BRAGA
En la comunidad Santa María de Xalapán, en Guatemala, ocurrían feminicidios y casos de violencia sexual. Lorena Cabnal los denunció. Esto le valió ser expulsada de su pueblo. Ella misma, de niña, había sido violada por su padre. De adulta comenzó a concientizar a la gente sobre los abusos sexuales y la violencia que sufren niñas y mujeres en las comunidades indígenas.
A una hora de ciudad de Guatemala, en Chinautla, en tierra ancestral maya, un grupo de mujeres vive lo que llaman el «acuerpamiento”. Una forma de reciprocidad solidaria para resistir a la opresión y a la violencia. Muchas prefieren mantener oculta la identidad. Algunas huyeron de poblados donde el narcotráfico o la trata operan impunes. Otras, denunciaron a agresores de violencia sexual o lucharon en sus comunidades contra proyectos extractivistas. Aquí, unidas, hacen frente al miedo y desprotección del Estado y defienden su cuerpo y su territorio. Su líder, Lorena Cabnal, da ánimo a hermanas de otras comunidades indígenas para que superen los tabús. Habla de su caso personal y de los abusos sexuales que padeció siendo niña. Un tratamiento psiquiátrico la salvó del suicidio. Ahora lucha para que este tema deje de ser tabú y para sanar a las niñas y mujeres que han sufrido como ella. El 12 de octubre de 2015 funda la red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario Territorial.
