piernas”, “me dejaron más de una hora sola en una sala después de parir, por la anestesia no sabía dónde estaba, ni si me bebé estaba vivo”, son algunas de las tantas experiencias traumáticas que relatan mujeres que pasaron por la sala de parto.

Hace unos meses celebramos la aprobación del Proyecto de Ley de Aborto en Tres Causales, mientras hoy, una vez más, nos invade la rabia al ver que establecimientos de salud, como la Clínica Alemana de Osorno, se rehúsan a realizar abortos en sus dependencias porque Dios y la Biblia lo dicen. Entonces, ¿quién nos protege? ¿Quién habla en nuestro nombre?

Ni el Estado ni sus instituciones nos acoge, y los grupos conservadores insisten en prohibir en su intento por invisibilizar un problema sanitario arrastrado hace décadas. Mientras tanto, hermanas y compañeras siguen abortando en clandestinidad. Según las últimas cifras entregadas por el Ministerio de Salud, en Chile se estarían realizando cerca de 33.000 abortos por año. Una estimación bastante positiva ya que el Instituto Chileno de Medicina Reproductiva señala que serían hasta 70.000 al año; es decir, cada día 190 mujeres están arriesgando su integridad, para no ser juzgadas, perseguidas y condenadas.

Porque sólo nosotras podemos hablar y decidir en nuestro nombre, se hace necesario emplazarnos constantemente. Este 2018 la agenda de la Mujer, la Equidad de Género y la Diversidad Sexual no pueden ser simples consignas para el Frente Amplio y los sectores más progresistas de la Fuerza de la Mayoría. La Agenda Feminista en materia de salud, trabajo, derechos humanos y educación, es un apremiante y debe ser prioridad en el Congreso, Consejos Regionales y Municipalidades.

Como mujer, madre, trabajadora y Consejera Regional de la Provincia de Marga Marga en la Región de Valparaíso me comprometo a luchar para que, de manera transversal, exista una perspectiva de género en el gasto público, la que permita disminuir las desigualdades y brechas de nuestro territorio. En esta línea, he asumido el compromiso de respaldar e impulsar proyectos barriales, campañas ciudadanas, talleres, protocolos y políticas públicas que aporten a un desarrollo regional con programa feminista.

Es en esta vereda donde nos encontramos, levantando mesas sociales y plataformas que tengan como norte la promoción y garantización de Derechos Sexuales y Reproductivos de la Mujer; al mismo tiempo, la erradicación de la violencia obstétrica en hospitales, el Acoso Sexual Callejero en el transporte público y la violencia doméstica -entiéndase física, psicológica o sexual- que viven millones de chilenas al interior de sus hogares.

Una vez más, en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, nada que celebrar y mucho por luchar. Nos movilizaremos desafiando el sinnúmero de problemas estructurales arraigados en el patriarcado y en la grotesca ofensiva neoliberal que vive América Latina y el Caribe. Este jueves paramos todas nuestras labores y exigimos al Estado garantizar un piso mínimo de derechos, esos por los cuales llevamos años luchando y por los que tantas han dejado la vida.

Este año nos manifestaremos por la vergonzosa brecha salarial por género que nos sitúa en el 5to lugar más alto según la OCDE. Pero, principalmente, saldremos a la calle en un acto de sororidad.

En nombre de todas las insurgentes que se opusieron a dictaduras siguiendo el ejemplo de las hermanas Mirabal en República Dominicana. En nombre de las más de 3000 mil mujeres asesinadas, torturadas, detenidas y desaparecidas por violencia política en Chile en período de dictadura. En nombre de las más de 200.000 indígenas peruanas esterilizadas a la fuerza por Fujimori. En nombre de las 298 argentinas y 66 chilenas que murieron en manos de un hombre el año pasado. En nombre de los las 56 niñas guatemaltecas quemadas tras denunciar violaciones en un hogar de menores el pasado ocho de marzo. En nombre todas nosotras.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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